gasteiz - Directa y vehemente, la hermana de Gregorio Ordóñez repasa desde su domicilio en Valencia las “cuentas pendientes” que desde el plano institucional y judicial, según insiste, deben ser subsanadas. Lo hace en nombre de la asociación que reúne a un mayor número de víctimas del terrorismo en Euskadi.

En su última iniciativa han pedido al Ayuntamiento de Bilbao que recurra a las víctimas de ETA en su búsqueda para rebautizar las calles ligadas al franquismo. ¿Han obtenido alguna respuesta?

-De momento solo hemos recibido una respuesta automática de correo electrónico en la que se nos agradece que hayamos presentado esa iniciativa. Si van a cambiar el nombre de calles en cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica, qué menos que acordarse de las víctimas cuando representan la mayor vulneración de derechos humanos que en situación de paz ha habido en este país.

¿Piensan extender esta demanda a otros consistorios?

-No, vimos que en este caso era una oportunidad porque habían anunciado el cambio de nombres.

Sin alejarnos del plano institucional, ¿qué relación mantienen con el Gobierno Vasco a través de la Secretaría de Paz y Convivencia?

-La relación es cordial, aunque no compartimos el trabajo que se está haciendo sobre políticas de memoria. Siempre asistimos a todas las reuniones a las que se nos convoca, pero eso no quita para que seamos firmes en nuestras críticas.

Su último enfrentamiento ha venido motivado por los Retratos de la Memoria. ¿Qué les aleja de este proyecto en recuerdo de las víctimas?

-Nos parece perverso colocar al mismo nivel a personas asesinadas por la organización criminal ETA y a personas como Ángela Benito Martínez, fallecida por un ataque al corazón mientras la Guardia Civil registraba su domicilio. Por supuesto que las víctimas de violencia ilegitima merecen ser resarcidas, pero ponerlas al mismo nivel que otras víctimas es pervertir la historia.

¿La equiparación sigue siendo el caballo de batalla?

-Así es, pero no es el único. Hay otro tema como es la política de convivencia del que se está hablando mucho últimamente. La convivencia entre víctimas de la Guerra Civil y del franquismo es una realidad que se da con mucha frecuencia en familias vascas; sin ir más lejos, el suegro de mi hermano, con el que Gregorio mantenía una muy buena relación, era víctima del franquismo, ya que fue gudari. Por la Ley de Memoria Histórica fue resarcido por el tiempo que pasó en prisión. Cobró una pensión de la Administración del Estado hasta el día de su muerte. Con ello quiero decir que esa convivencia ya se da y entiendo que haya que trabajar en la otra convivencia, pero no con políticas dirigidas hacia nosotros, sino hacia esos ciudadanos que han participado en el asesinato de seres humanos, esos que hoy todavía ensalzan esos asesinatos.

Entre los principales objetivos de Covite destaca erradicar la cultura del odio. ¿No es el mismo fin que persiguen las iniciativas de la Secretaría de Paz?

-¿Usted cree que es así? Yo creo que estamos un poco solos reivindicando esta prioridad.

¿Incentivar la convivencia pacífica no es intentar erradicar odios?

-Vale, ¿pero a quiénes van dirigidas? Es que no trabajan precisamente con aquellos que siguen ensalzando y justificando los asesinatos. Todo el esfuerzo de este tipo de políticas debe ir dirigido hacia los que mantienen intacto su odio. ¿Quién denuncia los ongi etorris (las bienvenidas a presos de ETA) que se realizan cada semana? ¿Lo hacen las instituciones? No, somos Covite. ¿Quién ha denunciado esta semana el ataque a las ofrendas florales a Juan Manuel Piñuel? Fuimos nosotros. Una de las prioridades de Covite es sensibilizar a toda la población sobre la necesidad de condenar todos los terrorismos. Nos hemos convertido en un referente, y no solo en España, de la deslegitimación del terror. Junto con el Real Instituto Elcano somos la única organización española que forma parte de un grupo de Naciones Unidas contra la radicalización violenta.

¿Cuándo dejó de odiar a los asesinos de su hermano?

-Poco después de su asesinato tomé la decisión de unirme a un grupo de ciudadanos que se concentraban para condenar los atentados o los secuestros de turno. Para mí ese contacto con esas personas fue clave en la transformación del odio en una lucha inteligente contra el terror. Conocí a gente valiosísima que luego se convirtieron en mis amigos, porque yo no aguantaba que mis amistades de toda la vida me trataran como si mi hermano se hubiera muerto de cáncer. A partir de ahí siempre he trabajado desde el activismo cívico contra el terror.

Tuvo un fugaz paso por la política. ¿Le tienta volver a ese mundo?

-En absoluto. Al principio no conocía a nadie del PP, quizás porque era la persona que menos conocía y apreciaba el trabajo que estaba haciendo mi hermano. Después del atentado me metí en aquella campaña como independiente para el Senado sabiendo que no iba a salir, pero me arrepiento mucho de haberlo hecho.

¿Por qué se arrepiente?

-A partir de entonces todo el mundo me ha estigmatizado porque no pueden entender que una ciudadana que no se dedique a la política pueda ser tan beligerante. Cuando me hostiaron en la Paloma de la Paz, porque me abrieron la cabeza, los medios de comunicación se enteraron de que era la hermana de Gregorio y di el salto a lo público. Lo aproveché para denunciar que cada jueves aquello era una batalla campal. Nosotros éramos pacifistas entonces; todos calladitos. Más tarde empezamos a aplaudir al final de la concentración y entonces nos caía una lluvia de piedras impresionante. Empecé a protestar ante los medios y todos me pedían declaraciones. Por eso todos pensaban que yo era una dirigente política, que vivía de eso y que era del PP.

¿Siente que fue utilizada?

-Pues sí, pienso que fue una equivocación entrar en política y que nunca debí hacerlo. Lo he pagado muy caro. Cada vez que iba a hacer una denuncia porque me habían tirado un botellazo o porque habían pintado mi casa en la Ertzaintza me preguntaban a ver qué cargo ocupaba en el PP. ¡Y yo era procuradora en Tolosa! Después de la poca experiencia que tuve salí por patas.

¿El terrorismo ha dejado de dar votos?

-Por supuesto que ha dejado de dar votos, eso lo hemos notado muchísimos. ETA no mata y ahora las prioridades de los partidos son otras, cuando nos estamos jugando lo más importante.

¿Covite tiene fecha de caducidad?

-Somos más necesarios que nunca. Estamos haciendo el trabajo que deberían hacer nuestras instituciones y tenemos más trabajo que nunca.

¿Qué cuenta pendiente existe para resarcir a las víctimas?

-Se está blanqueando la historia y eso es gravísimo. Tenemos más de 300 casos sin esclarecer y pendiente la investigación de los sumarios.

Habla de trabajo institucional y judicial. ¿El hecho de que ETA entregue las armas y se disuelva no afectaría a su continuidad?

-No, para nada. El proyecto político de ETA, el que sirvió para asesinarnos, está más vivo que nunca. ¿Quién está alertando sobre ese peligro? Nosotros. Nos tenemos que convertir en un referente para la prevención de la radicalización violenta. Hemos evitado el conflicto en este país porque somos referente de paz y hemos sabido cortar la espiral de violencia que hoy está presente en el País Vasco y el resto de países occidentales.

Hace unos años sondearon la posibilidad de reunirse con los familiares de presos de ETA agrupados en Etxerat. ¿Mantienen esa predisposición?

-Después de que Urkullu les recibiera en Lehendakaritza les escribimos una carta en la que les decíamos que influyeran en sus familiares para lograr su reinserción. No hemos obtenido ninguna respuesta. Para conseguirlo les debían pedir que se desvincularan de ETA y condenaran los crímenes cometidos. Porque no debemos equivocarnos, hoy en día para acogerse a beneficios penitenciarios basta con desvincularse de la organización criminal. Así estarían cumpliendo la condena en las cárceles del País Vasco y se acabaría la dispersión que tanto denuncian.

Precisamente esta misma semana europarlamentarios han visitado Euskadi para demandar que los presos cumplan sus penas cerca de casa.

-Hay que recordar a estos europarlamentarios que el pronunciamiento del Tribunal Europeo de Derechos Humanos dejó claro que el Estado español no vulneraba el derecho de los presos por estar cumpliendo penas alejadas de sus domicilios. La dispersión la impone ETA, porque ellos prefieren seguir bajo la disciplina de ETA que poder ir a las cárceles vascas. Y con Otegi ha pasado exactamente lo mismo. Si hubiese querido, se podría haber acogido a estas medidas y hace tiempo que estaría en calle. La ley es muy clara y les exige que para que se puedan acoger a medidas como la libertad condicional, además del cumplimiento parcial de la pena, tienen que desvincularse de la banda, mostrar signos inequívocos de haber abandonado los fines de la banda y una cosa que Covite lleva exigiendo desde hace años: colaborar activamente con las autoridades.

¿Considera que el acuerdo judicial que ha evitado que exmiembros de Batasuna ingresaran en prisión puede marcar un antes y un después en la relación con las víctimas?

-Nosotros estamos totalmente en contra de ese acuerdo. Los delitos por los que eran imputados eran muy graves, entre ellos la integración en ETA en una época en la que la banda seguía matando. Negociar con los acusados para que no se les enjuicie, que es lo que pasó, no responde al interés de las víctimas, como se dijo. Lo que no es creíble es que los abogados de la izquierda abertzale no tuvieran la misma información que el resto de las partes, porque si era cierto que les iban a absolver la defensa no hubiera firmado nunca ese pacto.

La AVT y Dignidad y Justicia estuvieron de acuerdo.

-Sí, y nosotros lo criticamos. Me parece muy grave lo que pasó. Hemos estado en contra de la negociación con ETA toda la vida y resulta que ahora vale ir a negociar a un juicio. Creo que la AVT y Dignidad y Justicia se equivocaron. Solo hay que ver cómo vendió la izquierda abertzale este pacto, como un auténtico triunfo y un ejemplo.

Sortu admite que existe un riesgo de escisión en la izquierda abertzale con un grupo que no comparte las vías adoptadas por este partido. ¿Cómo lo interpreta?

-No le doy mayor importancia. La izquierda abertzale ya se encargará de controlar a ese grupo disidente, porque siempre lo ha controlado todo. La izquierda abertzale ha cambiado de estrategia porque no le quedaba más remedio tras la travesía de la ilegalización. Ellos están ahora en el poder y controlarán que esa escisión no vaya a más. Cuando ETA mataba era porque al brazo político le interesaba y decidían a quiénes y cómo debían matar. Los herederos de la antigua Batasuna siguen justificando el asesinato selectivo como herramienta política. Lo que hicieron fue una cínica declaración de que no iban a justificar la violencia en el futuro y con eso se colaron en las instituciones.

¿Le preocupa que Arnaldo Otegi pueda ser lehendakari?

-Me preocupa que alguien pueda tomar como referente a quien nunca ha condenado los asesinatos de seres humanos. Decir que matar ya no es válido y que hay que buscar la paz no significa que quien lo diga no sea un peligro para futuras generaciones. Otegi, Barrena y todos los demás son un peligro para las futuras generaciones. Ensalzan a asesinos como ejemplo de compromiso.