MADRID - ¿La reforma constitucional resolvería la cuestión catalana?

-Creo que la complicaría más. La cuestión catalana es difícil de resolver, pero todo se complica si además se inserta en una reforma general de la Constitución para establecer un Estado federal, determinar qué es el federalismo, si es simétrico o asimétrico... Es mucho mejor resolver la singularidad catalana a través de la propuesta que públicamente he realizado, esto es, por la vía de la adicional de la primera. Y sobre esa adicional pactar una serie de competencias que supongan un reconocimiento expreso de la identidad catalana como una política cultural, una política educativa, un convenio económico financiero. Eso no requiere reformar la Constitución, sino una negociación política.

¿Ve disposición a negociar en Madrid y Barcelona?

-Nunca es tarde si se quiere hacer. Si no se hace, no creo que vaya a haber un choque de trenes, sino un enquistamiento de una mala situación. Eso será una enfermedad crónica que estropeará la vida de la sociedad catalana, su integración en España, la visión que de Catalunya se tenga en el resto de España.

¿Es Catalunya una nación? ¿Se respeta su singularidad nacional?

-Una nación es cuando un pueblo se considera a sí mismo una nación y eso no puede inventarse, viene dado por una serie de factores objetivos: cuando se tiene una lengua propia, una cultura propia, unas instituciones jurídicas propias, una tradición de muchos siglos de afirmación del propio ser singular. Eso es una nación, y Catalunya lo es. Lo cual no excluye que Catalunya sea parte muy importante de una España plurinacional. No es el único caso en el mundo, y se puede articular, ya que una nación puede convivir con otras naciones en un mismo Estado.

¿Hay condiciones para la convivencia o se están dinamitando puentes?

-Creo que Catalunya, con el Estatuto de 1979 y luego el de 2006, por muy recortado que fue por el Tribunal Constitucional, tiene un grado de autonomía muy satisfactorio. Lo que ha faltado es el reconocimiento expreso de esa identidad que puede tener ingredientes económicos pero que tiene tremendos elementos sentimentales. Cada vez que se quiere atentar contra la inmersión lingüística se están dañando muy seriamente los sentimientos identitarios. Eso es una agresión gratuita.

En el caso de que se llegará a una consulta, ¿cree que Rajoy suspendería la autonomía catalana?

-Creo que las elecciones plebiscitarias no pueden suspenderse porque simplemente las convoca el presidente de la Generalitat y se realizan. Pero las plebiscitarias tienen un peligro, y es que a veces se pierden. No sería la primera vez. No creo que haya una consulta ilegal. Así lo han dicho muchas veces los dirigentes de la Generalitat. En Padania, Umberto Bossi, de la Liga Norte, ganó un referéndum, declaró la independencia de Padania, nadie le hizo caso en Roma y no pasó nada.

Catalunya estaría en la situación actual si Jordi Pujol hubiera negociado un Concierto como el vasco?

-Si hubiera negociado a tiempo, la situación sería sin duda mucho mejor ahora para el Estado y para Catalunya.

¿Por qué cree que lo rechazó?

-Lo dijo claramente en febrero de 1979 y admitió que habían cometido el error de no seguir la vía vasca porque en ese momento parecía que la actitud del PNV era arcaizante. Dice que no se quiso seguir la vía del Concierto porque no se quería sufrir el desgaste que supone recaudar, que era mejor que recaudase el Estado y gastase la Generalitat. Un Convenio a la vasca con Catalunya sería uno de los elementos claves para la negociación ahora.

¿El Concierto económico vasco es un privilegio?

-Es una realidad que funciona muy bien. Calificar las cosas peyorativa o positivamente es innecesario. El caso es que funciona bien para Euskadi y también para el Estado.