bilbao - La izquierda abertzale trató de sacudirse ayer la presión del PNV. Después de que EH Bildu planteara su vía desobediente hacia la independencia, los jeltzales interpretaron que intentaba poner el foco en exclusiva en el derecho a decidir para dejar la pelota en el tejado del PNV, cuando aún están pendientes otros retos clave como el cierre de la violencia de ETA, donde la izquierda abertzale debería asumir sus responsabilidades. Por ello, los jeltzales recordaron que habría que abordar también la paz para debatir con mayores garantías si cabe sobre el nuevo estatus de autogobierno. Pero el presidente de Sortu y parlamentario de EH Bildu, Hasier Arraiz, respondió ayer que “la mayoría de las condiciones que han establecido no están ni en las manos de EH Bildu ni en las de Sortu”. En cualquier caso, según argumentó en Euskadi Irratia, aunque la izquierda abertzale superara esas metas, el PNV “se inventaría otras” porque en realidad no quiere acordar y prefiere contentar al socialismo.
Cuando la coalición presentó su vía vasca hacia la independencia, los jeltzales llegaron a la conclusión de que trataba de llevar el debate político al terreno más cómodo para ella, fijándose únicamente en el derecho a decidir y la ruptura con el Estado. Según fuentes del EBB consultadas por este diario, el partido se propuso entonces buscar una fórmula para emplazar rápidamente a la izquierda abertzale y a ETA en materia de paz y convivencia, con el propósito de que EH Bildu no consiguiera que pasaran inadvertidas tantas décadas de violencia y los retos pendientes en el plano de la reconciliación o el desarme. En ese contexto se forjó el manifiesto leído por Andoni Ortuzar el pasado lunes, cuando apostó por abordar cuanto antes la desmilitarización de ETA, el reconocimiento del daño injusto causado, la resocialización de los presos y el fin “reconocible” de la organización armada para poder abordar después el debate del nuevo estatus.
Según las mismas fuentes, lo que pide el PNV es un emplazamiento contundente de la izquierda abertzale a la organización armada para que se desarme, reconozca el daño injusto causado y permita que los presos se acojan a beneficios penitenciarios e incluso a la vía Nanclares, que agrupa a los presos críticos con la violencia que han abogado por reparar a las víctimas. Los jeltzales han mantenido varias reuniones con Sortu en los últimos meses para trasladarles sus planteamientos sobre paz y autogobierno.
Los jeltzales quieren que Sortu pida ese cierre de la violencia a ETA, y no que la organización se disuelva como condición para debatir sobre el nuevo estatus. Son dos planos distintos. El PNV lo que pide es un emplazamiento de Sortu, que ayudaría a normalizar las relaciones políticas entre todos los partidos y a abordar el nuevo estatus sin tantos condicionantes. Al partido le bastaría con ese gesto de buena voluntad de la izquierda aber-tzale, con que algo empiece a moverse en ETA y con encarrilar el desarme y el debate de los presos. Pero tampoco se cruzará de brazos hasta que Sortu dé el paso. La ponencia parlamentaria del nuevo estatus seguirá adelante, si bien el PNV espera que en algún momento se entrecruce con el cierre de la violencia para cicatrizar heridas y porque facilitará lograr mayorías sobre el nuevo estatus. Arraiz, por su parte, vio claro que el objetivo del PNV es “llegar a acuerdos con el PSE en el máximo de lugares posibles” tras los comicios municipales y forales. Pidió acuerdos entre EH Bildu, PNV y Podemos.