alguien se cree que Yolanda Barcina, ahora y de repente, renuncie por motivos personales a la oportunidad de seguir en el poder? Pues no. ¿Alguien se cree que, ahora y de repente, Yolanda Barcina se haya convertido a la humildad y haya decidido rebajar su imagen? Pues tampoco. ¿Alguien se cree que Yolanda Barcina se fía de que sus cofrades de partido no vayan a conspirar contra ella? Pues mucho menos. Ella no da puntada sin hilo. Ella, que tomó carrerilla hace veinte años como alto, altísimo cargo, ya advierte que ahí seguirá como copiloto. Pero, cuidado, que esta vez Yolanda Barcina da un salto y se piensa dedicar a conspiradora de altos vuelos.
Ella sabe, o al menos así se lo han hecho saber quienes mueven sus hilos, que su imagen como candidata de UPN a la presidencia de Nafarroa es incompatible con la posibilidad de acuerdo con el PSN, única oportunidad para mantener el Régimen que impera en la Comunidad Foral desde hace décadas. Sus incondicionales así se lo han expresado y, a regañadientes, se hace a un lado consciente de que si a UPN le falta el poder el partido entra en crisis.
Y aquí es donde confluyen dos situaciones superpuestas, que Barcina ha aceptado gestionar para su beneficio.
Hay en Nafarroa unas fuerzas poderosas que pretenden eternizar el Régimen, unas fuerzas que abarcan las dos orillas:
La orilla de UPN, con la convicción de que solo el pacto con el PSN ha garantizado hasta ahora la pervivencia del Régimen. Y aquí, liderados por Miguel Sanz, los sempiternos poderes fácticos de la derecha navarrista: la patronal de caciques y familias, los estómagos agradecidos, un sector poderoso de la Iglesia y algún hostelero bien relacionado. Todos ellos a la búsqueda de un candidato que garantice el pacto por el poder.
La orilla del PSN, las fuerzas agrupadas entre los eternos intrigantes, los obsesos del antinacionalismo, las izquierdas de salón, los sindicalistas reconvertidos en constructores y promotores, la gauche divine ansiosa de patronazgo, los opositores a la Ejecutiva desde el principio y con mal perder. Toda esta tropa, que sostienen que la “conversión” del PSN pasa por avasallar a los actuales dirigentes socialistas, ha convencido a UPN de que María Chivite es maleable y se le puede seducir.
En el ámbito del Estado, cada vez está más claro que las dos fuerzas políticas hasta hoy hegemónicas están atentas a unas encuestas que les son claramente desfavorables, y cada vez más dispuestas a mantener el estatus quo impuesto por su bipartidismo. En esa dirección van no solo las reiteradas declaraciones de sus dirigentes históricos y el furor de sus tertulianos, sino señales más claras como la retirada de la modificación de la Ley del Aborto, o las conversaciones secretas entre Pedro Arriola (PP), José Enrique Serrano (PSOE) y Joan Rigol (CiU) previas al 9-N. Salimos ya de la Comunidad Foral para salvar el bipartidismo, como sea.
Y aquí esta ella, Yolanda Barcina, para perpetuar el Régimen y tranquilizar las fuertes tensiones internas de los dos presuntos socios, sobresaltados tras el derrumbe de PP y PSOE en las encuestas y la irrupción inquietante de Podemos, que les ha metido el miedo en el cuerpo. Como ya se dijo, la presidenta del Gobierno foral y de UPN no da puntada sin hilo y algo trama en sus viajes casi semanales con los escoltas a su piso de Madrid. Barcina se mueve en la Corte con soltura, está acostumbrada a prodigar sus intrigas lo mismo en Génova que en Ferraz y recibe solícita las instrucciones que el propio Mariano Rajoy le encomienda porque Nafarroa es cuestión de Estado. Y ya puestos, que el Gran Pacto Nacional comience por Nafarroa.
Y asumida tan alta misión, Barcina se hace a un lado para facilitar el acuerdo bipartidista en la Comunidad Foral, y así salva su culo vigilando desde el control y autoridad de copiloto para que la nave no se desvíe de esos intereses de Estado que, casualidad, coinciden con los del Régimen implantado por el pacto UPN-PSN, se mantiene ese bastión asegurado por el bipartidismo foral histórico. Ella, Yolanda Barcina, que parece haber sacrificado su narcisismo por tan alto cometido, si vienen mal dadas queda a la espera de recibir la recompensa, quién sabe si como alto cargo de la SEPI o como directora de Paradores, que cualquier prebenda suculenta de esas le puede caer.
Solo queda desear a la actual Ejecutiva del PSN, que hasta el momento dice mantenerse firme en rechazar cualquier acuerdo no solo con Barcina sino con cualquier proyecto de la derecha, que se proteja de las asechanzas propias y ajenas, de las presiones forales y madrileñas, de su propia debilidad. Que se mantengan firmes para no defraudar a los que siguen creyendo que a lo único que aspiran es a un cambio de progreso para Nafarroa. Tanto María Chivite como la Ejecutiva que le respalda, son objeto del deseo de los poderes fácticos que pretenden perpetuarse. Ojalá sepan y puedan resistir.