Desde que empezó la polémica alrededor de la conversión de las cajas vascas en fundaciones bancarias me ha planeado esta pregunta: si había alguna posibilidad de que BBK, Kutxa y Vital siguieran funcionando como lo han hecho hasta ahora. Escuchaba razonamientos tan rotundos y tan absolutamente dispares que no terminaba de entender cómo ante una misma realidad podían adoptarse posturas diametralmente opuestas. Bueno, parece que ya no lo son tanto y eso es una buena señal.
Buena, porque Kutxabank es un proyecto importante para el país, para nuestro bienestar general y para quienes precisan de su obra social. Cualquier perturbación en una entidad financiera que, como todas, está sometida a una observación minuciosa en las vísperas de un test de estrés que por primera vez realiza el BCE y ante una más que probable negociación futura con el Banco de España para concretar las exigencias de la ley, puede resultar lesiva para los intereses comunes.
¿Significa esto que no hay margen para negociar cómo deben estar compuestos los patronatos o ante quién deben rendir cuentas, o qué pasara con la obra social o qué grado de compromiso con la industria vasca puede tener a través de sus participadas? No, en absoluto; pero decir como quien lanza un brindis al sol que hay alternativas a la conversión en fundaciones es apostar por una intervención y, posteriormente, una desaparición de lo que hasta ahora es salvable. Claro que uno siempre se puede poner estupendo y negarse a acatar la ley; hasta que te cortan el grifo y se acabó el negocio. Leo la nota de Ezker Anitza, escucho a los líderes sindicales opositores, a los representantes de la izquierda abertzale y aún no intuyo cuál es la alternativa.
Reprochan que se vaya aplicar una ley española. Y tienen parte de razón, porque las cajas vascas no merecían este tratamiento pensado para quienes gestionaron desastrosamente otras del Estado; una circunstancia aprovechada por, esas sí, cajas alemanas. Pero los mismos que lo ponen como argumento defintivo, acatan en otros ámbitos otras leyes que les disgustan y que también fueron aprobadas en las Cortes españolas.
Me pregunto qué hizo Amaiur, y otras fuerzas de izquierda con representación, para negociar una mejora de la Ley de Cajas que nos ha traído hasta aquí. Porque oponerse está bien, pero negociar ante una mayoría absoluta está mejor. El PNV, al menos, salvó parte de los muebles en tres puntos muy importantes para los que ahora reclaman que las fundaciones se parezcan en composicion y gestión a las cajas; a saber, que las entidades fundadoras estén representadas en el patronato, que el protectorado -el poder público ante el que rinde cuentas el patronato- resida en el Gobierno Vasco y no el español y, por último, que haya un plazo de cinco años para proveer el fondo de reserva -muy importante si tenemos en cuenta el tamaño limitado de nuestras cajas-. Nada de ello figuraba en el anteproyecto del Gobierno de Rajoy.
En este proceso que arrancó inexorablemente el 28 de diciembre del pasado año -cuando fue publicada la ley- y que debe concluir antes de que termine el actual, hemos visto casi de todo: los que se han opuesto en las últimas semanas primero mantuvieron una especie de indiferencia ante el proceso -incluso una negativa a la negociación- que solo se ha activado cuando han comprobado que existía ya un acuerdo que llevaba a Vital y a BBK a cumplir con su conversión. Después, parece que alguien se dio cuenta de que ser fundación era sí o sí y surgieron las dudas. Ahora el problema es que los demás no quieren poner el reloj a cero. Menos mal. Insisto, eso no significa que no se trate de negociar, sobre todo cuando aún está en el alero el futuro de la Kutxa de Gipuzkoa.
Pero está claro que a la hora de negociar los márgenes en porcentajes, participación en industrias, provisión del fondo de garantías y otros muchos flecos que irán surgiendo a partir de ahora es mejor hacer los deberes a tiempo que no mal, tarde y a regañadientes.
Las cajas ya era privadas, porque son de sus impositores y tienen control social a través de ellos y de las entidades que las fundaron.