Las autoridades son conscientes de que el proyecto europeo sigue sin entusiasmar a la mayoría de la población, muchas veces se desconoce su funcionamiento y Europa se percibe como una instancia lejana y fría y, en otros casos, particularmente tras la crisis económica, llega a generar rechazo al ser identificada como la responsable de los recortes en el Estado de Bienestar. Con el propósito de estimular la participación, el Tratado de Lisboa de 2007 estipuló que el presidente de la Comisión Europea, que es en definitiva el máximo responsable de la UE y el que ejecuta sus Presupuestos y políticas, pasara a ser elegido por el Parlamento Europeo y, por ende, por los ciudadanos, en lugar de ser resultado exclusivo de las negociaciones y las componendas de los presidentes de los Estados miembro. Ese es el principal atractivo adicional de la convocatoria del próximo día 25. Hay cinco candidaturas en liza para sustituir a José Manuel Durao Barroso: el popular Jean Claude Juncker, el socialdemócrata Martin Schulz, el aspirante del grupo ALDE -avalado por el PNV- Guy Verhofstadt, el tándem de Ska Keller y José Bové por parte del grupo ALE/Verdes, y el griego y cabeza visible de Syriza, Alexis Tsipras, desde el Grupo Confederal de la Izquierda Unitaria que agrupa, entre otras, a fuerzas comunistas.
Salvo que mediara una prácticamente imposible alianza entre los minoritarios -sería toda una sorpresa porque entre ellos se encuentran desde euroescépticos a fuerzas de marcados postulados de izquierda y partidos conservadores, al tiempo que se prevé que irrumpa con grupo propio la ultraderecha de Marine Le Pen-, la Comisión recaerá en manos del candidato de los populares europeos (PPE) o de los socialistas (PSE). Los minoritarios buscan recabar un apoyo importante para ser ellos quienes decanten la balanza y pongan sus condiciones ante un resultado que se prevé ajustado entre PPE y PSE, salvo que los mayoritarios pacten entre ellos. También puede suceder que los Estados propongan al Parlamento un candidato de consenso que no sea ninguno de los seis que se presentan.
EH Bildu no tiene decidido a cuál respaldaría, y ERC tampoco lo ha hecho público. Solo ha puesto como condición que ese aspirante defienda el derecho a decidir, lo que han hecho abiertamente los verdes Ska Keller y José Bové, pisando incluso Catalunya en campaña electoral. Además, son los candidatos del grupo ALE/Verdes, del que formó parte ERC en la última legislatura. Bové también ha hecho campaña con BNG, socio de EH Bildu en estas elecciones, pero la coalición abertzale duda incluso entre integrarse en el grupo de los Verdes o el capitaneado por el líder de Syriza. Ni la ultraderecha, ni los conservadores del grupo ECR -57 escaños en la actualidad- ni los euroescépticos -31 asientos- han presentado un candidato a la Comisión.
El Partido Popular Europeo -que engloba a la formación de Mariano Rajoy y Arantza Quiroga, y es el grupo más numeroso con 274 escaños- ha apostado por Jean Claude Juncker, que ya declinó presidir la Comisión en 2004 cuando su partido le propuso que sustituyera a Romano Prodi. Juncker se ha impuesto a Michel Barnier en el seno del PPE, a pesar de que el francés peleó hasta el último minuto por el voto de Rajoy. El presidente español terminó inclinándose por la apuesta de la canciller alemana Angela Merkel, aunque desde otros ámbitos se señala que la relación entre la teutona y Juncker no es la mejor posible. La versión más extendida es que Rajoy se plegó a Merkel con la expectativa de que la alemana impulsara más adelante la presencia española en Europa colocando al ministro Luis de Guindos como presidente del Eurogrupo, el cónclave de ministros de Economía de la eurozona que se reúne mensualmente.
Entre las propuestas clave de Juncker se encuentran la fijación de un salario mínimo común para toda la Unión Europea, y el equilibrio en el gasto público. Llegó a defender la emisión de eurobonos para mutualizar la deuda de los países de la zona, una propuesta que hace removerse en su silla a Merkel y que podría haber aliviado la situación del Estado español cuando tuvo mayores dificultades para financiarse a un precio barato, pero Juncker terminó descartando esos eurobonos hasta 2019, una vez culminada la unión económica del continente.
Uno de los puntos más delicados de su biografía se remonta al pasado año, cuando dimitió como primer ministro de Luxemburgo tras el escándalo de las presuntas escuchas ilegales de los servicios secretos del país a dirigentes políticos. La opinión pública acusó a Juncker de haber permitido esas prácticas a unos servicios secretos que dependían directamente del Ejecutivo y que habrían campado a sus anchas, según esas acusaciones, llevando a cabo escuchas y malversando fondos. Licenciado en Derecho, accedió al Gobierno con tan solo 28 años como secretario de Estado y Seguridad Social, y en 1995 ya era primer ministro. En 2005 fue proclamado presidente estable del Eurogrupo, desde el que coordinó la financiación a los países en crisis.
Los socialdemócratas -PSOE y PSE se cuentan entre ellos, y son los segundos con 194 asientos-, por su parte, avalan a Martin Schulz. Sin formación universitaria, ligó su trayectoria al Partido Socialdemócrata Alemán a una temprana edad, y es conocido por su contundencia y su enérgica defensa del crecimiento. Tras abrir una librería y trabajar en ella doce años, accedió en 1994 al Parlamento Europeo. Previamente había sido alcalde.
Schulz apuesta por redoblar esfuerzos contra el paro juvenil y la evasión fiscal, pero uno de sus puntos débiles es la coalición que ha labrado el SPD, su partido, con Angela Merkel en Alemania, una suma de fuerzas que los sectores más a la izquierda no perdonarán, máxime cuando consideran que la canciller es la responsable de la presión a los países rescatados para que aceleraran las reformas y los recortes. En un difícil equilibrio, defiende que será el contrapeso de Merkel en la Unión Europea al mismo tiempo que su partido sostiene a la canciller en el Gobierno. Además, en 2012 pasó a presidir el Parlamento Europeo tras el pacto entre los socialistas y el PPE.
El PSOE se ha defendido matizando que, gracias a los socialistas alemanes, Merkel se ha visto obligada a introducir mejoras en el salario mínimo y la jubilación. No obstante, el desconcertante mensaje de aliento a Rajoy en Twitter, donde Schulz le animó a seguir con las reformas, ha colocado en una posición delicada al PSOE.
el candidato de los liberales El ex primer ministro de Bélgica, Guy Verhofstadt, es el candidato de ALDE, la Alianza de Liberales y Demócratas del Parlamento Europeo, con 84 escaños. En el seno de ese grupo se engarza la Coalición por Europa de PNV, CiU, Coalición Canaria y Compromiso por Galicia, aunque Unió se encuadra en el grupo del PP y apoyará a Juncker. ALDE es la tercera fuerza de la Eurocámara, y los jeltzales han reivindicado en campaña que será la que incline la balanza hacia el PPE o el PSE. Verhofstadt pone en valor el papel de las regiones en Europa, y apuesta por la no injerencia de la Unión en el contencioso entre Catalunya y España, una cuestión que correspondería encauzar desde el Estado a través del diálogo y dando la palabra a los ciudadanos. Con su discurso, marca distancias con otros líderes europeos y con el propio Durao Barroso, que ha llegado a aventurar que Catalunya saldría de la UE si se independizara. Ha criticado el enroque de Merkel en la austeridad, pero tampoco cree que la solución sea desbocar el déficit público y critica la receta socialista. Pide eurobonos y unidad de mercado.
Durante su mandato en Bélgica, aprobó medidas sociales pioneras en Europa, y convirtió al país en el segundo del mundo en regularizar el matrimonio homosexual. También fue el segundo Estado en aprobar una ley de eutanasia. Cargó contra la guerra de Irak y, aunque en su juventud admiraba las políticas de Margaret Thatcher, poco a poco fue virando hacia posiciones más sociales, aun dentro del liberalismo. Gobernó en coalición con los socialistas y varias formaciones verdes tras los comicios de 1999 y, cuatro años después, repitió la fórmula, pero ya sin los verdes. En 2007 llegó a dirigir un Ejecutivo interino por las dificultades de consenso entre flamencos y valones. Su popularidad se disparó tras esa experiencia. En la última legislatura europea, ha presidido el grupo ALDE. Es licenciado en Derecho.
La Alianza Libre Europea y los Verdes -el cuarto grupo, con 58 actas- proponen a la alemana Ska Keller y al francés José Bové. La coalición Primavera Europea, con la que se presentan Equo, Compromís y Chunta Aragonesista, apoya ese tándem y aspira a incorporarse al grupo parlamentario de la Alianza Libre Europea. También ICV avala a esos candidatos, aunque el resto de su coalición electoral, la Izquierda Plural de Izquierda Unida, defiende a Alexis Tsipras. Bové es un histórico activista francés que ha defendido los intereses de los agricultores y ha liderado protestas muy mediáticas y sonadas contra las cadenas de restaurantes de comida rápida estadounidenses, lo que le ha valido pisar la cárcel. Ha ingresado en prisión por destruir plantaciones de arroz transgénicas, y por desmantelar un establecimiento en construcción de la cadena Mc Donalds en 1999. Esa acción tenía como objetivo denunciar el aumento de aranceles por parte de Estados Unidos sobre los productos europeos, entre ellos el queso roquefort. En 2009 obtuvo una plaza en el Parlamento Europeo y fue elegido vicepresidente de la Comisión de Agricultura y Desarrollo Rural.
Bové ha sido elegido candidato al igual que Keller en las primarias abiertas paneuropeas del Partido Verde. Keller, nacida en 1981, es experta en migraciones y ve con preocupación las actuaciones en Ceuta y Melilla. Tanto Bové como Keller han defendido la consulta catalana y el derecho a decidir de vascos y escoceses. EA y Aralar, de EH Bildu, se encuadraron en ALE/Verdes la pasada legislatura, pero la coalición abertzale no ha tomado aún una decisión.
contra el rescate El cabeza visible de la coalición griega Syriza, Alexis Tsipras, se presenta por el Partido de la Izquierda Europea, que se ubica en el Grupo Confederal de la Izquierda Unitaria del Parlamento -es el sexto, con 35 actas, por detrás de unos conservadores que no presentan candidato; y en él se encuentra Izquierda Unida-. Tsipras ha buscado capitalizar el descontento por el severo rescate europeo no solo en su país, sino en los Estados del sur que también han sufrido en propias carnes los recortes de la troika. Logró subir de 6 escaños en 2004 a 71 en junio de 2012 en la Cámara helena, en un contexto de serio desgaste de los partidos tradicionales no solo por la gestión de la crisis, sino por las acusaciones de corrupción. Pide liberar a los ciudadanos de la austeridad. En la CAV, lo apoyan Ezker Anitza e Iratzarri, y EB ha dado libertad de voto.