Pamplona - Es la comidilla estos días entre los militantes de UPN. Al menos entre sus cargos más representantivos. Si Yolanda Barcina volverá a repetir como candidata o facilitará un relevo en el partido renunciado a la reelección. Una duda que se abre paso en la formación regionalista conforme se acerca la fecha electoral sin que la presidenta haga pública su decisión.
Con el debate sobre la fórmula de elección de listas cerrado de antemano sin cambios importantes -la exigencia de renovación del 20% de la candidatura resulta escasa vistas las expectativas generadas-, el interés de la asamblea que la formación regionalista celebrará mañana ha virado hacia la presidenta del partido. La cita anual, de carácter ordinario y en la que pueden participar todos los militantes de UPN, aprobará el presupuesto para 2014 y ratificará los cambios para la regeneración interna de la formación. Cuestiones secundarias, por lo que el discurso de la presidenta, y la posibilidad de que avance algo sobre su futuro se ha convertido en el aliciente principal de la cita del domingo.
La legislatura está siendo especialmente intensa para la presidenta de UPN. La plácida gobernabilidad de la que disfrutó durante 12 años en el Ayuntamiento de Pamplona prometían continuidad gracias a un pacto de gobierno con el PSN y una mejora económica que, como ahora, auguraba una rápida salida de la crisis. Pero todo se torció aquel otoño de 2011 en el que la presidenta decidió recuperar la alianza con el PP y la crisis financiera dio una nueva vuelta de tuerca. Desde entonces, todo han sido problemas para la presidenta, tanto dentro como fuera del partido, en cuestiones económicas como políticas. Un rosario de despropósitos marcadas por recortes, mociones de censura, disputas internas y hasta una petición de imputación por el cobro de dietas. Un cúmulo de calamidades que ha despertado la sospecha dentro de UPN de que Barcina, cansada por el desgaste personal y consciente de su soledad política, podría dar un paso al margen y renunciar a la candidatura. Algo que ha abonado el silencio de la propia presidenta, que evita responder cuando públicamente se le pregunta. Tal vez, porque todavía ni siquiera la tiene completamente definida.
Muchas dudas El reducido círculo con el que Barcina gestiona el partido y el hermetismo con el que trata las cuestiones importantes deja todo en UPN a la especulación, y no hay una sensación compartida de lo que pueda hacer su presidenta. La percepción mayoritaria en cualquier caso es la de que volverá a optar a la presidencia. Las dudas de hace un año, que volvieron a aflorar durante la crisis de Hacienda, se han disipado las últimas semanas, en las que Barcina se ha mostrado más serena y despreocupada.
La garantía de un año vista sin la amenaza del adelanto electoral, unida a la mejora de las perspectivas económicas han infundado optimismo en el Gobierno de Navarra, donde se confía todavía en poder trasladar buenas noticias en el último tramo de la legislatura. Además, y pese a todo lo ocurrido estos tres años, las previsiones electorales de UPN no son tan malas, y aunque los comicios europeos han sido un aviso para navegantes, el tradicional discurso del miedo al cambio puede ser suficiente para evitar el descalabro.
Argumentos en favor de la continuidad al que se suma la marcha de Roberto Jiménez y la perspectiva de recuperar el pacto con el PSN con una nueva dirección, pero sobre todo la particular situación en la que se encuentra su partido, dividido por la mitad y con Barcina como único nexo común del sector vencedor en el congreso. Una eventual renuncia reabriría la lucha por el liderazgo, y aunque la presidenta mantendría el control del comité de listas, dejaría en una situación de debilidad a quienes le han apoyado de forma incondicional. Elementos tras los que muchos en UPN creen reforzada la figura de la presidenta, pero que no acaba de disipar las dudas. De hecho, la posibilidad real de llegar a un acuerdo tras las elecciones con el PSN es casi nula, lo que en la práctica le imposibilita continuar en el Palacio de Navarra más allá de mayo de 2015. Un escenario más que posible que supondría una dura derrota política en medio del ruido mediático que tradicionalmente acompaña el periodo postelectoral. Y que algunas voces de UPN creen que querrá evitar renunciando a liderar la lista.