UNO de los escenarios que ha dejado el 20-D es el desequilibrio de fuerzas en las dos cámaras parlamentarias. A pesar de perder la mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados, el PP sí que ha conseguido conservarla en el Senado, logrando además una ventaja considerable frente a los socialistas. La formación de Mariano Rajoy obtuvo el pasado domingo 124 escaños (12 menos que en 2011) que, sumados a los 21 senadores de designación autonómica, le permiten controlar este órgano sin dificultades y sin posibilidad de oposición, ya que la Cámara Alta cuenta con un total 266 asientos. Además, el popular Pío García Escudero volvió a ser por tercera vez el senador electo más votado del Estado, con 1.169.967 papeletas y, con toda probabilidad, continuará presidiendo la cámara la próxima legislatura.
El PSOE mantiene el tipo respecto a hace cuatro años pero se queda muy atrás de los populares en número de escaños. Los de Pedro Sánchez pierden un senador y mantienen 47, además de 19 de designación regional. Con todo, se trata de una bajada menor de la que esperaba la formación socialista. Por su parte, Podemos irrumpe con fuerza en el Senado y logra nueve asientos, que se unen a los cinco obtenidos tras las pasadas autonómicas. Esto les permite formar grupo parlamentario, ya que en esta cámara son necesarios diez escaños para hacerlo. Además, los de Pablo Iglesias contarán con dos representantes de En Marea, la marca con la que han concurrido en Galicia, y cuatro de En Comú Podem, su lista en Catalunya apadrinada por Ada Colau. Ciudadanos no obtiene ningún senador, debido en parte a que la formación de Albert Rivera no envió las papeletas para la Cámara Alta a los domicilios de los electores.
PNV, ERC y Democràcia i Llibertat obtienen seis senadores cada uno. Los jeltzales ganan dos asientos respecto a 2011, mientras que ERC logra un gran resultado, ya que hasta ahora no contaba con representación en el Senado. La marca de Convergència, sin embargo, empeora los resultados de la formación hace cuatro años y pierde tres escaños, lastrada por la escisión de Unió, que se queda sin representantes.
Coalición Canaria y Compromís obtienen un escaño cada uno, al igual que la Agrupación Socialista Gomera, escisión del PSOE en Canarias, y la confluencia navarra de Geroa Bai, EH Bildu, Podemos e Izquierda Ezkerra, bautizada como Cambio-Aldaketa, que ha introducido en la Cámara Alta a Ana Luján, de la formación de Uxue Barkos.
El sistema electoral favorece tradicionalmente en el Senado al partido de Mariano Rajoy, ya que el reparto de escaños se hace por territorios, no en base a criterios de población. A cada provincia le corresponden cuatro senadores, mientras que a las islas con mayor número de habitantes escogen a tres y las más pequeñas, a uno solo. Este modelo de elección diferente al del Congreso provoca que pueda haber una correlación de fuerzas muy diferente en las dos cámaras. No es la primera vez que ocurre; en 2008 Zapatero logró gobernar, pero el PP ostentó la mayoría absoluta en la Cámara Alta durante toda la legislatura.
Uno de los datos más llamativos de estos comicios es que el número de electores que votaron al Congreso y no lo hicieron al Senado alcanzó una cifra de 1.481.230 personas, es decir, se multiplicaron por ocho los que no introdujeron en la urna la papeleta sepia para la Cámara Alta. En 2011, en cambio, tan solo lo hicieron 182.769 votantes. Esto evidencia el poco interés de los ciudadanos, que muestran de esta manera su rechazo hacia esta cámara, mientras antes lo hacían mediante el voto nulo y en blanco.
Durante la campaña para las elecciones generales, los principales partidos han defendido en la reforma del Senado, aunque con diferentes matices en cada caso. El PP ha propuesto un cambio más limitado y orientado al funcionamiento interno de la cámara, mientras que Podemos y PSOE han defendido convertirla en una verdadera cámara territorial, en la que las comunidades autónomas tengan más competencias y mayor poder de decisión. Ciudadanos, sin embargo, pretende su completa eliminación, ya que considera la Cámara Alta como completamente “ineficaz”.
POSIBLE BLOQUEO El Senado no tiene capacidad para rechazar los proyectos de ley corrientes aprobados en el Congreso. Sin embargo, hay algunos escenarios en los que sí sería necesario el respaldo de la Cámara Alta. Es el caso de la inclusión de la vivienda, la sanidad y la educación como derechos fundamentales, que llevan en su programa formaciones como PSOE y Podemos. Para aprobarlas en la Cámara Baja, necesitarían una mayoría de tres quintos que podrían lograr con el apoyo de Ciudadanos y de algunos partidos minoritarios, pero el proyecto se estrellaría en el Senado si el PP vota en contra, como es previsible. Podría darse la misma situación con la reforma relativa a la Organización Territorial del Estado que pretende llevar a cabo la formación de Albert Rivera.
Finalmente, la reforma constitucional tan ansiada por partidos como PSOE y Podemos sería inviable tanto en el Senado como en el Congreso, ya que en ninguna de las dos cámaras sumarían los dos tercios necesarios para llevarla a cabo sin el apoyo del PP. En conclusión, cualquier transformación de gran calado que quiera llevarse a cabo tendrá que contar con los votos a favor de los populares.