gasteiz - Europa intenta recuperarse de la conmoción por los atentados de París, casi sin tiempo para el luto porque sus fuerzas de seguridad permanecen alerta para detectar a los yihadistas huidos y desactivar nuevas amenazas. Francia, en estado de excepción, se ha inclinado por una respuesta bélica y ha explorado cambios normativos para restringir libertades ciudadanas y estrechar el control. En Euskadi y España, el PNV plantea contención, no endurecer las leyes y exprimir las herramientas democráticas que ya existen. Por ello, no quiere firmar el pacto antiyihadista de PP y PSOE, que contempla la cadena perpetua (prisión permanente revisable). Cree que esa condena no sirve para amedrentar a quien está dispuesto a morir inmolándose. Es más, podría provocar el efecto contrario: los jeltzales recuerdan que nunca han defendido las medidas de excepción, tampoco contra ETA, porque a menudo han sido retorcidas por los activistas para hablar de guerra entre dos bandos, justificar sus atentados y entrar en una dinámica de acción-reacción. Por ello, el PNV pide un nuevo consenso desde un “folio en blanco”.
Sobre la posibilidad de bombardear feudos yihadistas en Siria, el lehendakari ha expresado su rechazo porque afectaría a civiles inocentes y podría radicalizar más a los militantes del Estado Islámico. Los jeltzales no quieren entrar en una subasta de propuestas sobre la guerra, sino que cualquier actuación sea coordinada desde Europa. Algo que no hizo el expresidente Aznar cuando se adentró en la guerra de Irak con Estados Unidos y Reino Unido en pos de unas armas de destrucción masiva que nunca aparecieron. Como consecuencia, llegaron los atentados contra los trenes de Madrid el 11-M.
El presidente del EBB, Andoni Ortuzar, propuso ayer en TVE una respuesta “muy firme, muy dura, pero desde la democracia”. Lo cierto es que, aunque defiendan el pacto antiyihadista, tampoco PP y PSOE han dado ningún golpe sobre la mesa para abogar por entrar en guerra. De momento, contención, salvo en el caso de Albert Rivera. El líder de Ciudadanos ha causado sorpresa al opinar que no se acaba con el yihadismo con un minuto de silencio, y que no le gustan las guerras pero menos aún el terrorismo. En realidad, coincidió en coordinar respuestas con la OTAN, pero pareció instigar una respuesta militar.
Según distintas informaciones, el PP aguarda a que pasen las elecciones generales del 20 de diciembre para concretar más la respuesta, aunque una petición expresa de ayuda por parte de París podría alterar los tiempos. Mariano Rajoy, no obstante, parece decidido a acordar las medidas con Europa y con los partidos estatales, huyendo de la nefasta experiencia de las Azores. Desde el PSOE, Pedro Sánchez habló en un primer momento de respuestas de fuerza, pero después remitió a la estrategia europea. No comparte la prisión permanente revisable, pero aun así firmó el pacto antiyihadista. Podemos no quiere la guerra y pide, por el contrario, decretar un embargo de armas a todos los bandos en Siria e Irak para acabar con ambos conflictos. La izquierda aber-tzale ha recalcado que no se decantará por las medidas de excepción.
los seis ejes del pnv Fuentes jeltzales consultadas aseguran que el pacto antiyihadista no les convence en las formas (lo cocinaron PP y PSOE) ni en el fondo (por contener la cadena perpetua). Como tercer principio, no quieren señalar a colectivos sociales como el musulmán, algo muy peligroso para la convivencia. En cuarto lugar, piden a Madrid que la Ertzain-tza pueda acceder a las bases de datos internacionales, en lugar de recibir la información de segunda mano por boca de la Policía española. En cuanto a la guerra, piden que cualquier intervención militar se coordine desde Europa. Por último, quieren dejar ese debate al margen de las elecciones de diciembre.
Preguntado por si el PNV apoyaría a Madrid en una guerra, Ortuzar dijo ayer que pediría un plan europeo para que cada país no vaya por libre. Sobre las medidas de excepción, pidió poner más énfasis en la prevención. “Parece que estamos amparando un régimen de excepcionalidad que a nosotros no nos gusta. Queremos darle a este tema la máxima normalidad posible y, desde la democracia hay elementos suficientes como para tratar esta cuestión. La excepcionalidad siempre abre grietas en la democracia y abre posibilidades de extralimitarse”, dijo.