si el pasado mes de junio las siglas CiU pasaron a la historia, otro tanto ocurrirá en breve con una de las patas de la extinta coalición, Convergencia Democràtica de Catalunya (CDC). La formación que lidera Artur Mas culminará en los próximos meses su propio procés que, en última instancia, pasará por resetear el partido y empezar de nuevo.
El mapa de las formaciones en Catalunya es el principal indicador de que, tras el proceso soberanista, el panorama no volverá a ser el que era. La sociedad catalana ha presionado a sus líderes políticos para que se posicionen acerca de una eventual independencia y estos han respondido forzando los márgenes estratégicos de sus respectivos partidos hasta deformarlos por completo. Así pues, el partido fundado por Jordi Pujol en 1974 tiene los días contados, porque tal y como anunció su coordinador general, Josep Rull, el mismo día que se constituya la nueva formación se disolverá la anterior.
Fuentes de CDC consultadas por DNA apuntan a la necesidad de “sobrevivir al tsunami del procés y salir reforzados”, por lo que ven en este paso una oportunidad de dejar atrás el lastre de la corrupción y de airear el ideario que, reconocen, peca de conservador en determinados aspectos. La reformulación de este nuevo espacio no ha sido sencilla ni ha estado exenta de serios reproches en el propio seno de Convergencia, ya que su ala más liberal sigue mirando con recelo la reconversión del espacio convergente. Pese a todo, y en un sincero esfuerzo por actualizarse, reconocen que la única salida realista pasa por establecer un nuevo marco que albergue un ideario remozado.
Las siglas de la nueva formación aún se desconocen, aunque seguro que estarán condicionadas por la marca blanca Democràcia i Llibertat con la que CDC se presenta a las elecciones generales del 20 de diciembre. Tampoco se ha concretado la fecha de su irrupción, ya que ello depende en gran medida de la hipotética investidura de Artur Mas como president de la Generalitat. Si esta no se consumara en el periodo legalmente establecido, los catalanes se verían abocados a unos nuevos comicios en marzo. Otra campaña electoral volvería a desplazar el calendario de presentación de esta formación que aspira a presentarse en sociedad en un plazo de no más de cuatro o cinco meses.
Josep Rull es el artífice de esta evolución que finalmente acabará convirtiéndose en ruptura. Rull recibió el encargo de Artur Mas de trazar las líneas maestras de una refundación que se ha estado gestando durante algo más de 24 meses. En este periodo, la política catalana ha sufrido los vaivenes más severos de las últimas décadas, lo que ha revertido inevitablemente en el planteamiento del nuevo partido. Los resultados electorales de los últimos comicios también han empujado a los líderes de CDC a tomar decisiones y posicionarse fuera del radio que delimitaba su espacio electoral. El caso más extremo y reciente son las concesiones que los convergentes están llevando a cabo en las negociaciones con la CUP para lograr el pacto de investidura. Con estos gestos, los líderes de CDC demuestran haberse desacomplejado en cuanto a sus líneas rojas en materia económica y de políticas sociales.
Unos límites que, según las palabras de Rull de los últimos días, se desdibujarán para redefinirse en un espacio más amplio y central en el nuevo estado catalán. “Habrá gente del mundo demócrata, del mundo liberal y del mundo socialcristiano”, aseveraba Mas la pasada semana en la presentación de Democràcia i Llibertat. De esta confluencia beberá principalmente el nuevo partido, que integrará en su seno a sensibilidades que se han desmarcado de sus formaciones de origen en los últimos años: Reagrupament -escisión de ERC- y Demòcrates de Catalunya, que salió rebotada de Unió Democràtica de Catalunya (UDC).
Líderes Otro de los enigmas pendientes es el nombre de las personas que encabezarán esta nueva propuesta política. Si bien Rull plantea un “trasvase” de espacio y liderazgo de una formación a otra, las fuentes consultadas señalan que lo que es seguro es que ninguna persona vinculada a casos de corrupción ocupará cargos de responsabilidad. Esta maniobra deberá servir de borrón y cuenta nueva para dejar libre de toda acusación al nuevo partido de Mas.