Barcelona - “Sin investidura, el proceso quedará encallado. Si no hay bastante sintonía entre el timón y las velas, no hay navegación, y puede que la embarcación vuelque”. Prosa o poesía marinera, Artur Mas habló alto y claro en esta velada alusión a la CUP en un discurso de investidura que el líder de Convergència quiso revestir de gran carácter social pero refrendando la necesidad de emprender la hoja de ruta independentista porque cualquier tercera vía ya “está muerta”. Fue en la parte final de su alocución cuando el president en funciones, que previsiblemente no gozará hoy del respaldo de la fuerza anticapitalista, lanzó esta advertencia consciente de que “no se entendería que tuviéramos un Parlament plenamente operativo conviviendo con un Govern que deriva de la anterior legislatura”. Por ello, y animado por un reto, el secesionista, que catalogó como “gigantesco”, animó al partido soberanista del que depende para ser reelegido a confiar en él como activo por todo su aporte para que el procés goce ahora de un cariz transversal y porque “no sobra nadie”.

Después de que en los últimos días saliera a relucir que la CUP estaría en disposición de apoyar a cualquier otro dirigente de CDC sin sospechas de corrupción ni estar implicado en los recortes, Mas añadió que en su agenda próxima anida un mandato corto, de no más de 18 meses, que sirva para preparar la ruptura y convocar otras elecciones “en primavera o verano de 2017”, donde él ya no sería candidato. “Estamos legitimados para construir la república catalana”, destacó, descartando cualquier otra solución intermedia porque “llevamos más de cien años proponiéndolas, la última el Estatut de 2006, y nunca han llegado a buen término”. Año y medio donde las prioridades residirían en culminar el proceso constituyente “de base ciudadana”, cerrar el diseño definitivo de las estructuras de Estado, además de tramitar la ley del proceso constituyente y la ley de transitoriedad jurídica, todo ello “con voluntad de diálogo permanente con el Estado para garantizar la seguridad jurídica”.

plan de choque social Dado que Junts pel Sí y la CUP negocian un programa eminentemente social, al jefe del Govern no le quedó otra que lanzar un “plan de choque”, como lo denominan los cuperos, en el que habría medidas concretas contra la pobreza energética y la falta de vivienda, subrayando la creación de una Agencia Catalana de Seguridad Social que asumiría las prestaciones que cubre ahora el Estado, tales como las pensiones y el paro. “Catalunya no solo tiene capacidad para garantizar el pago de las ayudas actuales, sino que incluso puede mejorarlas”, precisó Mas, cargando a Madrid la responsabilidad de que desde la Generalitat se haya tenido que proceder a realizar recortes. “Con Estado propio seguro que habríamos mantenido el Estado del bienestar”, censuró.

Su decálogo promete gestar una renta garantizada de ciudadanía que sustituya la actual renta mínima de inserción, impulsar la protección del derecho a la vivienda, además de potenciar la integración del modelo sanitario y social con el fin de ofrecer más y mejor cobertura. Entre sus compromisos destaca asimismo la defensa de la escuela inclusiva y de éxito educativo, un plan de apoyo y protección a las familias, un sistema potente de acogida de inmigrantes, fomento de las políticas de lucha contra el machismo y de la cultura, y el impulso del tercer sector social. Empleo aparte, es en el marco de su hoja de ruta independentista donde se hallan los objetivos más relevantes, estructuras de Estado como un banco central y una hacienda catalana porque “Catalunya necesita contar con todas las estructuras para ser un país normal”.

Partidario de dejar la puerta abierta al referéndum pactado con el Estado, avisa de que habrá otro, el referido a la futura Constitución catalana, recalcando una vez más que el soberanismo salió reforzado de las urnas el 27-S, en el caso de Junts pel Sí “con una cifra récord del 40% de los votos”, por lo que nadie “puede atribuirse mayorías silenciosas”. Con este aval, Mas puntualizó que en otros países una mayoría como ésta habría legitimado una consulta al estilo de la escocesa, acusando al Estado español de actuar como una “pseudodemocracia” al usar “la policía, la fiscalía y los tribunales”. Para el líder convergente es “sintomático” que Rajoy se haya reunido con varios dirigentes para tratar sobre Catalunya pero no con quien venció en los comicios, “lo que roza el ridículo”. En este punto apeló a los ciudadanos españoles, por lo que, en castellano, se preguntó: “¿Quién puede sentirse atraído por un Estado que utiliza la ley contra la democracia?”. A su entender, recoger cerca del 50% del respaldo a modo de sufragios es una enmienda a la totalidad de la Constitución del 1978 y a su árbitro, el Tribunal Constitucional.

El president en funciones, que se fija en países como Dinamarca, Austria y Finlandia tanto en cuestiones sociales como en las económicas, aludió someramente el asunto de la corrupción que atañe a su partido al señalar que “después de un gran esfuerzo, Catalunya es una de las instituciones más transparentes del Estado español”. Sin embargo, no profundizó más. “La libertad está por encima de las ideologías y de la siglas”, refrendó, en otro implícito guiño a la CUP. Mas tiene dos meses de plazo para salir airoso y seguir abanderando el proceso hacia la república catalana. Pero ni la CUP ni Convergència están por esperar tanto. El otro escenario es menos halagüeño: elecciones en marzo. Ahí el barco podría sumergirse.