Arantza Quiroga no logra remontar. Año y medio después de suceder a Antonio Basagoiti al frente del PP de la CAV, la presidenta de los populares vascos está lejos de conseguir su objetivo de revitalizar un partido en franca deriva interna y electoral. La proximidad de los comicios municipales y forales del próximo mes de mayo han agravado las disensiones internas, de manera que las voces críticas ya no se esconden, algunos barones territoriales plantan cara al proyecto de Quiroga y no termina por cerrar la fractura interna con el PP alavés que se abrió con el congreso del partido del pasado marzo.
Lejos de suturar la herida que provocó Quiroga con el apartamiento del alavés Iñaki Oyarzábal como número dos del partido y el enfrentamiento subsiguiente con el presidente en ese territorio y ahora ministro, Alfonso Alonso, la dirigente popular ha encendido las alarmas en la formación al cuestionar el deseo del PP guipuzcoano de reeditar la plancha electoral de las instituciones más importantes del territorio, una intención que choca con la voluntad de Borja Sémper, que ya no oculta su malestar con el pressing de la presidenta.
Para más inri, en plena Navidad el PP vizcaino, el más próximo a Quiroga en estos momentos, dio un golpe de mano inédito en el partido al cesar como portavoz en las Juntas Generales de Bizkaia a Esther Martínez, quien fuera en 2011 candidata a diputada general y que durante muchos años ha tenido responsabilidades importantes tanto en la ejecutiva vizcaina como en la del PP vasco. La ejecutiva de Antón Damborenea -que ha contado con el visto bueno de Quiroga- se ha quitado de encima en los últimos meses a quienes fueron cabeza de cartel y posteriormente portavoces del PP en el legislativo vizcaino y en el Ayuntamiento de Bilbao, Esther Martínez y Cristina Ruiz, respectivamente, esta última desplazada el pasado otoño al Parlamento Vasco.
En Gipuzkoa, Quiroga lidera directamente las presiones para dar la vuelta al calcetín a las candidaturas y desplazar al portavoz en el Ayuntamiento de Donostia, Ramón Gómez, y su homólogo en las Juntas, Juan Carlos Cano, en contra de la opinión de la ejecutiva territorial del PP.
situación crítica Todo ello en un contexto endiablado, en el que solo el PP alavés tiene claro su plantel para las elecciones de mayo, en las que repetirán de candidatos Javier de Andrés y Javier Maroto. El tiempo corre en contra de los populares. Todos los partidos -a excepción de Podemos- tienen listas sus planchas y algunos ya protagonizan actos preelectorales. Sin embargo el PP sigue sin candidatos en Bizkaia y Gipuzkoa, aunque su intención es despejar la incógnita tras el parón navideño.
La ausencia de cabezas de cartel desdibujan una oferta política que pasa por uno de los peores momentos de su historia. En su primer test en las urnas como presidenta del PP de la CAV, Quiroga obtuvo el pasado mayo 77.476 papeletas, que representa un escaso 10,21% de los votantes vascos, el peor resultado de los populares en las últimas décadas, lo que les hundió a cuarta formación de Euskadi, muy alejada del pelotón de cabeza. Pero según los sondeos, las expectativas del partido son incluso peores tras la casi segura irrupción de Podemos, que situaría al PP como quinta fuerza en Bizkaia y Gipuzkoa, y tercera en Araba. Según las últimas encuestas, Quiroga obtiene una deficiente valoración de los ciudadanos vascos, de 2,5 puntos sobre diez, y su puntuación sigue descendiendo desde que fue designada presidenta de los populares vascos. De hecho, solo la mitad de quienes declaran haber votado PP en las elecciones europeas de mayo aprueban a Quiroga, según desveló el Sociómetro Vasco de diciembre.
Parte del cúmulo de problemas que se le agolpan a la líder de los conservadores vascos tienen su origen en la decisión de Quiroga de renovar el mensaje de los populares y adaptarlo al nuevo tiempo que supone el fin de la violencia de ETA. De puertas para fuera esto se traduce en una reivindicación del PP vasco como “alternativa” al PNV, que se ha traducido en su negativa a facilitar los Presupuestos vascos de 2015 y en la promesa de una novedosa posición sobre el “modelo de país” nunca concretada. En clave interna, la propia Quiroga exigió a mediados de diciembre “un cambio de actitud” de los cargos del partido que opten a ser candidatos en las elecciones porque, según dijo, existen nuevas formas de hacer política que demandan los ciudadanos.
Esta afirmación se ha interpretado en amplios sectores del partido como una crítica a los políticos populares que han sido el rostro y la voz del PP en las principales instituciones vascas. A los hechos se remiten: Esther Martínez y Cristina Ruiz no repetirán, y Quiroga prefiere cambiar también a Ramón Gómez y Juan Carlos Cano en Gipuzkoa, aunque, eso sí, no osa tocar el tándem de los dos Javieres que gobiernan en Araba.
Quiroga considera que esta renovación de rostros es consecuente con la que ella misma lideró el pasado mes de marzo cuando sustituyó a Iñaki Oyarzábal como número dos por la entonces secretaria general en Bizkaia, Nerea Llanos, decisión que casi le provoca un cisma con los populares alaveses, que por primera vez vieron reducido su poder en el núcleo duro del PP vasco.
El deseo de Quiroga de sustituir a Ramón Gómez por un candidato con más gancho ante el alcalde de Bildu, Juan Karlos Izagirre, choca con la apuesta de Borja Sémper y la ejecutiva guipuzcoana, que quieren que el actual portavoz municipal repita. El propio dirigente del PP de Gipuzkoa se ha autodescartado para el puesto -una de las posibilidades que barajaba Quiroga-. En una reciente entrevista, Sémper manifestaba su “confianza absoluta” en Gómez, su percepción de que entre la afiliación guipuzcoana “es el candidato más querido” y lanzaba un mensaje a Quiroga, a quien se la criticó en su momento por haber sido designada a dedo: “A mí no me gustan los dedazos -dijo Sémper-. La elección de candidatos no debe realizarse por la voluntad unilateral de ningún dirigente político”.
partido jerárquico Pese a este pulso, Quiroga sigue apostando por el cambio en Gipuzkoa y quiere “lo mejor para el partido”, lo que en su opinión no quiere decir que sea lo mejor para los que actualmente ocupan los sillones de las instituciones. Desde el sector más próximo a la presidente se considera que hay un “enroque” claro en la postura del PP de Gipuzkoa y se esgrime que el partido tiene toda la “legitimidad” para renovar las candidaturas. “La elección de candidatos no es asamblearia”, aducen, y ponen como ejemplo que aunque la presidenta del PP de Madrid, Esperanza Aguirre, se postule como candidata, será Mariano Rajoy quien dirá la última palabra. Y es que son las ejecutivas territoriales las que proponen las planchas pero estás deberán pasar por el visto bueno del Comité Ejecutivo Regional y, posteriormente, por el que preside Rajoy.
La renovación en Bizkaia ha pasado por emplear medidas más expeditivas promovidas por el presidente territorial, Antón Damborenea, y por su nuevo número dos, el edil en Getxo Javier Ruiz, al que no le ha temblado la mano a la hora de desplazar a Cristina Ruiz del Ayuntamiento de Bilbao al Parlamento Vasco, y con la más sonada destitución la semana pasada de Esther Martínez como portavoz en las Juntas Generales del territorio.
El enfrentamiento de la juntera con Damborenea viene de lejos. Apoyada en Antonio Basagoiti, disputó la presidencia del PP vizcaino en 2012 y perdió. La marcha del anterior líder del PP vasco provocó su caída en desgracia y Arantza Quiroga no renovó su presencia en la ejecutiva del PP de Euskadi. Próxima a los postulados del PP alavés, Martínez se erigió como máxima representante del sector crítico en Bizkaia cuando exigió en una reunión interna el pasado marzo una organización “más abierta” y criticó la elección como secretario general en el territorio de Javier Ruiz, el mismo que la llamó por teléfono el pasado 26 de diciembre para anunciarle que quedaba relevada de su cargo de portavoz juntera, después de haber emitido un voto diferente al de sus compañeros en la aprobación de los presupuestos del legislativo foral.
críticas de sémper y oyarzábal Las maneras como se produjo la destitución, la falta de motivos claros para la decisión -Javier Ruiz la acusó de “excesivo personalismo” en víspera de elecciones y la ejecutiva de Quiroga habla de ella como una outsider que no cuenta con apoyos- y las discrepancias precedentes manifestadas por Martínez han causado una fuerte impresión en amplios sectores del partido, que no ocultan su malestar.
Dos voces autorizadas del PP han salido públicamente en defensa de Martínez. Inmerso en el pulso con Quiroga por el asunto de las candidaturas, el presidente del PP guipuzcoano, Borja Sémper, decía la semana pasada que la destitución de la juntera vizcaina le había “entristecido” por “perder una baza como la suya de gran valía personal y política”. Más contundente fue Iñaki Oyarzábal, que se ha erigido como un referente de las voces críticas en el PP vasco tras su apartamiento el año pasado. Tachó la destitución de Esther Martínez de injustificada y llegó a descalificar la decisión de la ejecutiva vizcaina como una “torpeza política” porque, explicó, su partido no puede “prescindir de personas de la valía” de la juntera.
Oyarzábal aprovechó para lanzar un mensaje a la presidenta del PP vasco al afirmar que de cara a la confección de listas “lo primero es saber valorar el trabajo de las personas que en estos últimos años han estado también dejándose la piel en las instituciones”. Como él, le faltó decir.