BILBAO - Begoña Fernández, una bilbaina que trabaja en una empresa del sector de la economía, es la confidente de Pedro Sánchez (Madrid, 29-II-1972) -padre de Ainhoa, de 9 años, y Carlota, de 7-, y con quien se casó por lo civil en 2006 en una boda oficiada en el hipódromo de la Zarzuela por la exministra Jiménez, madrina política de un rostro socialista que fue fidelizando con el público por su telegenia y tirón mediático. Cuando en 2010 fue galardonado como diputado revelación, contaban de él que su mayor mérito residía en ser fontanero de José Blanco, y ya por entonces le bautizaban como El Guapo, quizás por aquello de haber nacido en bisiesto. Su perfil es pura cantera de partido, lógico en alguien que se empapó el bachillerato en el Ramiro de Maeztu, instituto que compartió con la reina Letizia y escuela baloncestística del Estudiantes, donde se desplegó hasta los 21 años como escolta y entendió el trabajo en equipo.

Siempre que el PSOE ha puesto en marcha un proyecto de enjundia, irrumpía Sánchez, curtido en la concejalía del Ayuntamiento de la capital española castigando las políticas de Ruiz-Gallardón, y donde llegó en 2003, el año del Tamayazo. Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales en la Complutense, se fajó en hacer currículo: un máster en Bruselas, habla inglés y francés, trabajó en la ONU en el departamento de Relaciones Internacionales y en el gabinete para la reconstrucción de Bosnia... Todo, sin cumplir los 30 años. Apuntaba alto quien desde el área de Urbanismo puso cara a la denuncia de una trama de corrupción de funcionarios municipales. Primero, accedió al Congreso por la vacante de Solbes y luego, por la de Narbona, discontinuidad que le permitió laborar de autónomo como consultor, sacarse el doctorado y dar clases en la universidad privada. “Es un excelente profesor”, señalan. ”De él no podrán decir que aprendió economía en dos tardes”.

candidato de carretera Quienes tratan con él le catalogan de “competitivo, eficaz, ambicioso, calculador y preciso”, cualidades complementarias de quien cala más en la derecha mediática, por su mensaje centrista, al menos hasta el pasado miércoles, cuando aludió a la necesidad de dotar a Catalunya de privilegios fiscales y culturales, y sin renunciar a la consulta. Al volante de su Peugeot 407 familiar, este ecologista se ha pegado la paliza de recorrer 40.000 kilómetros para convencer a la militancia de su proyecto para el PSOE, “el cambio con cabeza”, prometiendo estar “poco en Ferraz y mucho en el territorio”, o lo que es igual, se presenta como “el candidato de la carretera” después de no haber formado parte nunca de la Ejecutiva ni del Comité Federal, ni tener cargo orgánico.

Soterradamente cuenta con el aval de Susana Díaz, resorte andaluz vital para cualquiera y más para un outsider, y también de Felipe González, aunque prefiera hablar de su nexo con la calle y las redes sociales que también controla. “Pedro se escribe con P de Presidente”, dice uno de sus grupos oficiales en Facebook. Miembro del trío de los chicos de Blanco junto a Óscar López y Antonio Hernando, Sánchez levanta su ánimo con Alegrías del incendio de Los Planetas. Incendio, el que tendrá que sofocar si encesta y triunfa, aunque sea sobre la bocina. - I. Santamaría