Vitoria. El pasado viernes se cerraron definitivamente todos los "matices" que faltaban para ultimar la puesta de largo del acuerdo en la sede presidencial del Gobierno Vasco, según destacaron a este periódico fuentes de Lehendakaritza. Así las cosas, y conocido el contenido del documento firmado por PNV y PSE -más el aval del lehendakari, Iñigo Urkullu- las formas predominaban en la mañana de ayer sobre el fondo en la atención de los presentes.
En una atestada sale de prensa, sonaban las once mientras los profesionales de la información aguardaban a que los tres dirigentes encargados de estampar su firma en el acuerdo ofrecieran su lectura. Minutos antes, a este protocolario acto solo se había permitido la asistencia de los medios gráficos -fotógrafos y operadores de cámara- dada la numerosa presencia de periodistas.
El primero en firmar fue el secretario general de los socialistas vascos, Patxi López, quien también accedió en este orden a Lehendakaritza. Acompañado de un asesor, subió los escalones de la sede que durante cuatro años habitó como máximo responsable.
En estas dependencias, donde le recibió el lehendakari, Iñigo Urkullu, aguardó a que su homólogo en el PNV, Andoni Ortuzar, llegara a la cita junto a la secretaria del EBB, la alavesa Pilar García de Salazar.
La imagen que quedará para la posteridad será la de los tres dirigentes con los brazos extendidos uniendo las manos en un gesto más habitual en disciplinas deportivas que políticas.
La escena catapultó la memoria de la mayoría de los presentes a una época donde el lehendakari José Antonio Ardanza y un partido socialista liderado entonces por Txiki Benegas hicieron de la necesidad virtud para unir sus fuerzas en un gobierno de coalición.
A lo largo de tres lustros el entendimiento de PNV y PSE fue una constante que sirvió de lanzadera a uniones más amplias que forman parte de la memoria histórica vasca, con el colofón del Pacto de Ajuria Enea. Lo recordó Urkullu en su intervención tras la firma del acuerdo, pero también mencionó los quince años siguientes en los que el desencuentro ha sido una tónica habitual entre socialistas y jeltzales, sobre todo en el último lustro.
El nuevo pacto abre las puertas a un nuevo presente en el que todavía se desconoce si habrá más compañeros de viaje. Y también fija los pilares de lo que puede ser el futuro si el diálogo entre diferentes sigue dando sus frutos.
La firma de ayer estuvo acompañada por las críticas de miembros del sindicato LAB, que se concentraron a las puertas de Lehendakaritza para manifestar su oposición a un pacto con el que consideran se agudizará la crisis y el desempleo.