el preconcurso de acreedores en Fagor, así como sus posibles consecuencias, han sido y serán analizados con profusión, y quien suscribe poco puede aportar al debate público a ese respecto. Me han interesado, sin embargo, las reacciones a la decisión tomada. Ofrecen un ilustrativo retrato del país y de sus principales actores públicos.

De lo expresado por el lehendakari en América, y de la declaración posterior de la consejera Arantza Tapia, deduzco que el Gobierno Vasco se ha sentido presionado por los responsables de la cooperativa para hacer un esfuerzo mayor del que ya había hecho. El lehendakari, con sus palabras, parecía sugerir que lo que Fagor demandaba al Gobierno traspasaba el límite de lo legalmente permisible. Y de lo dicho por la consejera deduzco que -según el Gobierno- la decisión de Fagor podía haber sido menos traumática y quizás más eficaz que la que ha tomado; según esa interpretación, la cooperativa habría optado por la decisión de mayor impacto público para, de esa forma, ejercer presión y conseguir que el Gobierno Vasco se avenga a hacer esfuerzos adicionales a los ya hechos. Parece, por fortuna, que las presiones no habrían surtido el efecto buscado.

El diputado general de Gipuzkoa, por su parte, declaró que el Gobierno Vasco debe invertir "en creación y el impulso del empleo", que es una forma como otra cualquiera de hacer un brindis al sol. Y también señaló que lo ocurrido "nos debe llevar a una profunda reflexión". Pero por muy profundamente que se reflexione me temo que eso no tendrá efecto alguno. Al hilo de esa expresión, permítaseme una anotación al margen: en el lenguaje político pocas veces va sola la reflexión, casi siempre la acompaña su amiga profunda, máxime si es nuestra patriótica izquierda la que propone reflexionar.

Pero volvamos al tema que nos ocupa, porque hubo más reacciones. Así, me llamó la atención que los comunicados de PP y PSE coincidieran en una idea: ambos piden que "se impliquen" todos los agentes en la resolución de la crisis. Se me ocurre que una formulación tan vaga resultaría más creíble si predicasen con el ejemplo y si, como muestra de implicación genuina, el deseo que se manifiesta viniese acompañado de una colecta entre sus afiliados en beneficio de Fagor. El PSE lo haría por solidaridad, y el PP, por patriotismo.

Confebask, por su parte, manifiesta la urgencia de adoptar medidas "que permitan afianzar cuanto antes la supervivencia y competitividad de nuestras empresas". La crisis de Fagor muestra que la modalidad cooperativa de capitalismo también sufre los embates del ciclo económico: nadie es inmune al mal de la crisis. Por tanto, la patronal propone que, dado que "llueve para todos", el paraguas se abra también para todos.

Los sindicatos, por último, emiten comunicados de genérica formulación, salvo el de LAB, que es casi una tesis doctoral acerca de los pecados cometidos por Fagor. Destacan, sobre todo, la forma tan ineficaz, a la par que malvada, con que se está gestionando la crisis. Al principio he echado de menos las habituales proclamas, anuncios de movilizaciones y huelgas, y exigencias de que no haya despidos ni bajadas salariales. Luego he recordado que Fagor es de sus trabajadores, por lo que, lógicamente, todas esas soflamas habrían estado fuera de lugar. Al sindicalismo, por lo demás, nunca le resultó cómoda esa mixtura de capitalismo participativo y popular que representan las cooperativas. Al fin y al cabo, de haberse extendido por todo el tejido económico, se habría abolido la lucha de clases, lo que habría llegado a provocar la mismísima extinción sindical. Una verdadera tragedia.

@Un_tal_Perez

Reacciones que retratan

Un tal Pérez

JUan Ignacio Pérez

Al sindicalismo nunca le resultó cómoda esa mixtura de capitalismo participativo y popular de las cooperativas