Entre sus señorías proliferan los nuevos dispositivos tecnológicos y abundan los de una mediática marca de cuyo carismático fundador se está estrenando una película y que acaba de lanzar un nuevo sistema operativo que está haciendo furor entre sus muchos fans. Pareciera, visto lo visto y oído lo oído en el Pleno de ayer, que todo el Parlamento Vasco se ha contagiado de esta migración masiva en iPhones y iPads y ha cambiado, casi de la noche a la mañana, su sistema operativo. Se palpaba en el ambiente y lo certificaron todos, cada uno a su manera: estamos en un "nuevo tiempo". Nuevas formas, nuevos tonos, nuevos lenguajes. Lejos de aquella crispación, del ambiente eléctrico, de la palabra subidita, del tono agresivo que ha presidido las sesiones durante largos años.
¿Milagro? Ni mucho menos. No es que antes no hubiera convicción en la necesidad de una política de consenso. Lo que no había eran condiciones. Y ahora las hay. Gracias, por una parte, a que ETA ya no mata y la izquierda abertzale se ha empeñado en hacer solo política -lo que, obviamente, ha relajado mucho el ambiente- y al ultimísimo acuerdo entre PNV y PSE que ha reconstruido un puente que se había derrumbado por el efecto de turbulentas aguas y que ha estado muchos años inservible. Un nuevo escenario que no ha surgido de la nada. Se lo dijo el lehendakari Urkullu a Patxi López, empeñado durante una importantísima parte de su intervención en colocarse la medalla al mérito: "El mundo no ha empezado a girar con usted". Sin acritud. Sin "tono bronco". Pero también sin química. Si López sigue en la política vasca -lo que está por ver- será necesario engrasar mucho esa relación personal tan claramente deteriorada, con pacto o sin pacto.
El acuerdo entre nacionalistas y socialistas fue el protagonista del Pleno. La letra y el espíritu. No hubo un solo orador que no pontificara sobre las bondades y necesidades de acordar, de pactar. Pero una cosa es predicar y otra, dar trigo. El lehendakari mantuvo su tono habitual y reivindicó sus ofertas de acuerdo desde su misma investidura. De hecho, dio una gran importancia a la reunión del 21 de mayo en la que se sentaron en una misma mesa representantes de todos los partidos y que probablemente, salvo él, nadie recordase ya. Aunque no parece que vaya a cejar en el empeño. "Construir, crear, fabricar, levantar". Palabras que repitió en cuatro ocasiones: para "un nuevo tiempo de madurez política", un "nuevo futuro económico", un "nuevo futuro en paz y convivencia" y un "nuevo futuro político compartido". Sus grandes ejes, pero con acuerdo entre todos.
Patxi López, por su parte, se quedó en su propia reivindicación pero dio más estopa a Rajoy que a Urkullu, hasta el punto de que sus palabras recibieron el único exabrupto del día, desde la bancada popular, cuando Carmelo Barrio le replicó a voz en grito: "¡Eso es mentira!" Murmullos. Sin acritud. Laura Mintegi no salió de la "vía vasca" que sirve para todo y Arantxa Quiroga dejó todas las puertas abiertas: ¿para entrar y para salir? Curiosamente, solo un orador hizo autocrítica, eso que se suele reprochar siempre al dirigente, y fue el lehendakari, que le reconoció a López que "estamos peor que hace nueve meses" aunque le garantizó que "lo vamos a dejar mejor de lo que nos encontramos".
La transición ha comenzado. Queda construir, crear, fabricar, levantar Euskadi. Casi nada.