MADRID - El paso atrás de Alfredo Pérez Rubalcaba ha abierto todos los diques en el socialismo. Después de más de un año de flirtear con la posibilidad de presentarse a las primarias abiertas del PSOE para candidato a La Moncloa, Eduardo Madina por fin movió ayer ficha y declaró su intención de presentar batalla, no ya por la candidatura electoral, sino por la dirección del partido, eso sí, con condiciones. Unas condiciones que suponen un órdago a la dirección del PSOE, debilitada por la renuncia del secretario general y por el desgobierno que se atisba en la sede de Ferraz.

El diputado socialista por Bizkaia y secretario general del grupo parlamentario en el Congreso de los Diputados dio el paso al frente en los mismos pasillos de la Cámara Baja tras haberse suscitado el debate de que la elección del nuevo secretario general del PSOE fuera abierta a todos los militantes, no limitada a los delegados en el congreso extraordinario previsto en julio. Madina exigió ayer la fórmula un militante, un voto, de manera que si no se arbitra algún sistema que no lo permita advirtió que él ni siquiera se planteará presentar su candidatura. "Creo que comprendo muy bien cuál es el estado de ánimo que tienen en este momento los militantes del PSOE y por eso quiero anunciarles que solo valoraré las decisión de presentar mi candidatura si la elección de secretario general se hace por voto directo", sentenció.

Sus palabras generaron una catarata de reacciones, unos en contra y muchos a favor, lo que obligó a la dirección federal del PSOE ha admitir que está estudiando la propuesta, sobre todo después de que varios barones del PSOE dieran su visto bueno a la idea, Se trataría de una fórmula intermedia que garantizaría que la elección se produjera de manera mucho más abierta que de manera tradicional, con la legitimidad que proporcionaría ante un electorado socialista desfondado, pero sin dejar todos los flancos al descubierto, como proponen los que reclaman una elección abierta a todos los ciudadanos. También serviría para desactivar la exigencia de quienes, como Carme Chacón, reclaman que las primarias abiertas para elegir candidato a La Moncloa deben ser prioritarias.

El todavía secretario general del PSE, Patxi López, fue uno de los primeros que dieron su visto bueno a la idea capitalizada por Madina, entre otras cosas porque los estatutos de los socialistas vascos obligan a que sean los militantes los que designen el secretario general durante el proceso congresual, método que, por cierto, se aplicará en el cónclave extraordinario de septiembre para renovar la cúpula del Partido Socialista de Euskadi. En una entrevista en la Cadena Ser, aseguró que le "gusta" esa fórmula de un militante un voto, aunque reconoció que, a veces, "no es fácil conseguir cambiar un reglamento que ya está cerrado".

Además de la vasca, federaciones como la gallega, la asturiana, la riojana, la castellano-manchega y la castellanoleonesa se manifestaron a favor, al igual que el PSC, del sufragio universal entre militantes, mientras que Aragón se mostró en contra, y Andalucía, Madrid, Valencia, Canarias y el Partido Socialista de Navarra no se pronunciaron. En la poderosa federación andaluza, su presidenta, Susana Díaz -a quienes algunos sitúan como la "salvadora" del partido- dijo que el congreso extraordinario del PSOE tiene que ser por "el bien del país", como lo fue, a su juicio, el congreso que la aupó en Andalucía.

"Jaula de grillos" No todo son parabienes. En contra de la consulta directa a los militantes para elegir al nuevo secretario general se posicionaron el expresidente del PSOE y de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, o el expresidente del Congreso, José Bono, que dijo que la renovación en el PSOE no debe convertirse en una "jaula de grillos" ni en un "pase de modelos". Quizá la negativa más rotunda fue la del eurodiputado electo Ramón Jáuregui, quien sentenció que "los estatutos del PSOE no contemplan que voten los 250.000 militantes ante el congreso. No está previsto así y no se va a hacer así".

En todo caso, Pérez Rubalcaba, está hablando con los barones para llegar a una solución de consenso. La fórmula que se plantea es la de convocar una consulta previa al congreso extraordinario del 19 y 20 de julio, en la que los militantes elegirían al nuevo líder. Posteriormente, los delegados ratificarían esa elección en el congreso extraordinario y votarían a la nueva ejecutiva. La posibilidad de que el secretario general sea elegido de forma directa por la militancia se estudió ya en la Conferencia Política del PSOE celebrada el pasado mes de noviembre, a propuesta de la Ejecutiva Federal, que finalmente decidió aplazar la decisión hasta el siguiente congreso del partido.