desde su alumbramiento, Lokarri tomó el testigo de Elkarri en su afán de impulsar una solución dialogada y pacífica al “conflicto vasco”, pero además la red coordinada por Paul Ríos subió el ya de por sí ambicioso listón de su antecesor con el fin de añadir la reconciliación a sus objetivos.
En este aspecto, las víctimas juegan un importante papel que se ha visto reflejado en iniciativas como el Plan de Paz y Convivencia activado por el Gobierno Vasco para que este colectivo tenga la oportunidad de ofrecer su testimonio en las aulas y, a su vez, las nuevas generaciones que se encaminan hacia la madurez sin el acecho de la violencia puedan conocer de primera mano las páginas más negras de la historia reciente de Euskadi.
Lokarri cerrará sus puertas en marzo después de una trayectoria de nueve años que comenzó con el propósito de reforzar, a través del diálogo, la participación ciudadana en el nuevo tiempo que generó el alto el fuego de ETA en 2006. La bomba del aeropuerto de Barajas echó por tierra aquella oportunidad para la paz y la plataforma tuvo que adaptarse a una nueva realidad en la que buscó el final “irreversible” de la banda armada que ahora sí reconoce Rios.
Durante este tiempo, las víctimas han observado el camino completado por Lokarri y ahora, en su adiós, también a ellas les llega la hora de valorar este trabajo. Con este objetivo, DIARIO NOTICIAS DE ÁLAVA reúne a cuatro damnificados por la violencia que muestran su punto de vista sobre el recorrido de la plataforma ciudadana.
Diez años antes de que Paul Rios y los suyos asumieran la tarea de activar la nueva red ciudadana, ETA le arrebató su marido a Cristina Sagarzazu. Un atentado segó la vida del agente de la Ertzaintza Montxo Doral en una época en la que el final de la espiral de violencia ni siquiera se intuía. Al volver la vista atrás hasta 2006, Sagarzazu recuerda cómo un grupo de personas “cogió la antorcha que había dejado Elkarri y siguieron haciendo cosas mientras otra mucha gente no se movía para nada”. Por eso, considera que Lokarri siempre tendrá a su favor “el impulso y esas ganas” con las que empezaron a labrar un camino que vincula con la actual situación que vive Euskadi. “Malo no han hecho nada; es más, pienso que al forzar un poco a que la gente se pronunciara y hablara ayudaron a llegar hasta donde ahora estamos”, apunta la viuda de Montxo Doral. En cuanto al momento elegido para poner fin a su trayectoria, Sagarzazu pertenece a ese grupo de personas que considera que “ellos mismos son los que mejor saben si ha llegado el momento de parar”.
La presidenta del Colectivo de Víctimas del Terrorismo (Covite), Consuelo Ordóñez, nunca ha ocultado el parecer contrario que esta asociación manifiesta ante la actividad de Lokarri. Y el hecho de que ahora hayan decidido concluir el trabajo de casi una década no modifica la valoración de la hermana del parlamentario asesinado por ETA Gregorio Ordóñez. Bajo su punto de vista, Lokarri ha sido la “correa de transmisión del falso relato de la teoría del conflicto” y poner en valor esta teoría “supuso en su momento dar alas a la coartada ideológica de ETA”. No es la primera vez que desde la agrupación vasca más numerosa de damnificados por el terrorismo se pone sobre la mesa esta teoría para criticar la labor de Lokarri. En junio del pasado año, y ante la invitación cursada por el Parlamento británico para que la plataforma vasca tomara parte en un debate, Covite incluyó estos mismos términos en una misiva en la que alertaba al Legislativo de Westminster de “los peligros” que conllevaba la actividad de esta plataforma. En esta carta, la asociación de víctimas detalló que referirse a la situación que se vive en Euskadi como “conflicto o proceso de paz” supone “deformar la realidad y obviar el sinsentido de la barbarie de ETA”.
Manuel Paredes perdió a hermano Juan en 1975 en el último fusilamiento ordenado por Franco, quien murió a los pocos meses de este hecho que ha adquirido tintes históricos con el paso de los años. Conocido por el apelativo de Txiki, Juan Paredes fue condenado a muerte junto al también miembro de ETA Ángel Otaegi.
Durante las décadas posteriores, Manuel Paredes ha seguido de cerca la actualidad en torno a los movimientos tanto en Madrid como en Euskadi para lograr acuerdos. “Cuando Elkarri comenzó su actividad me pareció bien, porque aquí siempre hemos necesitado gente que moviera este asunto”, apunta. Está convencido de que la forma de actuar del Gobierno español “dificulta” la consolidación de la paz al “no reconocer a todas las víctimas”, por eso estima que si Lokarri cesa en su actividad, sería conveniente que otras voces “trabajasen desde aquí de alguna manera”.
“Tengo claro que si Euskadi quiere lograr algo va a tener que moverse por sí misma, porque con la mentalidad y la forma supuestamente democrática de actuar que hay en Madrid todavía nos queda mucho por hacer”, expone.
Alaba el “importante” trabajo que ha realizado la red dirigida por Paul Rios en estos últimos años y, en consecuencia, cree que para aprovechar esa labor “quizás sea necesario adaptar los nuevos intentos a la realidad de hoy en día”, añade.
Desde Catalunya, Roberto Manrique no ha perdido de vista el trabajo que se ha realizado en Euskadi para buscar salidas a la dramática cascada de atentados como del que fue víctima en 1987. El sufrimiento que en su casa y en tantas otras generó la bomba en Hipercor motivó que pasara a la primera línea de la defensa de las víctimas, función que desarrolló tanto desde el plano institucional como a pie de calle.
Califica de “excelente” la labor desempañada por Lokarri, pese a los “desencuentros” que ha tenido con su coordinador. “En ciertos temas no opinamos lo mismo, pero nuestros más y nuestros menos no nos han impedido tomar una cerveza, hablar y conocer la opinión del otro”, explica.
Sin querer comparar a uno con el otro, aplaude el trabajo de Lokarri de la misma forma que elogia la trayectoria de Gesto por la Paz. “Todo lo que sea el trabajo de entidades encaminado a evitar que nadie tenga que pasar por lo que hemos pasado mi familia, yo y tantas otras personas, adelante”, apunta. Coincide con Rios en que el cese de ETA no tiene marcha atrás, una de las razones por las que aceptó reunirse con uno de los autores del atentado del que fue víctima.
“Está claro que aún queda pendiente la disolución de ETA, pero entiendo que una banda que se pasó medio siglo destrozando la vida a cualquier ciudadano, tampoco se van a volver monjas de la caridad de un día para otro”. En este camino, considera que si Lokarri pensara que puede ampliar su contribución de alguna manera, lo haría. “Lo que han hecho hasta ahora es magnífico, y lo digo como víctima de ETA de fuera del País Vasco, y con una visión que no es tan directa como la que pueda tener la gente que vive allí”, concluye.