estos son mis principios; si no le gustan, tengo otros”. Groucho Marx se pasea por la política española sacando pecho. No es ya la cacareada “política líquida” la que practican algunos de los candidatos más paseados por los platós donde aparecen haciando cualquier cosa menos explicar su programa; es que hemos pasado del estado líquido al gaseoso, donde es imposible retener una idea de fuste entre la lluvia de ocurrencias cambiantes que llenan los espectáculos pseudopolíticos.
Albert Rivera, por ejemplo, tomó como idea heredada de UPyD suprimir el Concierto Económico y el Convenio navarro. Como Pablo Iglesias pasaba por aquel “cafelito” televisado se le ocurrió que no podía ser menos. Y entre los dos montaron un lío. Bastante más claro lo tenía la socialista Susana Díaz, que sabía lo que decía y había avisado previamente a varios periodistas que pensaba hacer batalla electoral con la cuestión.
Cuando los focos se apagaron, a Ciudadanos le pareció que no ganaba nada en España y perdía todo en Euskadi. Somos pocos, vale, pero cuando las previsibles mayorías van a ser muy ajustadas cualquier grano hace montón. Así que los de Rivera sacaron a última hora de su programa electoral la supresión de este régimen económico que reconoce el derecho foral vasco.
Según explicó su portavoz en Euskadi en visita al programa En jake, de ETB, “no es una cuestión prioritaria”. Pero Nicolás de Miguel (ex UPyD) se vino arriba y, en vez de dejar la cosa así, se lanzó a decir que el Cupo se rige por un porcentaje “como el número pi” y que “nadie entiende de dónde sale esa cifra” porque es “como un arcano mediterráneo”. No me digan qué quiso decir exactamente porque eso sí que me parece indescifrable. Tomen nota: aunque en Euskadi no saquen escaño, casi seguro que serán al menos tercera fuerza en España.
Ciudadanos quitó la supresión del Concierto. Y también, según dijo De Miguel, el copago por servicios básicos transferidos. Es decir: primero cuento cuál es mi programa y si veo que no gusta demasiado, saco otro.
En esto de ir amoldando el programa a las apetencias de futuribles votantes sin importar demasiado los principios, los naranjas compiten con Podemos. De asaltar los cielos mediante una revolución (democrática, pero revolución) a buscar el centro del tablero político. Y así, lo mismo cabe un filósofo marxista que un general que hasta antes de ayer tenía como misión defender la unidad de España con sus Mirage y F-18. Lo importante es vender cantidad... lo de la calidad, las primarias democráticas, los principios al fin y al cabo, son otra cosa.
Esto no ha hecho más que empezar. Si cuando aún no están condicionados por sus obligaciones institucionales y, sobre todo, por el pragmatismo al que obliga gobernar (que se lo digan a Manuela Carmena) ya andan así, calculen en qué quedará ese programa que ya venía con una consistencia endeble y que va camino de evaporarse.