VITORIA - El partido europeo por excelencia, la Champions de la política, se dirime hoy en los 28 países de la UE, donde 412 millones de ciudadanos con derecho a voto decidirán la orientación de un proyecto frágil, en el que desconfían y al que culpan de la crisis, principalmente económica, que ha quebrantado el estatus de las respectivas sociedades. Pero serán también las elecciones donde Euskadi fijará su posición en el continente, jugándose cómo, con qué papel y bajo qué liderazgo ahondará en la senda que posibilite consolidar sus índices de recuperación. En paralelo, buena parte del encuentro se disputa, en clave interna, en Catalunya, donde la sombra de la consulta soberanista convertirá estos comicios en el refrendo de la apuesta por el derecho a decidir. En el Estado español, la victoria conservadora validaría las medidas basadas en los recortes en diversos sectores que se adoptaron bajo la amenaza del rescate y que, lejos de remitir, se quedaron sin visos de marcharse; mientras que un cambio de color obligaría a repensarlas y supondría aire fresco en una oposición enfrascada en una lucha interna de poder.
Todo ello encara un obstáculo que se divisa en el horizonte pero de difícil cálculo hasta que se cierren los colegios electorales: el pavor a una abstención que podría alcanzar unas cifras récord, producto de la desafección, y que dejaría corta a nivel estatal la tasa del 55,l% de 2009 -58,7% en la CAV-. De ahí que el principal mensaje durante una campaña electoral plana, monótona y donde Europa y sus problemas han estado relegados a un plano secundario haya residido en una incesante llamada a la movilización. Tan huérfana de contenido ha resultado, que el debate sobre el que ha girado gran parte de ella se centró en la polémica desatada por el cabeza de lista del PP, Miguel Arias Cañete, por su comentario sexista tras el cara a cara mantenido con la candidata del PSOE, Elena Valenciano.
En Euskadi, al menos, el PNV puso Europa sobre la mesa, y la necesidad de que ésta no se convierta en un súper estado centralizado en Bruselas, con la visita a Bizkaia del líder de los liberales, Guy Verhofstadt, que previsiblemente tendrá la llave para decantar las mayorías, frente al bipartidismo de populares y socialistas, del binomio conformado por Jean-Claude Juncker y Martin Schulz, ahora que el electorado tendrá en su mano la elección del presidente de la Comisión Europea. En este contexto, los jeltzales aspiran a que Izaskun Bilbao sea la voz de los vascos en la Cámara pese a las intenciones del bloque constitucionalista en la CAV de minimizar el trabajo desempeñado por la nacionalista en el último lustro, y que las cifras amparan. Euskadi nación en Europa es el lema de un PNV que persigue un modelo económico y social diferente, mientras que EH Bildu, donde Josu Juaristi sustituye a Iñaki Irazabalbeitia (Aralar), pretende dar vuelo al derecho a decidir tomando como referencia lo que acontece en Escocia y Catalunya. La coalición soberanista no tiene fácil reeditar el escaño de la pasada legislatura y espera captar votos catalanes procedentes de las CUP, ausentes tras no cristalizarse la plataforma de todos los partidos favorables al referendo.
el espejo catalán El foco catalán se lleva la palma en cuanto a concentración de miradas, puesto que los comicios han adquirido unos tintes plebiscitarios con la consulta del próximo 9 de noviembre en el horizonte. Los sondeos han ido señalando un empate técnico entre CiU y ERC que, de resolverse en favor de los republicanos, que se presentan en solitario precisamente para exhibir su músculo, provocaría que sean ellos quienes lideren el proceso hacia el referendo en el supuesto de que el president Artur Mas, o mejor dicho su partido, no salga bien parado. En cualquier caso, si las formaciones proclives al derecho a decidir resultan victoriosas, el sector españolista del Parlament, y no digamos el PSC, recibiría otro toque de una sociedad dispuesta a hacer oír en la calle por enésima vez. Y supondría una bofetada al Gobierno español, y la advertencia a Mariano Rajoy de que, o escucha al pueblo catalán y negocia, o la situación se enquistará todavía más.
En el ámbito estatal, todo indica que el bipartidismo, acentuado en estas elecciones por dirimirse en una circunscripción única, será duramente castigado por unos ciudadanos hastiados de sus recetas, basadas en el "y tú más". Propaganda doméstica de la que el PP confía en salir airoso pese a haber liderado el programa de recortes, y es que un triunfo de los conservadores sería asumido por Génova como la validación de sus políticas. El exabrupto machista de su candidato Cañete erosionó su táctica de que la campaña transcurriera rauda y silenciosa, y de ello espera aprovecharse el PSOE, que arrancó sin expectativas y a quien el debate televisivo y la andanada de su oponente le valió para agarrarse al clavo ardiendo. No en vano, una derrota de calibre podría desembocar en un congreso extraordinario y en que el secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba, se vea obligado a hacer antes de lo previsto las maletas. De este cansancio obtendría usufructo IU, llamado a triplicar los resultados de hace cinco años; UPyD, aunque en menor medida; y fuerzas de nuevo cuño de cariz antisistema como Podemos -mediáticamente reforzada por su líder, Pablo Iglesias-, Ciutadans o Vox, la escisión popular.
la gran coalición europea A escala europea, el euroescepticismo y los descontentos con la UE mejorarán su representación, con el peligro de que bastantes de estas plataformas se ubican en la extrema derecha, cuyo peso podría rondar el 25% de la Eurocámara, cifra nada desdeñable. Ocurre con el Reino Unido, que ya ha votado, y el UKIP de Nigel Farage, el Frente Nacional francés de Marine Le Pen, el PVV holandés -que no parece haber logrado el guarismo que manejaba-, el FPO austríaco, el Vlaams Belang belga, la Liga Norte italiana, el SNS eslovaco y el SD sueco. Con todo, Juncker y Schulz son quienes pugnan por relevar al frente de la Comisión Europea a José Manuel Durao Barroso, y es que los electores pueden esta vez elegir al presidente de este organismo, pero, eso sí, no a los comisarios, que seguirán siendo nombrados por los estados. De ahí el citado papel de llave del liberal Verhofstadt, aunque el grupo conservador y el socialista están en vías de configurar una gran coalición a imagen y semejanza de lo que ocurre con la gobernanza alemana, y es que comparten el temor de que se incumpla lo establecido en el Tratado de Lisboa. Aunque la idea de los Estados Unidos de Europa sea aún idílica, existe una gran diferencia entre estar presentes o ser ente ausente en Bruselas. Por ello los vascos deben subirse a la locomotora y ser quienes decidan su estatus en este proyecto.