BILBAO - Candidato a la alternativa entre el socialista Martin Schulz y el conservador Jean-Claude Juncker, y por tanto llave en la gobernación del proyecto europeo, el ex primer ministro belga Guy Verhofstadt (Dendermonde, Bélgica, 1953) ha irrumpido esta semana en Bilbao para arropar el "fantástico trabajo" desempeñado la pasada legislatura por la jeltzale Izaskun Bilbao, a la que cataloga como "la representante, con mayúsculas, del País Vasco en las instituciones de la UE".
¿Cómo puede convencer de su proyecto federal a un ciudadano que ha dejado de creer en Europa, y a la que culpa de todos sus males?
-La crisis que tenemos encima hoy en día no es culpa de Europa sino de la mala gobernanza de la mayoría de sus naciones-estado y consecuencia de la mala gestión financiera. La forma de superar esto no es con menos Europa, sino todo lo contrario: otra Europa, más Europa.
Aboga por políticas comunes, pero no parece que Merkel o Hollande, entre otros, estén dispuestos a ceder cotas de soberanía.
-En este momento lo que tenemos son gobiernos conservadores o socialistas que defienden solo sus principios. Pero ya no funciona la idea conservadora de apelar al ajuste y pensar que así hemos resuelto todos los problemas, o la socialista que defiende un mayor déficit para emerger porque esto, en su momento, es lo que originó la crisis. No podemos seguir anclados en el debate entre la austeridad o un mayor déficit. El enfoque a aplicar debe situarse en lo que hizo Jaques Delors en los años 80, cuando también había una situación parecida, la euroesclerosis. Y lo que hicimos fue lanzar un mercado interno que nos condujo a un crecimiento económico tremendo durante dos décadas. Europa no crece ahora porque los estados no asumen estrategias comunes y globales.
¿Qué prioridades establece el grupo liberal (ALDE) como medidas alternativas?
-Debemos encontrar la manera de integrar Europa, usar redes de escala en campos cruciales en el futuro para Europa y su economía. Es decir, acelerar la unión bancaria, los mercados de capitales y lanzar bonos a futuro por parte de las instituciones bancarias europeas. Necesitamos una unión de los mercados de los 28 países. Por ejemplo, si uno tiene una casa en propiedad en un país, ahora no la puede usar como garantía o hipoteca si quiere adquirir un nuevo inmueble en otro país. También tenemos diferentes sistemas y precios a nivel de energía que son más elevados de lo que pueden ser en Estados Unidos. Hay que crear una comunidad energética europea, y avanzar en los sectores tecnológico y digital. Las compañías más importantes de Internet como Facebook o Twitter están también en suelo estadounidense, y eso es culpa de la división entre los 28 países de la UE. Necesitamos potenciar la movilidad laboral sin generar alertas de abuso de los sistemas de protección social en los países receptores. En definitiva, emplear la escala europea para superar esta coyuntura actual y olvidarnos de la dicotomía entre la financiación de la deuda que propugnan los socialistas y el mensaje de no hacer nada que están planteando los conservadores.
¿Cómo encajan en su grupo las aspiraciones nacionalistas de PNV y CiU, que promueven una Europa multicultural y no fundamentada exclusivamente en la economía?
-Encajan perfectamente. Son dos partidos que abanderan sus particularidades y a la vez desean alcanzar el mismo tipo de proyecto para superar la crisis aunando esfuerzos, más allá de sus sensibilidades. Las regiones tienen mucho que aportar porque la UE no puede ser un superestado donde todo se centralice en Bruselas. El País Vasco lo está haciendo mejor que otros sitios y ya hay señales que indican que emergerá antes que otros.
¿Puede la UE aportar soluciones al problema del proceso catalán?
-Europa no debe intervenir en esto, como tratan de hacer Juncker y Barroso. Es un problema entre Cataluña y el Estado español, que podría ser también entre el País Vasco y España, pero es algo que deben resolverlo entre ellos. Que dialoguen y encuentren una solución.
Pero si Catalunya se convierte en un Estado propio, ¿los Tratados le expulsarían automáticamente de la UE?
-Insisto, la Unión Europea no es quién para decir lo que está mal o bien, para intervenir en lo que pueden ser o no Catalunya y el País Vasco, lo que se reconoce o no, porque eso iría en contra de todos los principios de subsidiaridad.
¿Es posible edificar la Europa de los ciudadanos?
-Claro que es posible. Pero primero hay que retirar a Europa de las manos de las élites nacionales, organizando elecciones con candidatos comunes. Creo que por primera vez se está debatiendo sobre lo que es Europa en vez de en clave interna de las naciones-Estado. Pero no es hora de recetas del pasado como las de los conservadores y socialdemócratas. Es el momento de las reformas y de otra Europa basada en la participación y las tomas de decisión de los ciudadanos y de los pueblos.
¿Cuál es el principal drama que asola al Viejo Continente?
-La falta de liderazgo. Tenemos a Barroso, el presidente de la Comisión Europea, que se dedica exclusivamente a llamar primero a París y luego a Berlín? No, perdón, primero a Berlín y luego a París? Y es después cuando toma las decisiones. No tiene capacidad de llevar las riendas del proyecto europeo, que es lo que se esperaría de él.
¿Existe una formula para atajar tasas tan elevadas de desempleo juvenil como las que arrastra el Estado español?
-Como hizo Delors en esa década de los 80, con medidas dirigidas a las pequeñas empresas, que podrán anticiparse así al nuevo futuro con inversiones que reviertan en nuevos empleos. Si tenemos éxito en las próximas elecciones, en un plazo determinado veremos pronto una reversión en esa materia.
Si el proyecto de la UE salta por los aires, ¿podrían multiplicarse conflictos semejantes al que acontece entre Ucrania y Rusia?
-El día de los tiroteos, yo estaba allí, en la tribuna, y debido a las acciones que se llevaron a cabo se relegó a Yanukovich cambiando el curso de los acontecimientos. La UE debe tener unos estándares muy fuertes en el Este. No contra Rusia, sino contra Putin. Por eso se necesita una actitud fuerte, poniendo el foco mucho más amplio contra la gente que rodea a Putin, esos oligarcas con sus visas y cuentas bancarias.