Barcelona - “El debate no se acaba esta mañana”. Aunque la CUP rechazó ayer por segunda vez la investidura de Artur Mas, incluida la última oferta del líder de Convergència de facilitar su reelección para en diez meses someterle a una cuestión de confianza; la puerta para el acuerdo se vislumbra abierta ante el tono conciliador empleado por Antonio Baños y dado que el cabeza de lista cupero no descartó esta vez, explícitamente, que el president en funciones pueda repetir en el cargo. Fue éste, según el dirigente de la fuerza anticapitalista, un “no tranquilo”, una negativa matizada por el interés de no llegar al extremo de comicios anticipados el próximo marzo, el deseo de que el proceso independentista no salte por los aires y la exhortación a Mas a que vaya aún “más lejos” para obtener la fumata blanca. “Prefiero un sí intranquilo”, replicó el aspirante a jefe del Govern.
Marcado el debate por la decisión del Tribunal Constitucional de suspender cautelarmente la moción rupturista -hasta el punto de que funcionarios del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya entregaron personalmente la notificación de la resolución a la Mesa del Parlament, a la presidenta de la Cámara, Carme Forcadell, y al propio Mas-; el líder de CDC, a quien le bastaba una mayoría simple para salir airoso, se erige en el primer candidato de la historia de Catalunya en recibir un doble revés que abre un escenario incierto donde el plazo para el consenso expira el 10 de enero. El optimismo reside en que la CUP “ve cerca” el pacto al entender como un avance la nueva oferta de Mas, sumada a la precedente de delegar poder en tres vicepresidencias con mayores competencias. “Evalúen la gestión” y, “si no se supera, se cambia de presidente”, ofreció el convergente, a lo que Baños respondió de entrada con un “no” a modo de “estímulo para ir más lejos”. Es decir, aclaró, en ningún caso es “un no enrocado” porque “ciertamente, valoramos su movimiento” de fiscalizar al futuro president, aunque para el líder de la CUP no cumple uno de los objetivos principales, maximizar la mayoría social a favor de la secesión.
A Mas se le notó apesadumbrado en este segundo intento porque cree que es hora de empezar la “transición de la autonomía al Estado propio”, sin demoras, recomendando al partido antisistema que no caiga en el mismo “inmovilismo que demuestra el Estado” con la diatriba catalana porque, en esa tesitura, “las cosas se pudren”. “Cada día que pasa es un día en contra de nuestro mandato en las urnas”, describió Mas antes de detallar la nueva arquitectura gubernamental planteada. Un ejecutivo coral donde entregaría poderes a tres macroáreas: una de economía y educación; otra institucional, de exteriores y transparencia; y otra enfocada en el Estado del Bienestar; al mando de Oriol Junqueras, Raül Romeva y Neús Munté, respectivamente. En este sentido, intentó dar normalidad al esquema recordando que tanto Jordi Pujol como Pasqual Maragall delegaron en su día parte del poder en un conseller en cap. “¿Esto es devaluar la presidencia de la Generalitat? Algunos parecen que tiene alergia a esto de votar, no es tan dramático”, zanjó, instando a los diez diputados de la CUP a que “reflexionen” para que no “impongan sus programas” quienes no ganaron en las urnas el 27-S y a que se corresponsabilicen en el intento de gestar la república catalana. Para ello, les conminó a hacer “cesiones” porque “hay tiempo para resolver esta cuestión, pero no mucho”, avisó, aunque Baños le exigió que no les emplace “de manera unilateral porque somos todos los que debemos ponernos las pilas”.
Al pressing sobre la CUP se unió la republicana Marta Rovira, demandándole que apoye la constitución de un gobierno “fuerte, plural, amplio y democrático” y, en su llamamiento a la unidad, subrayó que “nos necesitamos todos”. Hasta la Asamblea Nacional Catalana ha recurrido al lema cupero de campaña Governem-nos junts (Gobernémonos juntos) para la manifestación del próximo domingo frente al Parlament como método de cortejo al apreciar “frustración y enfado” entre el independentismo de calle por la falta de acuerdo, y esperan que no haya que aguardar a la jornada de debate nacional que la fuerza anticapitalista tiene programada para el día 29 con el propósito de diseñar estrategias. Según Baños, “no caeremos en la trampa de dividirnos ya que el objetivo es compartido y está muy cerca”, recomendando al entorno de los compañeros de viaje soberanistas que eviten presionarles mediante “gesticulaciones y acusaciones entre nosotros” ya que “esto gusta mucho en Madrid pero nos debilita”.
En este contexto donde el Constitucional tiene la lupa puesta en 19 altos cargos del Govern, así como en Forcadell y Mas, éste último evocó que algo semejante hizo el Alto Tribunal con la consulta del 9-N “y las urnas se pusieron”, acusando al Ejecutivo de Mariano Rajoy de “abusar” de esta institución judicial “para hacer política contra el proceso”. “Nada nuevo en el horizonte, ya estamos acostumbrados”, apostilló. Por su parte, la oposición arremetió contra las intenciones de la Generalitat de hacer caso omiso de la suspensión de la declaración independentista. “Usted pone en peligro el autogobierno y a los funcionarios y ciudadanos”, le espetó la dirigente de Ciutadans, Inés Arrimadas, censurándole que “intente pasar a la historia a cualquier precio”. Para el socialista Miquel Iceta Mas busca “poner a subasta la presidencia” para salvarse y “destruyendo una nación para construir un Estado”, mientras que el popular Xavier García Albiol le advirtió de que si se acaba suspendiendo la autonomía catalana, “usted será el único responsable”.
Acabada la sesión volvieron a multiplicarse las reuniones y corrillos. Al president se le notó molesto desde el inicio disgustado por la estática actitud cupera desde la reunión del miércoles en el Palau. “No ha sido un buen día”, confesó. Tras ser rechazado por vez primera, fue el primero en moverse. Ahora, quizás le toque a la CUP. Junts pel Sí, que cierra filas, así lo cree y no esperará eternamente.