Barcelona - Digerido el portazo, ¿a qué conclusión ha llegado?
-A que la gente en Catalunya se siente más reafirmada en el paso a dar, y a la sensación de que hay quienes no quieren entender esto y adoptan una táctica política con un nombre y un apellido. Han puesto el foco en tratar de tumbar al president Mas, y la negativa a la transferencia de la convocatoria de consulta ha buscado ir deshaciendo el asunto por sí solo. Pero esto es algo profundo, va en una dirección de abajo hacia arriba; y cuanto más desprecio y más se dé la espalda, crecerá el número de catalanes dispuestos a coger su propio camino.
¿Era necesario acudir a las Cortes españolas sabiendo de antemano el resultado del viaje?
-Sí, porque nos ha servido para cargarnos de razones. Cuando el tema deje de ser estrictamente interno y nos pregunten si lo hemos intentado todo, podremos responder que sí: que mientras nosotros hemos ofrecido diálogo, desde Madrid han optado por hacer ostentación del no diálogo y de oponerse a la realidad, no solo política sino social. Nuestra hoja de ruta se sustenta en la calidad democrática.
La siguiente puerta se dirige a formular una Ley de Consultas para convocar el referendo, a sabiendas de que también será tumbada.
-Ya avisé de que si el Estado nos cerraba una puerta, abriríamos otra, que es la Ley de Consultas. Y si después el Estado actúa de nuevo precintando los colegios electorales o las urnas para no votar, pues allá la imagen que quieran lograr, porque nosotros recurriremos a otros mecanismos legales. Lo ha dicho el president Mas en Le Figaro -diario francés-: existen instrumentos jurídicos para hacer la consulta, uno, la petición de la transferencia que se nos ha denegado; otros, que dependen del Parlament, con la Ley de Consultas; y al final, uno que depende en exclusiva del president -que abogaría por transformar en referendo las elecciones-. De momento, vamos a concentrarnos en hacer una ley jurídicamente exquisita para que Mas pueda llamar a una consulta en las urnas el próximo 9 de noviembre. Y si no, lo dicho, abriremos esa otra puerta. Lo que está claro es que con el Estado ya lo hemos intentado, y que por nuestra parte habrá voluntad de diálogo y acuerdo hasta el último segundo. Lo que nunca haremos es quedarnos quietos.
¿La reforma constitucional ofertada por Mariano Rajoy no suena a propuesta trampa?
-Suena a decirnos: A ver si ustedes con los diputados que les representan pueden cambiar la Constitución. Pero él ya dijo que no se toca. Parece que si llaman desde Alemania y la troika se puede retocarla con más sensibilidad, pero si centenares de miles de catalanes quieren ejercer el derecho a decidir supone un agravio y la barrera es infranqueable. Al final de todo quien va a decidir es la gente de Catalunya. Ya lo planteé en el Congreso: ¡cambiemos la lógica! Primero, preguntemos y, a partir de ahí, hagamos. No al revés, porque ya tenemos la experiencia del Estatut en 2006, de hacer primero y después preguntar, y sabemos cómo acabó, peor de lo que podíamos imaginar.
"Ponga fecha y hora", le respondió Mas a Rajoy. ¿Para negociar una tercera vía que limite la demanda a un mayor autogobierno?
-No, en absoluto. Para dialogar sobre la consulta. No negociaremos nada que se salga de esa hoja de ruta. Porque todo esto acabará tal y como lo decidan los ciudadanos de Catalunya, y no en función de un acuerdo entre el president de la Generalitat y el presidente español, entre Parlamentos o entre los grupos políticos. No puede ser que Mas y Rajoy se reúnan y se hable de todo menos de la consulta. Sería una cosa de extraterrestres. Esto no es un tema de trenes, de carreteras y de cuatro duros más. El president ya le hizo llegar un informe jurídico detallado con todos los mecanismos que existen y que nos ha llevado a plantear la doble pregunta a nuestra ciudadanía. Si al Gobierno español no le gusta, pues propongan ustedes una pregunta, y negociemos.
O sea, que la doble pregunta aún es reformulable.
-De la fecha y la pregunta podemos hablar. Pero que no den la espalda a un sentir mayoritario o a que la gente que defendemos la independencia no lo podamos marcar en una casilla. Además, negociar no es acordar. El compromiso es hacer el referendo y que los que no quieran tocar nada, pongan no y tan anchos; los que quieran la independencia se pronuncien con el doble sí; y que los que quieren cambiar las cosas sin llegar a tanto, puedan asimismo pronunciarse.
Le insisto en la alternativa a conformarse con mayor financiación o en mejorar la cuestión lingüística porque desde sus filas, Duran i Lleida, ha alentado esa tercera vía.
-No, no. Duran i Lleida lo que dijo es: señores del Estado, muévanse ya porque a base de dar la espalda alimentan a aquellos que quieren combatir. Pero la determinación de Duran respecto a la consulta es del 150%. Otra cosa es que con la consulta en las manos, en ese momento Unió valoraría la respuesta. Es más, aquí en el Parlament Convergència i Unió ha actuado sin fisuras. Al margen de eso, CDC tiene clara la respuesta, mientras en Unió hay gente más favorable al doble sí y otra menos. Pero incluso Duran ha dejado por escrito que si al final España no se mueve, él mismo tiene claro cuál será el camino.
¿ERC marca el paso al Govern?
-Eso se dice para generar división y nerviosismo pero CiU se ha abstraído de esos comentarios. Fue el president Mas quien marcó el tiempo y gestionó con los otros líderes la formulación de la consulta hasta el acuerdo. A nosotros lo que nos obsesiona es hacerlo al menos igual de bien que la gente con su demanda en la calle. El desacuerdo entre los partidos es un estadio que no nos planteamos. Unos gesticularán más que otros, y a CiU le toca gesticular menos y mantener un acuerdo entre diferentes. De ahí la propuesta transversal presentada al Congreso, y que llevó a ir nosotros [Rovira, Herrera y él], y no el president. Y es que el núcleo central de la discusión es la democracia. Es más, el 90% de catalanes aceptaría el resultado de la consulta. Madrid da por hecho un resultado, pues entonces preguntemos y después gestionemos lo que salga de la urna. Podemos estar nosotros equivocados, o estarlo ellos, pero hasta que la urna no se abre...
La calle está segura de que habrá elecciones plebiscitarias.
-Ya lo veremos. ¿Y si en el otro lado acaban haciendo campaña para que nadie vaya a votar, para desprestigiar la consulta empleando la cultura del miedo? Yo lo que no imagino es un Gobierno del siglo XXI precintando una campaña electoral, colegio o urna, prohibiendo la democracia.
¿Contempla la declaración unilateral de independencia?
-Sería el último de los últimos, de los últimos, de los escenarios. Y siempre sabiendo previamente la decisión de los catalanes. Pero descartar, no se descarta nada. No habrá nada, eso sí, si no es a través de una anterior decisión democrática de la ciudadanía.
Informes, conversaciones con el presidente de la UE... La campaña del Gobierno español es feroz exhibiendo el discurso del miedo.
-Lleva meses instalado en la campaña electoral a favor del no, va una pantalla por delante. Los partidarios del sí estamos más concentrados en gestar la consulta bien. Mire, la gente lo que quiere es un proyecto esperanzador, y no existe padre que desee para su hijo el Apocalipsis y la resignación. El primer interesado en que Catalunya siga siendo un Estado dentro de la Unión Europea es España. ¡Cómo pueden decir que nos vamos a quedar aislados! Solo hace falta ver un mapa.
¿Les sirve de atajo la definición del TC sobre el derecho a decidir como "aspiración política"?
-Lo dijo ya Miquel Roca, que la consulta es constitucional si hay voluntad política de que sea constitucional. Y lo han afirmado expertos contrarios a la independencia. Otra cosa es luego hacia dónde querramos ir. Lo grave es que el TC no nos dice ya lo que podemos hacer o no, sino lo que podemos decir o no. Como el juez que suspendió cautelarmente la cesión de datos del padrón de Cabrils, es decir, un pronunciamiento político. Por eso quisimos recusar a tres miembros del TC, que han agitado la catalanofobia insultando a los catalanes.
La Asamblea Nacional Catalana prepara ya otra Diada histórica.
-Si en la Via Catalana hubo casi dos millones de personas, incluso puede superarse ese número. Así reaccionamos los catalanes, movilizándonos de forma pacífica. Aunque Rajoy diga lo de "los catalanes hacen cosas...".