barcelona - La CUP ha terminado de colmar la paciencia de Junts pel Sí, y lo que es peor para el proceso independentista, ni siquiera en las filas anticapitalistas predomina un mensaje unánime y férreo sobre la opción de apoyar o no la investidura de Artur Mas que, en principio, y tras la asamblea oficiosa celebrada por las bases del partido el pasado domingo parece harto complicada. Mientras desde Convergència trasladan que a día de hoy el escenario más probable es el de convocar otras elecciones en marzo, censurando que la formación que encabeza Antonio Baños “ha roto la baraja”, la propia CUP se muestra reacia igualmente a volver a pasar por las urnas, reprochando a la marca vencedora el 27-S que ha sido su inmovilismo en torno a la figura del president en funciones, y por ejemplo su rechazo a la alternativa de Carles Viver Pi-Sunyer, lo que ha provocado esta situación de bloqueo. La cuenta atrás hacia la fecha límite para tejer un pacto, el 10 de enero, sigue corriendo y el soberanismo ajeno a la bancada antisistema pone ya el grito en el cielo.
CDC, ERC y los diputados independientes se reunieron en la tarde de ayer en el Parlament para desmantelar la versión cupera sobre los aspectos rupturistas y sociales tratados en las negociaciones. Horas antes de esta cita, el número uno republicano a las generales, Gabriel Rufián, ya se mostró contundente al afirmar que “estamos dispuestos a todo para instaurar la república catalana, pero sin Artur Mas no se hará la independencia”. Y en esa línea, con foto de familia incluida, se pronunció luego el cabeza de lista de Junts pel Sí, Raül Romeva. “El candidato es Mas. No ha cambiado ni hay debate sobre eso”, zanjó mientras reclamaba a la CUP que responda con “hechos” a las ofertas trasladadas aun reconociendo que el problema continúa siendo “el nombre” a ocupar el sillón presidencial de la Generalitat. “Es lo que lo complica todo. En el resto de ámbitos hay una voluntad clara y recíproca de acuerdo”, constató el exeurodiputado, desmintiendo que su formación no haya movido ficha. “Se han hecho muchos esfuerzos para hallar un encaje entre lo que proponía una parte y la otra”, por lo que desde Junts pel Sí solicitan a la CUP que “amplíe la perspectiva” y valore las propuestas en el plan de choque social y proceso constituyente “más allá de si gusta o no esta persona”, en alusión a Mas. Como adelantó Rufián, “guste más o menos, representa una parte del independentismo”. En idéntica sintonía, el presidente de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), Jordi Sànchez, lamentó que cada día que pasa sin que cuaje el pacto, “la independencia está más lejos y la revolución de las sonrisas sonríe menos”.
Sin embargo, lo expresado por la militancia de la CUP no tiene por qué ser su última palabra ya que la decisión final se adoptará en una asamblea a priori a mediados de este mes de diciembre. De hecho, para Baños acudir a una elecciones sería, personalmente, un “drama” y un “fracaso”. El dirigente cupero precisó que lo acontecido anteayer fue un simple “sondeo”, la culminación de dos semanas de reuniones con las territoriales, y que será en el marco de un nuevo encuentro, esta vez con censo, recuento de la militancia y mayor control, donde se aclaren las posiciones definitivas. No en vano, en la votación del pasado domingo los asistentes podían elegir más de uno de los cuatro escenarios que se les planteaba y donde ganó el “no investir a Mas”. Baños entiende que “marzo está muy lejos y no es lo óptimo”, asegurando que el propósito de la CUP es un Govern lo antes posible y de carácter “sólido, transversal y con mucha pluralidad”.
A pesar del veto escenificado, su formación no descarta taxativamente que Mas pueda ser president puesto que “no ha cambiado nada respecto al viernes”. Eso sí, cuestionado sobre si dentro de su grupo alguien podría descolgarse para ofrecer los dos votos que el líder de CDC necesita, negó que puedan darse “tamayazos”. “Sondear qué quiere cada uno de los diez diputados es irrelevante porque si la asamblea decide sí a Mas, votaremos a Mas”, se limitó a precisar. O lo que es lo mismo, sigue instalado en el “no tranquilo” con que despachó la segunda sesión del debate de investidura.
atacada una sede de cdc Su compañera Anna Gabriel destila un discurso más enrocado que certifica las diferencias internas, tanto en el contenido como en las formas, que desprende la CUP en sus declaraciones. “Si de verdad estamos en un momento de ruptura con España, que demuestren que quieren hacer cosas nuevas. Si es así y apuestan por encontrar un candidato de consenso, la CUP mañana mismo votaría la investidura”, argumentó respecto a las negociaciones. La diputada sostuvo que parte de lo que su fuerza exige condicionará la aprobación de los presupuestos, cuestión para la que sería obligatorio “deshacer algunas privatizaciones”, pero a su juicio Junts pel Sí ha colocado una línea roja en esa materia. Lo cierto es que exclamaciones altisonantes como la de “¡Alerta Convergència, se nos acaba la paciencia!, escuchadas en la asamblea cupera, no contribuyen ni a un clima de cordialidad de cara a las conversaciones ni mucho menos a pensar en que éstas cristalicen en el pacto que ansía la gran mayoría del soberanismo. Tampoco las pintadas en contra de Mas que aparecieron ayer en la sede de Convergència en Premià de Mar, y que fueron reivindicadas por Arran, la organización juvenil de la CUP, la corriente más reacia a dar su brazo a torcer.
Con acontecimientos semejantes no es de extrañar que el pesimismo reine en el sector más duro de Convergència. “No nos podemos permitir el lujo de tener un gobierno interino tanto tiempo”, espetó nuevamente el candidato de Democràcia i Llibertat al 20-D, Francesc Homs, cargando contra la “actitud incoherente” de la CUP con Catalunya por su “cultura de veto” y por “pensar solamente en ellos”. Falta por comprobar cuál será la respuesta inmediata de Mas después de que, trasladadas sus concesiones, no haya recibido el paso adelante que requirió de la fuerza radical. Desde luego, no parece que sea él quien vaya a hacerse a un lado.