Bilbao. EL proceso de Argel fue posible "por una conjunción de astros" y supuso "el cénit negociador de ETA, ahí empieza su declive". Lo sostiene y argumenta Txema Montero, que en aquellos meses entre enero y abril de 1989 participó en Argel, en su condición de miembro de Herri Batasuna (era eurodiputado), como asesor durante el tiempo que duró el diálogo entre representantes del Gobierno español y de la organización armada.
Para llegar a aquel momento álgido que alineara los astros fue necesario mucho tiempo y largas horas de preparación, mensajes, contactos, viajes, múltiples dificultades e infinidad de conversaciones previas. Es más, a buen seguro tuvo muchos prolegómenos. Tantos como rupturas, con muchos mensajes que cayeron en saco roto y no fructificaron. Pero alguno caló. Pablo Muñoz, actual director editorial del Grupo Noticias y por aquel entonces máximo responsable de Egin, revela que durante una conversación con el dirigente socialista Txiki Benegas, éste le sondeó: "¿Tú crees que los de ETA están dispuestos a hablar?" Lo que hizo Muñoz fue trasladarle la pregunta a su redactor jefe en Egin, Josu Muguruza, que pocos meses después de Argel, en noviembre de 1989, fue asesinado en Madrid por ultraderechistas la víspera de que tomara posesión de su escaño de diputado en el Congreso por HB. "Me respondió que le diera un tiempo y me contestaría. A los pocos días me dijo: 'adelante', lo que yo trasladé a Benegas y, hecho el contacto, yo, prudentemente, me aparté", indica.
Posteriormente, y dado el estado de ánimo de Muguruza y los comunicados de ETA que le iban llegando y publicando en Egin, supo que las cosas "iban bien". "Hasta la declaración de Corcuera (ministro del Interior), que en cuanto Muguruza la oyó por televisión dijo que no, que eso no era lo pactado". Sabía de qué hablaba. Fue el final de una historia que empezó "con muy buena voluntad" pero que terminó como "un inmenso fracaso" y que "dio oxígeno a ETA durante mucho tiempo", recalca el periodista.
Txema Montero, presente entonces en Argel, abunda en que el Gobierno español incumplió el acuerdo al que se había llegado en la mesa durante una última reunión "que duró treinta horas seguidas". "Se acordó un Jueves Santo y se decía que el proceso debía desembocar en una salida política negociada, y el Gobierno español lo tenía que hacer público así. Pero el lunes, el ministro Corcuera, de forma descuidada, en un pasillo, dijo algo diferente", relata Montero. "Se había pactado y no puede haber interpretaciones a lo pactado", dice el abogado que, pese a todo, fue crítico con la ruptura de las conversaciones porque pensaba que "el tiempo tejería complicidades, que cuanto más tiempo durase aquello, mejor, más difícil sería para ETA volver a las armas".
El dirigente socialista vasco Txiki Benegas, por su parte, reconoce que fue el propio presidente Felipe González quien se negó a aceptar los términos del comunicado. "En Argel se comete un error: no se hace cocina previa seria para saber qué se iba a hablar, con qué garantías y hasta dónde se podía llegar. Se tenía que haber profundizado mucho más antes de sentarse en una mesa", afirma Benegas, que lo justifica: "se empezó a hablar de todo, hasta de la historia de los pueblos". Sin embargo, es tajante al afirmar que "nunca se ha aceptado una negociación política con ETA, al menos no el Gobierno del Estado".
Diálogo político Txema Montero, por su parte, define Argel como "una negociación entre ETA y el Estado español, auspiciada por otro Estado, el argelino, que actuó de anfitrión y favorecedor del proceso de conversaciones". "Fue el punto álgido de ETA en su intento de negociar con el Estado", afirma. El abogado vizcaino duda de que el Gobierno tuviera "voluntad real" de negociar. "Pretendía una negociación sin otro contenido político que la incorporación de HB a las instituciones y que HB respondiera políticamente de ETA y que ésta se disolviera", resume. En un momento, el Ejecutivo "cayó en la cuenta de que era una dinámica difícil de parar". "Posiblemente, llegó más lejos de lo que podía", resume. Según la visión de Montero, ETA, por su lado, se quedó sin objetivos para dejar de usar las armas al ver rechazadas las propuestas que había puesto encima de la mesa (autodeterminación, Nafarroa, etc.).
Todo ello, unido a la "falta de valor compartido, de empatía", llevó al fracaso de Argel, que había llevado cierta ilusión a las calles de Euskadi. Eso sí, "ni se nos pasó por la cabeza ni estuvo en la mesa la participación de ningún otro partido u organización política", pese a los inequívocos mensajes lanzados por el PNV, que convocó una manifestación multitudinaria en Bilbao que fue interpretada en Argel como "desestabilizadora" y un intento de decir: "no sin nosotros", explica Montero.