Berlín. Tres jugadores se sientan a partir de hoy a la mesa de póquer para formar el nuevo gobierno alemán: la Unión, encabezada por la canciller Angela Merkel, el Partido Socialdemócrata (SPD) y Los Verdes. Ninguno quiere enseñar sus cartas y ninguno parece estar entusiasmado con el premio. Merkel acude fuerte a la partida con la seguridad que le da el contar con el respaldo de los alemanes tras haber obtenido el 41,5% de los votos en las pasadas elecciones generales de Alemania. "Nuestra base de partida es nuestro programa electoral, que cuenta con el apoyo de la mayoría de la población", afirmó la mandataria alemana de cara a las negociaciones.

Mientras, el SPD con un 25,7% (su segundo peor resultado de su historia) y Los Verdes con un 8,4% acuden conscientes de que tienen mucho más que perder que de ganar. Los dos posibles socios de Merkel se han visto obligados por responsabilidad política a sentarse a la mesa. Ninguno de los dos salta de alegría ante la idea de compartir las riendas del poder con la Unión Cristianodemócrata (CDU) y su hermano bávaro, la Unión Cristianosocial (CSU). Ambos partidos temen seguir los pasos del último socio de Merkel, el Partido Liberal (FDP), que ha desaparecido del mapa político tras no lograr el mínimo necesario para acceder al Bundestag. "El mundo nos está mirando", alertó Merkel consciente de esos miedos. "Tenemos la responsabilidad conjunta de formar un gobierno estable", recordó por si alguien lo había olvidado.

El principio alemán de primero el país y luego el partido se cierne sobre el SPD y Los Verdes como la espada de Damocles. Su negativa a formar gobierno con Merkel podría llevar a convocar de nuevo elecciones en Alemania, algo que dejaría patente que anteponen el interés del partido al bienestar del país. Merkel es consciente de que ninguno va a correr hacia sus brazos y de que puede que le salga caro. "No va a haber ningún automatismo hacia una Gran Coalición", aseguró desde el principio el presidente del SPD, Sigmar Gabriel, que tiene aún muy presentes las heridas de la última Gran Coalición (2005-2009), de la que aún no se han recuperado totalmente. De momento, la primera reunión de toma de contacto el pasado viernes les permitió identificar posturas en común, aunque también "temas conflictivos". Tanto el SPD como Merkel quieren reducir la deuda y llevar a cabo una mayor inversión en educación. La gran duda es de dónde sacar la partida para ello. "Una subida de impuestos es quizás el camino más realista. Si hay otras posibilidades las escucharemos", declaró la secretaria general del SPD, Andrea Nahles. Otro de los puntos conflictivos será la adjudicación de carteras. En el SPD empiezan a surgir las primeras voces que reclaman el "todopoderoso" Ministerio de Finanzas para ellos. No obstante, la probabilidad de que Merkel decida apartar a Wolfgang Schäuble de esa cartera es prácticamente nula, aunque algunos medios alemanes deslizaban ayer la posibilidad de que Schäuble asuma Exteriores. Sin embargo, los reparos del SPD han empujado a la Unión (CDU/CSU) a establecer también contacto con Los Verdes en un intento por dejar claro que no son los únicos con quien pueden formar gobierno. Una formación con los ecologistas se ve como algo bastante improbable en Alemania. "Vamos a tantear el terreno", afirman, al mismo tiempo que se negó a hablar sobre posibles tácticas de juego. Todos tendrán que hacer concesiones pero nadie quiere mostrar sus cartas.