Hoy se consolida la imagen colectiva en la ciudadanía vasca de que Urquijo se dedica a entorpecer el trabajo institucional con el apoyo del Gobierno español". Las Juntas Generales de Álava pidieron ayer mismo su destitución por sus ataques al euskera y Aitor Esteban defendió la semana pasada sobre el atril del Congreso la moción presentada por el PNV con la intención de que el presidente del Ejecutivo central, Mariano Rajoy, relevara al delegado del Gobierno en Euskadi. El rodillo de los populares en la Cámara baja se impuso y Urquijo continúa en el cargo. La polémica también.
Dos años y cuatro meses después de coger por segunda vez las riendas de esta responsabilidad -en los estertores de la era Aznar, en 2004, ocupó el sillón durante un trimestre-, el dirigente laudioarra se ha erigido en protagonista de variados enfrentamientos institucionales y en persona non grata para gran parte de Gipuzkoa.
Desde el inicio de 2012, siete de cada diez ayuntamientos guipuzcoanos han conocido de primera mano lo que es ser denunciado por el delegado del Gobierno y a Urquijo estos números no parecen inquietarle, más bien al contrario. Sabe que cuenta con un férreo respaldo de Madrid en su labor de avanzadilla popular frente a los postulados nacionalistas y sus compañeros de filas de Génova restan importancia a que en 28 meses ronde los 600 recursos judiciales; es más, justifican la idoneidad de esta actuación en el gran número de victorias cosechadas en los tribunales -"cerca del 90%"- en su ejercicio de "vigilancia del cumplimiento de la ley".
vocación temprana Carlos María Urquijo Valdivielso cumplirá medio siglo a final de año, una vida en la que la política siempre ha estado muy presente. Tan solo con 22 años inició su andadura institucional en el Ayuntamiento de Laudio y desde entonces ha conocido el Parlamento Vasco, el Senado y la Delegación del Gobierno. No se caracteriza por dejar indiferentes a sus rivales políticos; su vehemencia y en ocasiones la incontinencia verbal le ha reportado severas críticas.
En la Cámara vasca aún se recuerdan los habituales cara a cara con el entonces consejero de Interior, Javier Balza. La tensión de las preguntas y respuestas era el denominador común cada semana, tirantez casi siempre bien sujeta por los interlocutores aunque con alguna excepción. Como ejemplo, el tremendo enfado del consejero en un pleno de 2008 en el que Urquijo desveló desde el atril el domicilio en el que residían varios ertzainas destinados en Bruselas.
Con el PP de vuelta a la Moncloa le llegó una nueva oportunidad de promoción interna. El nuevo presidente del Gobierno debía designar delegado en la CAV y Antonio Basagoiti vio en el nombramiento una oportunidad de satisfacer al sector más conservador del partido. Convencido Rajoy, Urquijo volvía a la sede del Paseo de Fray Francisco con el mantra de la vigilancia a la izquierda abertzale. "Están en la cuerda floja", advirtió.
Su enconado enfrentamiento con los defensores de esta corriente ideológica ha sido el leit motiv de su andadura, aunque no el único eje sobre el que ha basado su labor al frente de la Delegación. Un año después de asumir esta tarea recurrió el abono de la paga extra de Navidad en Gipuzkoa y Araba, gobernada por el PP, al considerar que esta salida ante los recortes de Madrid "incumplía" el decreto dictado por el Gabinete Rajoy.
Las críticas recibidas por sus actuaciones ligadas al euskera también han sido una constante con varios capítulos tanto en la CAV como en su intento por evitar que las ikastolas de Iparralde recibieran ayudas desde Hegoalde para subsistir.
Pero si hay un episodio que granjeó una lluvia de epítetos negativos al delegado del Gobierno fue su intromisión en las fiestas de Bilbao y su lucha por impedir que Jone Artola, con un pasado ligado a planchas electorales abertzales, ejerciera de txupinera en la Aste Nagusia. El PSE también se sumó a las posiciones encontradas y destacó el "exceso de celo" de Urquijo.
Desde su entorno más cercano reconocen el carácter "obsesivo" del exaforado, un político que "cuando cree que tiene razón no rehuye las discusiones fuertes tanto con dirigentes de su partido como con los adversarios políticos". Así lo afirma Carmelo Barrio, amigo y compañero de mil batallas del delegado a quien, en resumen, considera "un buen tío". El parlamentario vasco destaca las "profundas convicciones morales y religiosas" de una persona "tremendamente rigurosa" hasta el punto de "incomodar" a dirigentes de otros partidos, "principalmente nacionalistas", por su "férreo cumplimiento de la legalidad vigente".
En el PNV no comparten esta impresión. Es más, en la defensa que realizó Aitor Esteban de la petición para que Urquijo fuera relevado denunció que el delegado se ha convertido en "censor del resto de las administraciones poniéndoles todas las trabas en el camino".
Entre sus pasiones lleva a gala ser uno de los cofrades de San Roque. Cada último domingo de agosto se suma a la comida de hermandad que bajo el paraguas de un extenso mestizaje político reúne a vecinos tan diferentes como el lehendakari Juan José Ibarretxe; Estibaliz Gorostiaga, hija del exalcalde ya fallecido de esta localidad, Pablo Gorostiaga, que cumplió condena por colaboración con ETA, o el exasesor de víctimas del Gobierno Vasco, Txema Urkijo, primo del delegado del Ejecutivo.
En la Cofradía también hay hueco para hablar de política, "siempre que sea con respeto", apunta el mayordomo José Luis Navarro. Además, en la mesa no hay oportunidad de esquivar compañías incómodas. Cada cofrade ocupa su silla por estricto orden de antigüedad. "Hace tres años se hizo un homenaje a Gorostiaga por sus 50 años de cofrade. Urquijo participó y no hubo ningún problema", recuerda Navarro, quien describe al delegado como una persona "con ideas más avanzadas que otros que provienen de la ideología progresista".
La ilegalización de las marcas electorales de la izquierda abertzale es un asunto recurrente en sus intervenciones. Sigue "recabando indicios suficientes" para lograrlo.
En sus habituales cara a cara con el consejero Javier Balza en el Parlamento, Urquijo destapó la dirección donde residían tres ertzainas en Bélgica.
PNV y EH Bildu impusieron su mayoría parlamentaria para demandar el fin de la figura de delegado del Gobierno en Euskadi. Además, los jeltzales reclamaron en el Congreso el relevo de Carlos Urquijo.
"Ni Urtza Alkorta es Pandit Nehru ni Laura Mintegi es Gandhi".
"La casualidad me hizo español, pero España no es fruto de la casualidad".
"En España sobra demagogia y falta respeto a la libre opinión".