madrid - El PNV encaraba las conversaciones con los socialistas con la intención de exprimirlas al máximo para buscar un acuerdo. Son viejos conocidos, y mantienen gobiernos de coalición en suelo vasco a nivel foral y municipal. Además, el deseo de dejar atrás el mandato del PP de Mariano Rajoy y sus vulneraciones del autogobierno vasco podía espolear el acuerdo. Los jeltzales habían planteado reivindicaciones asumibles que tienen que ver con el respeto al autogobierno, completar las transferencias estatutarias e impulsar algunas inversiones, y los socialistas habían coincidido en que el enfoque era razonable. Sin embargo, en las últimas horas se han registrado dos cambios que alteran el escenario. Por un lado, Pedro Sánchez ha presentado su acuerdo con Ciudadanos, un pacto de legislatura que abarca tantas áreas y medidas que el PNV teme que sea francamente complicado buscar un hueco para introducir sus demandas. El propio Albert Rivera avisó de que los contenidos del pacto eran inamovibles, sobre todo la unidad de España, y trató de acotar las alianzas al campo de la derecha, una escenificación que no es precisamente la más cómoda para los jeltzales. Por otro lado, PP y Podemos votarán en contra, de modo que Sánchez carece de apoyos suficientes y podría no tener sentido que el PNV, al menos en esta fase, sellara un pacto con él teniendo en cuenta que sus seis escaños son insuficientes.

El presidente del EBB, Andoni Ortuzar, tomó distancias ayer con el pacto entre PSOE y Ciudadanos en una entrevista concedida a Radio Popular. El jeltzale opinó que la extensión del acuerdo es “impropia de un pacto de investidura, es más de un pacto de gobierno”, y avisó de que, “a mayor grado de concreción y de acuerdo cerrado, más difícil le ponen a los demás poder hacer aportaciones”. “Esa concreción y ese pacto abultado y, sobre todo, la escenificación tan grandilocuente que han hecho, sin entrar en los contenidos, ya eso en sí es un obstáculo para que otros partidos puedan mantenerse en el ámbito de las conversaciones. Uno puede cuestionar también la sobreescenificación que se puede estar haciendo por el otro lado, por el de las izquierdas, respecto a cómo abandonar el diálogo. Más que negociar para un acuerdo, están marcando un perfil político por si acaso hay que volver a las elecciones”, analizó. Además, recordó que los seis votos jeltzales “solo son relevantes si antes hay una sucesión de acuerdos” que den cuerpo a una opción de gobierno.

Cabe recordar que los jeltzales ya avisaron de que no entrarían en maniobras especulativas hasta que Sánchez cerrara una alternativa con opciones reales de superar el pleno de investidura, y de momento no es el caso. Parece asumido que hasta el pleno de investidura, que arrancará el martes, los partidos adoptarán un perfil bajo de compás de espera. El pleno se saldará con una derrota de Sánchez, y será a partir de entonces cuando los partidos reactiven las negociaciones, aunque el PNV tiene pendiente un contacto con los socialistas que se esperaba que fuera inminente y no puede descartarse nada, ya que quiere explorar un acuerdo y evitar una repetición de las elecciones generales que provocaría interferencias con las autonómicas de otoño. Además, ayer precisó que, pese a sus críticas, su voto lo va a decidir en función de la acogida que tenga la agenda vasca en el socialismo.

En ese sentido, el pacto con Ciudadanos podría considerarse a priori una mala noticia para el PNV, pero lo cierto es que Rivera ha aparcado sus mensajes más beligerantes contra la foralidad, solo quiere eliminar las diputaciones provinciales sin tocar las vascas, y tampoco pide suprimir el Concierto Económico que permite a Euskadi recaudar sus propios impuestos. En el pacto con el socialismo no se recoge ni una mención a Euskadi, y no aparece la apuesta por subir el Cupo que se paga a España. Ese vacío deja expedito el camino al socialismo para que dialogue con los jeltzales sobre esas cuestiones. Contrasta con la concreción en las propuestas económicas o en otros ámbitos, donde no se deja apenas espacio para aportaciones de otros socios. La renuncia a la reforma fiscal y a la subida del salario mínimo son algunos postulados que ya han hecho desmarcarse a la izquierda, que no aprecia margen. Los jeltzales también defendían varias propuestas económicas para dar una salida social a la crisis, preocupándose asimismo por la innovación y el apoyo a las empresas.

El PNV ha detectado alguna torpeza en el documento, como la prohibición taxativa del referéndum independentista catalán, y la ausencia de propuestas alternativas con un mínimo desarrollo, ya que la reforma federal se anuncia sin grandes detalles, y se habla de aclarar el reparto competencial y la financiación de todos los territorios sin explicar en qué dirección ni concretar nada específico para Catalunya o Euskadi. Se propone una reforma del Senado, pero los catalanes ya la desecharon por insuficiente.

Ortuzar reconoció ayer que en el documento hay “ausencias” sobre la foralidad que buscan no molestar al PNV, y no se dio por aludido con la prohibición del referéndum porque los jeltzales defienden un nuevo estatus de autogobierno pactado, aunque consideró un “error” que no se ofrezca nada a Catalunya. En cualquier caso, el PNV cree que está asistiendo a los movimientos iniciales y que habrá margen para dialogar hasta mayo. Hasta ese momento, el partido jeltzale seguirá “erre que erre con la agenda vasca”. En esa agenda se recogen competencias pendientes (entre otras, ferrocarriles, autopistas y Fogasa, el fondo que paga los salarios en las empresas en quiebra), la negociación del Cupo, inversiones y cuestiones más ligadas al reconocimiento de las aspiraciones nacionales vascas.

apoyos Antes del rechazo de la izquierda, Sánchez esperaba ganar la investidura con los votos a favor de su partido, Ciudadanos, PNV, IU, Compromís y Coalición Canaria. Confiaba en que Podemos se abstuviera con tal de desbancar a los populares de Mariano Rajoy y propiciar un gobierno progresista. Los votos en contra con los que ya contaba procederían del PP, los nacionalistas catalanes y la izquierda abertzale. El diputado de Ciudadanos en el Congreso, Miguel Gutiérrez, opinó ayer en una entrevista concedida a Radio Euskadi que Podemos tiene “difícil encaje” en el pacto de gobierno con el socialismo, mientras que el PNV sí encontrará “cosas positivas dentro de este acuerdo”. La actitud del partido de Rivera ante los jeltzales se ha suavizado en los últimos tiempos y, desde luego, no traza en torno a ellos el cordón sanitario con el que sí ha vetado a los independentistas catalanes.

Por otra parte, desde Nafarroa, la presidenta Uxue Barkos consideró ayer que, desde una “perspectiva progresista, el pacto no cumple expectativas en muchos aspectos”, aunque recordó que socialistas y Ciudadanos carecen de la mayoría necesaria.