gasteiz - Quizá por tratarse del último Pleno de Política General de la legislatura y la cercanía de las elecciones catalanas y generales, algunas voces auguraban novedades cargadas de efervescencia en el discurso del lehendakari que no se llegaron a producir en la maratoniana jornada parlamentaria de ayer. Iñigo Urkullu evitó sacar cualquier conejo de la chistera y al igual que el pasado año insistió en la política del pacto como único camino para la consecución de acuerdos que acerquen Euskadi a los tres retos nucleares fijados por el Gobierno Vasco desde su toma de posesión: promoción económica y generación de empleo, la consolidación de la paz y la convivencia, y la búsqueda de un nuevo estatus.
Fue esta última demanda la única que aportó un carácter novedoso al estar apoyada en el concepto de Euskadi como “nación foral”, recalcando la singularidad que los derechos históricos conceden al pueblo vasco y trazando un camino que se aleja de la apuesta catalana y, en la misma medida, de la posicion rupturista que defiende la izquierda abertzale.
Sobre esta base asentó el jefe del Ejecutivo autonómico una intervención matutina moderadamente optimista ante un Parlamento Vasco donde la presencia de los tres diputados generales -los tres jeltzales-, acompañados del presidente del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, Juan Luis Ibarra, y el fiscal autonómico, Juan Calparsoro, conformó un oasis frente a la ausencia de más autoridades. Ante esta expectación de perfil bajo, fundamentada en gran medida en la estabilidad institucional que reporta la alianza global entre PNV y PSE -el menor número de periodistas en las gradas también fue evidente-, el lehendakari empleó hora y cuarto para repasar las iniciativas adoptadas a lo largo de los tres últimos años y esbozar las fórmulas con las que plantea abordar un intenso último ejercicio, un ciclo en el que seis nuevos proyectos de ley aterrizarán en esta Cámara.
Pero además de este trabajo en clave interna, Urkullu dejó claro que la atención de su gabinete también estará dirigida a tender los ahora inexistentes puentes con el Gobierno español que surja de las cita con las urnas de diciembre. Así, pretende lograr un pacto que permita a ambas administraciones abordar de forma bilateral los retos pendientes, sobre todo, en ámbitos prioritarios para Lakua como el autogobierno y la convivencia.
Esta aspiración estará ligada a la evolución de la Ponencia de Autogobierno sobre la que el lehendakari quiere cimentar el “espacio común” en el que las divergencias actuales de las fuerzas políticas den lugar a un visión conjunta que ofrezca un nuevo escenario acordado con Madrid.
En este largo camino, Urkullu pasó de puntillas por el espejo catalán y sus comicios del domingo -a diferencia del portavoz de EH Bildu, Hasier Arraiz- y prefirió ponderar la concordancia de todos los grupos ante la necesidad de “actualizar” el autogobierno y adaptarlo a las nuevas necesidades. El lehendakari llegó a “exigir” al Gobierno de España la recuperación del “espíritu del pacto” con el que se diseñó el Estatuto de Gernika en 1979, el “punto de partida” sobre el que, según el líder jeltzale, ha de construirse una nueva convención.
El “anhelo de libertad nacional” que pronunció en su día el lehendakari José Antonio Agirre y que ayer hizo suyo Urkullu es compatible, según el jefe del Ejecutivo autonómico, con la búsqueda del reconocimiento de la “nación foral” a la que aspira el PNV.
Ante esta aspiración reformista, Urkullu cuenta con el respaldo del PSE siempre que se trate de un proyecto “colaborativo” con el resto del Estado, como volvió a quedar ayer de manifiesto en la sesión parlamentaria. Entre las demás bancadas, EH Bildu insiste en que cualquier intento reformista cuyo objetivo se aleje de las pretensiones de la independencia no es válido, mientras que el PP defiende la validez del Estatuto actual y ve el error en la “incapacidad” del Gobierno Vasco para gestionar las competencias que este acuerdo pone a disposición de la principal institución vasca.
legislatura amortizada La visión de que estamos atravesando los minutos de la basura de esta legislatura estatal es aún más contundente en la perspectiva que el lehendakari defiende ante la necesidad de consolidar la paz y fomentar la convivencia.
De ahí que ayer anunciara la presentación de una iniciativa dirigida al futuro Gobierno de España cuyo objetivo será recuperar “la normalidad penal y penitenciaria”, lo que fuentes del Ejecutivo tradujeron como la insistencia para lograr el fin de la dispersión de los presos y la excarcelación de los reclusos enfermos, entre otros aspectos. La etapa posterior a las elecciones estatales también servirá de referencia para alumbrar un segundo planteamiento, esta vez en clave interna, que estará ligado al proyecto de ley de reconocimiento de las víctimas de vulneraciones de derechos humanos no reconocidas que el Gobierno Vasco presentará en las próximas semanas, un proyecto que se fundamentará en “el suelo ético”, según detalló Urkullu.
Esta premisa común es la que ha impedido hasta la fecha reactivar la Ponencia de Paz y Convivencia, en situación de stand by desde que el PSE se negará a compartir mesa con EH Bildu si el partido liderado por Hasier Arraiz no se sumaba al suelo ético, el acuerdo de mínimos en el que, entre otros aspectos, se denuncia el uso de la violencia y que Arraiz insistió ayer en que su partido ya ha asumido. A pesar de este bloqueo, el lehendakari mantiene la confianza en este foro como lugar idóneo para limar diferencias entre grupos; eso sí, siempre con la convicción de que “el extremo debilitamiento de ETA es un hecho positivo” y es “necesarioel final definitivo” de la banda armada.