gasteiz - Antonio aún recuerda los nervios en la boca del estómago. No importa que hayan pasado cuatro décadas. Solo con revivir el momento las violentas palpitaciones regresan a su pecho. Hoy vuelve al escenario en el que se examinó del Preu, la temida prueba que a mediados del siglo XX servía de antesala universitaria.

Al igual que él, otros muchos compañeros de estudios del Alto Deba viajaban hasta Gasteiz para demostrar en este centro examinador de la calle Becerro de Bengoa los conocimientos adquiridos. En esta ocasión repiten etapa, pero esta vez para comprobar lo mucho que han cambiado los muros que soportan este escenario convertido desde hace 35 años en el Parlamento Vasco.

La primera jornada de puertas abiertas en la historia de la Cámara autonómica permitió a Antonio y a alrededor de dos mil curiosos acercarse hasta este emblemático edificio vitoriano que comenzó su andadura como centro de reclusión -“una especie de cárcel”, apuntan los servicios de comunicación del Parlamento- durante la Guerra Civil para constituirse desde 1980 en uno de los principales baluartes del autogobierno vasco.

A lo largo de doce horas ininterrumpidas, las puertas de la entrada principal del edificio estuvieron abiertas de par en par para que todo el que quisiera adentrarse en las entrañas de esta institución tuviera la ocasión de hacerlo. Así lo hizo un grupo de estudiantes de Iparralde ante la atenta mirada de la presidenta de la Cámara, Bakartxo Tejeria, y del resto de la Mesa del Parlamento en la que fue, a las diez en punto, la primera visita de la jornada. Tras ellos, nuevas caras pero misma curiosidad e idénticas ganas de conocer cómo trabajan los políticos que intramuros dictan las leyes que regirán el día a día de los vascos.

La proximidad con la festividad de Semana Santa permitió que muchos de los visitantes fueran turistas de vacaciones en la capital alavesa. Este es el caso de Loli, una canaria cuyo principal interés es conocer el salón de plenos que había observado por televisión en más de una ocasión. “Es más pequeño de lo que pensaba”, apuntó ante la mirada cómplice de su amiga y compañera de viaje, María Cristina, una dominicana que “nunca había entrado en un parlamento” y que se mostró interesada por conocer “cómo se llama el lehendakari de aquí”.

A pocos metros, Bakartxo Tejeria ejercía de anfitriona con otra pareja de turistas, esta vez vascos, a los que explicaba en euskera “el interés” que ha suscitado la jornada de puertas abiertas entre muchos antiguos estudiantes que cursaron sus estudios en este edificio. Sus tareas se multiplicaban y tras finalizar la conversación cambió de acompañantes para inmortalizar la jornada en una fotografía junto a un grupo de estudiantes.

Esa imagen formará parte de la particular historia de esta institución, como también lo hacen los cuadros de los presidentes del Parlamento en las diferentes legislaturas que pueblan la segunda planta, un punto de parada obligada para las visitas, como reconocen los ujieres del Legislativo que por un día compaginaron sus quehaceres habituales con la improvisada función de guías.

Pero la verdadera joya de la corona, el epicentro del interés no es otro que el salón de plenos. El escaño del lehendakari y el lugar ocupado por la presidenta son los más solicitados a lo largo de la jornada, seguidos de cerca por los asientos reservados para la prensa. Desde la perspectiva de la canallesca, José y Lidia, matrimonio barcelonés, constata las diferencias entre estas dependencias y las de su Parlament. “Aquello es bastante más circo”, afirma José en relación a la forma ovalada del hemiciclo catalán, aunque ante el más que previsible equívoco que puede generar su apreciación añade, con humor, que “circos realmente lo son todos”.

Mezclado entre los visitantes, Carmelo Barrio accede a las dependencias parlamentarias como cada jornada desde hace 25 años. Junto al portavoz jeltzale, Joseba Egibar, es el aforado en activo que más legislaturas acumula. Desde 1990, con apenas 30 años, ha visto desfilar a innumerables personalidades por esta institución, de entre las que destaca con un cariño especial al Dalai Lama.

De este cuarto de siglo, el dirigente popular destaca el “reflejo de la sociedad que ha sido el Parlamento” y las “buenas relaciones” existentes entre los que han trabajo dentro de esta institución: políticos, periodistas y funcionarios. “Una buena fusión”, apunta el parlamentario.