Madrid - Pedro Sánchez afrontará hoy la sesión de investidura sin los apoyos necesarios para convertirse en el próximo presidente español. El candidato socialista pretendía acordar con la derecha y con la izquierda pero se ha quedado a medio camino, ya que solo ha podido amarrar un pacto con Ciudadanos que le brinda 130 escaños, muy alejados de los 176 de la mayoría absoluta. Podemos votará en contra. El principal problema para Sánchez radica en que pretende unir a dos socios que se declaran incompatibles y lo colocan constantemente contra la espada y la pared. Ayer recibió una prueba elocuente cuando intentó por última vez sumar a Podemos y sus confluencias catalana y gallega, IU y Compromís al acuerdo. Ciudadanos avisó de que el documento que pactó con los socialistas va a misa y no puede cambiarse ni una coma sin su visto bueno. Fruto de esos condicionamientos, la nueva oferta se limita en buena medida a entresacar los puntos más presentables para la izquierda que ya estaban en el documento pactado con Rivera, sin grandes novedades ni concesiones en áreas clave para Podemos como la subida de impuestos a las rentas altas, un incremento más ambicioso del salario mínimo o un referéndum independentista en Catalunya.

Sánchez tampoco ha podido amarrar el apoyo del PNV al no haber satisfecho su agenda vasca. Los jeltzales habían propuesto cuestiones básicas de respeto al autogobierno como la transferencia de las competencias pendientes en el Estatuto de Gernika, la negociación del Cupo que paga Euskadi a España o inversiones estratégicas. Más allá de la buena disposición a abordar esas cuestiones, el PNV no ha recibido ofertas concretas. Sánchez sí puede tener garantizado el escaño de Coalición Canaria, con quien ha pactado inversiones.

El socialista inaugura hoy la primera sesión de investidura con su discurso, mañana se votará su candidatura (se requiere mayoría absoluta), y el viernes tendrá un segundo intento en el que necesita más votos a favor que en contra. Esperaba ser proclamado con el aval de Ciudadanos, PNV, IU, Compromís y Coalición Canaria, que suman 143 escaños, y confiaba en que Podemos se abstuviera con tal de propiciar un gobierno socialista que desalojara a Rajoy. En contra tendría 142 votos (PP, nacionalistas catalanes e izquierda abertzale). IU votará en contra en la primera sesión pero se abre a negociar en la segunda, y el PSOE confía en que arrastre a Podemos.

Estas primeras negativas no entierran las opciones de Sánchez, sino que habrá dos meses para negociar antes de convocar elecciones. Cunde la sensación de que los partidos dan por amortizado que perderá en las sesiones de esta semana, de modo que las negociaciones podrían adentrarse en un compás de espera hasta el fin de semana. En algunos ámbitos creen que Podemos quiere dejar correr estos días para exponer a Sánchez a la derrota, desgastarlo y presentarse desde una posición de fuerza a las negociaciones posteriores, con la vocación de que rompa con C’s a la vista del escaso recorrido del acuerdo. Ahí cabe encuadrar su apelación a negociar a partir del 5 de marzo.

Se desconoce si Podemos está dispuesto a presionar hasta el final. Comienzan a surgir voces en el partido que dudan de los beneficios de unas nuevas elecciones, que dejarían más o menos igual el reparto de escaños (lo dijo Íñigo Errejón). Por el contrario, abstenerse para posibilitar un gobierno socialista sustentado por Ciudadanos y quedarse como alternativa de izquierdas en la oposición podría ser un escenario atractivo para Podemos. También está por ver la lealtad hacia el pacto por parte de Ciudadanos, que ha avisado de que, si el rey le encarga la investidura a Rajoy, negociará con él. El popular, por su parte, se enfrenta a las presiones internas que le piden que se retire y dé paso a otro candidato del PP que pueda recabar mayor consenso (se habla de Soraya Sáenz de Santamaría, Cristina Cifuentes, José Manuel García-Margallo o Pablo Casado).

unidad El cierre de filas del socialismo con su candidato es total en puertas de la investidura para no debilitar su imagen. Sánchez se presentó ayer ante el Comité Federal reforzado por la consulta a la militancia, que lo ha respaldado para que busque socios, y en la cita apenas hubo discusión. Su rival interna, la andaluza Susana Díaz, no tomó la palabra. En ese marco, Sánchez anunció el envío de una oferta a la izquierda. Sembró grandes expectativas al hablar de medidas de emergencia social, derechos laborales y lucha contra la corrupción. “Por nosotros no va a ser. No me resigno a que las fuerzas del cambio no sumen para que esta semana tengamos por fin un gobierno del cambio y de progreso”, dijo.

No hubo grandes concesiones al margen de alguna novedad en la política de refugiados y la oferta a IU de suprimir la exención de la iglesia católica en el impuesto de bienes inmuebles. A En Comú les ofreció retocar el límite de déficit catalán y cumplir las inversiones previstas en el Estatut. El secretario de Podemos, Pablo Iglesias, despachó el asunto asegurando que el texto es “un corta y pega de su pacto con Ciudadanos” en el que trataría de esconder las medidas “más vergonzosas”.