MADRID - Todos los focos están puestos tras el 20-D en el PSOE y también toda la presión. El secretario general de los socialistas españoles, Pedro Sánchez, está siendo apremiado tanto desde dentro como desde fuera del partido para decantar la posición del PSOE en el proceso de elegir un gobierno con un Congreso tan fragmentado como el que salió de las urnas el domingo. Las presiones llegan en puertas de la reunión que el líder socialista mantendrá hoy a mediodía con Mariano Rajoy. El encuentro con el presidente del Gobierno español tendrá lugar en el Palacio de la Moncloa y servirá para analizar la situación política tras las elecciones.
Es a nivel interno donde la situación se adivina más compleja para Sánchez. Zanjado ya que la posición del Partido Socialista en la sesión de investidura del popular Mariano Rajoy será de rechazo, el debate ahora está en si los socialistas optan a liderar una alianza con Podemos y otras formaciones para llegar a La Moncloa en caso de que el PP no logre los apoyos suficientes.
La presidenta del PSOE andaluz y de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, terció ayer entre las diferentes posiciones internas al asegurar que son los electores los que han colocado a esta formación en la “oposición” y pidió evitar el “aventurismo político” y el “oportunismo”, en alusión clara a posibles alianzas con Podemos, IU o partidos nacionalistas.
El hecho de que Susana Díaz haya fijado postura en esta materia, que haya ido por delante de la ejecutiva federal, no es baladí. En la noche electoral el propio Pedro Sánchez concedía que la responsabilidad de “intentar” formar gobierno era del ganador, de Rajoy, pero también dejaba abierta otra puerta: “España quiere izquierda, quiere cambio”, dijo sin avanzar nada más. Al día siguiente, la dirección del PSOE acordó oponerse a la investidura de Rajoy y esperar a ver si el PP es capaz o no de conformar una mayoría para decidir si inician contactos para tratar de ser los que gobiernen.
Pese a esta ambigüedad calculada, barones socialistas como el extremeño, Guillermo Fernández Vara, y el de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, ya alertaron el lunes de que el PSOE no debe pactar con quien “defienda la independencia de Catalunya o la autodeterminación de los pueblos de España”. Tampoco pasó desapercibido que el secretario de Política Federal del PSOE, Antonio Pradas, muy próximo a la lideresa de los socialistas andaluces, diera por finiquitada la posibilidad de llegar a pactar con Podemos por las diferencias que tienen los dos partidos sobre Catalunya.
Pero las presiones a Sánchez para que renuncie a la posibilidad de gobernar, en coalición con otros, cobraron ayer un calibre mayor. Fue la propia Susana Díaz quien en su intervención en la reunión del grupo socialista en el Parlamento andaluz puso pie en pared contra cualquier aproximación a Podemos, aunque sin mencionarlo por su nombre. Y lo que diga la andaluza, antigua mentora de Sánchez y en quien se refugiará el PSOE si este cae, es escuchado con devoción en el partido, más aún tras haber sido Andalucía y Extremadura las únicas comunidades en las que los socialistas ganaron las elecciones generales del 20-D.
Al contrario que un Sánchez que no ha dicho esta boca es mía desde la noche electoral y que ha atrasado hasta el próximo lunes la reunión del Comité Federal del partido que analizará la situación poselectoral, Díaz se apresuró ayer a fijar posición: “Para recuperar la credibilidad -dijo-, no se nos puede ver como un partido que ande de aventuras, no se nos puede ver como un partido de oportunismo”. En su opinión, el PSOE tiene que tener “calma” y “no tomarse nada con ansiedad” porque es al PP al que le corresponde formar gobierno, aunque recalcó que el PSOE dará un “no rotundo” a la investidura de Rajoy.
No obstante, aludió a la posibilidad de una nueva convocatoria de elecciones al afirmar que, “a medio plazo”, el PSOE es la “garantía de la estabilidad” y, para “recuperar la confianza”, tiene que ser “reconocible” y, al mismo tiempo, cambiar “cosas” sin “entrar en ningún momento en la autocomplacencia”. Por eso, emplazó a “analizar con frialdad” lo sucedido el pasado domingo.
La líder del PSOE andaluz se mostró muy crítica con la actitud de “prepotencia” de Podemos y de su líder, Pablo Iglesias, por haber puesto sobre la mesa la exigencia de la convocatoria de un “referéndum de autodeterminación” en Catalunya, y avisó de que los socialistas “no están dispuestos a eso”. “Él [Pablo Iglesias] ha preferido renunciar a la defensa de la unidad de España, a la defensa de la convivencia y la igualdad de todos los españoles a cambio de un puñado de votos en el Congreso”, criticó. Díaz afeó a Iglesias que considere que “ya no hay café para todos, solo para [Ada] Colau, a cambio de arañar un puñado de votos más”.
Por su lado, Podemos prosiguió ayer presionando al PSOE en lo que parece un claro intento de desgastar a su más próximo rival en la izquierda del espectro político. Después de que Iglesias condicionara su apoyo a los socialistas a que permita un referéndum en Catalunya, ayer el número dos del partido, Iñigo Errejón, puso sobre la mesa la posibilidad de pensar en “una figura independiente” que contente a todos los sectores en un hipotético acuerdo para un gobierno de izquierdas. “No sé si veo mucho a Pedro Sánchez [de presidente]. Para alguna de las transformaciones importantes que necesita nuestro país, a lo mejor necesitamos pensar en figuras independientes”, aseguró en Onda Cero. Tras reconocer las presiones a las que está sometido el líder socialista, exigió a Sánchez que aclare su postura.
Otra de las hojas de ruta que podría explorarse para garantizar la gobernabilidad en un Congreso tan fragmentado como el que se constituirá en breve pasa por la llamada gran coalición entre PP y PSOE, idea que aunque fue impulsada por los socialistas Felipe González, primero, y Alfredo Pérez Rubalcaba, después, Pedro Sánchez la descartó completamente durante la campaña electoral. No obstante, esta coalición es una de las salidas al embrollo de la gobernabilidad preferida por ámbitos ajenos al PSOE, como la gran patronal, y sectores económicos y financieros. Es una tesis a la que también se ha abonado Mariano Rajoy tras comprobar que los escaños de PP y Ciudadanos no suman mayoría absoluta. Así, el presidente español en funciones apelaba el lunes al “sentido de Estado” del PSOE para poder formar gobierno.
Reunión aplazada El Consejo Empresarial para la Competitividad (CEC), el mayor lobby formado por empresas españolas, decidió suspender la reunión que tenía prevista celebrar ayer tras considerar que era posible que el encuentro se malinterpretara tras los resultados de las elecciones, según informó El País. Los empresarios temían que la convocatoria el día después de los comicios obligara a hablar del resultado electoral y que sus comentarios fueran filtrados a la prensa generando polémica o dando la impresión de división en el grupo presidido por César Alierta (Telefónica).
El lobby, según informaba el rotativo madrileño, se remite a las declaraciones efectuadas por el presidente de la patronal, Joan Rosell, en las que reclamó diálogo entre las partes y que se considerase posibilitar un gobierno de coalición. Y, como él, el CEC no descartan que este entendimiento sea entre el Partido Popular y el PSOE.
Otros que han advertido de la inestabilidad generada por los comicios y que presionan a diestra y siniestra con sus declaraciones son las agencias de calificación Moody’s y Fitch. Esta última consideró poco probable la gran coalición PP-PSOE, apuntó más bien a la posibilidad de nuevas elecciones en 2016 y alertó de que una prolongada incertidumbre política, así como un gobierno débil o apoyado por partidos “radicales”, pondría en riesgo la recuperación económica. En parecidos términos se pronunció Moody’s, que alertaba con un posible freno a la mejora esperada del rating de España debido a la incertidumbre política tras el 20-D.