madrid. A Mariano Rajoy le salió la vena poética. Quién sabe si para quitar hierro al desafío soberanista catalán o para esbozar un horizonte optimista en su libreto, el presidente no tuvo otra ocurrencia que parafrasear a un un poeta español y otro portugués, Antonio Machado y Fernando Pessoa, en un acto ante el príncipe Felipe de Borbón y el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso. "Tendremos por delante un mañana colmado de días azules y soleados", soltó en una matinal plagada de citas en la localidad cacereña de Yuste, donde irrumpieron desde Kant a Saramago, y hasta metáforas marítimas. Una visión idílica que se contrapone con el problema del modelo territorial que se le plantea al líder del PP tanto desde Catalunya como desde Euskadi. Aprovechó, eso sí, para nuevamente defender el consenso de la Carta Magna de 1978, "la Constitución de la concordia". "Una Constitución en la que cabemos todos y que constituye la mejor garantía para avanzar y alcanzar la justicia, la prosperidad y el bienestar material de todos los españoles; una Constitución que tuvo el inmenso mérito de devolvernos a Europa", destacó.
Por su parte, Durao Barroso recalcó el mensaje que le trasladó al president Artur Mas a través de una carta personal en respuesta a lo que el dirigente de CiU le trasladó explicándole la situación que atraviesa Catalunya. Reiteró que "no es competencia de la Comisión pronunciarse sobre cuestiones internas constitucionales españolas", al mismo tiempo que recordó que Catalunya, en primera instancia, quedaría fuera de la Unión Europea si se independiza. "El derecho europeo lo dice claramente", afirmó previamente Barroso en una entrevista en el programa Los Desayunos de TVE. "Si hay un territorio de un país que vaya a salir de ese país, claro que es otro Estado. Y ahí tendría que pedir la adhesión, si quiere, a la UE, y los otros países tendrían que aceptarlo para ser miembro", desbrozó el mandatario europeo.
En ese terreno remarcó que se trata de una doctrina "establecida", previa a su mandato. Sin embargo, no quiso meterse en la discusión doméstica sobre la posibilidad de una consulta. "Es una cuestión del Estado español, que debe decidir de acuerdo con sus normas constitucionales. Yo solamente puedo decir cuáles serían las consecuencias desde el punto de vista del derecho europeo", valoró. Por último, advirtió del peligro de "los egoísmos nacionales y los nacionalismos extremos".