Bilbao

Cuenta Mª Jose Aguirre que su nieta le sorprendió con la "gran pregunta", esa que le habría gustado no tener nunca que responder, allá por el mes de mayo, durante una de las entrañables conversaciones que suelen mantener, como preludio del sueño, recostadas en la cama. "Amona, ¿cómo se murió el trasto de tu hermano pequeño?". La curiosidad infantil apuntaba directa al corazón. "Me inquietaba su reacción, me inquietaba recordar, por primera vez, con mi nieta mirándome a los ojos", confiesa Mª Jose. Pero la niña tiene ya 9 años y a su amona no le pareció honesto devolverle un silencio por respuesta. Tampoco una mentira piadosa. Ni siquiera una verdad a medias. Así que no le quedó otra que respirar hondo y contarle que a Jose Mª, el trasto de su hermano, ese que posa, enmarcado en el hall, con un cigarrillo y una botella de güisqui en la mano, le mataron unos chicos muy malos con una pistola en Bilbao. Esta vez la historia no tenía final feliz.

Se han desprendido, desde entonces, unas cuantas hojas del calendario, pero Mª Jose recuerda al detalle cada palabra, cada gesto. Si la pregunta le puso patas arriba los recuerdos, lo que vino después le llegó al mismísimo alma. "Mi nieta me dijo que teníamos que ir a la cárcel para hablar con el que mató a Jose Mari. Para mí, que desde que nos informaron de su asesinato he defendido el diálogo entre todos, sin exclusiones y sin condiciones, que la niña dijera aquello fue muy significativo". Tanto que decidió plasmar sus palabras sobre papel y compartirlas públicamente en estos tiempos en los que el proceso de paz se antoja atorado porque cada uno, dice, quiere arrimar el ascua a su sardina. "Pese a que el lehendakari Urkullu está haciendo todo lo posible por acercar posturas, ETA no termina de reaccionar y el PP y compañía, tampoco. Al que ha asesinado a mi hermano no le voy a pedir generosidad, pero los políticos tienen que tenerla. ¿Cómo unas personas adultas con una intensa carrera política, con asesinados, amenazados y familias destrozadas por la sinrazón, con el dolor prendido en las entrañas de Euskadi, pueden bloquear la Ponencia de Paz? ¿Por qué no dialogan en los puntos que nos unen? ¿Cómo puede ser que mi nieta hable de diálogo?", reflexiona.

Su nieta habla de diálogo porque lo ha mamado. "Sus aitas y yo, cuando algún niño le hace algo, siempre le decimos que hay que hablarlo y no contestar mal. La noche que surgió esa conversación, me dijo: Tú tranquila, amona, que voy a ir a la cárcel a hablar con él, pero educadamente". Si el asesino de su hermano solicitara una cita con Mª Jose, ella acudiría. "Me gustaría que me explicase por qué tanto sufrimiento para todos, en nombre de qué patria me está hablando... Esa patria de la que ellos hablan no es la mía".

El reto pendiente En su tablón imaginario de retos sigue prendido el post-it con su visita pendiente al Museo Guggenheim, en cuyos aledaños fue tiroteado el ertzaina. Solo de pensar en llevarlo a cabo, los nervios le estrangulan el estómago. "Me falta el último empujón. A ver si me lo dan los partidos políticos y ETA, con la entrega de las armas". Cuando eso suceda, tiene pensado acudir a la pinacoteca de la mano del que fuera lehendakari Juan José Ibarretxe y de su nieta. La niña que le dio "vida con mayúsculas" cuando estaba sumida en un pozo sin fondo de tristeza. La cría que le ha tomado el testigo para predicar a los cuatro vientos el mantra de su amona, que "no tenemos otro don mejor que el de la palabra".