vitoria. El verano ha dejado sin sesiones ordinarias a las Juntas Generales de Gipuzkoa. Y, sin embargo, el impasse estival no ha supuesto una merma en la actividad de la política guipuzcoana. Con dos socios quemados en dos años -PNV y PSE- tras sendos acuerdos presupuestarios y varios choques de calado con la oposición por proyectos como el puerta a puerta, los peajes o la reciente recusación del diputado de Innovación, Jon Peli Uriguen, el curso político a abrir en septiembre se avecina complicado para Bildu. Más oscuro se presentaría el horizonte al diputado general, Martín Garitano, si cabe, si las negociaciones entre jeltzales y socialistas finalmente son selladas con un acuerdo fiscal para la CAV que acompasaría la sintonía entre ambos partidos y desequilibraría las relaciones con la coalición, si es que ella no se incorporara también a esa alianza.

Aún con margen de movimiento en el ecuador de la legislatura debido a su mayoría de 23 junteros -uno de ellos, de Aralar- pero con una oposición que suma 28 de 51 representantes, y si bien la reforma fiscal que podrían aplicar PNV y PSE a partir de 2014 podría suponer un refrendo a las tesis de Bildu -especialmente, en lo referente a la modificación del IRPF ya aplicada en el herrialde vecino-, la coalición quedaría en fuera de juego y al margen de la fotografía del consenso si las negociaciones fiscales se plasmaran en un acuerdo en el que ella no participara y sí lo hiciera, por el contrario, el PP de la CAV. Así, el nuevo ciclo a abrir en la política vasca con el entendimiento entre los partidos de Patxi López e Iñigo Urkullu supondría reforzar la estabilidad en las Juntas de Bizkaia y Araba, gobernadas por jeltzales y populares, pero dejaría en una mayor soledad a la formación soberanista en Gipuzkoa. Incluso podría recrudecer la pugna abierta.

La última en lanzar un serio aviso al Ejecutivo de Garitano ha sido la portavoz del PSE en la Cámara guipuzcoana, Rafaela Romero. "Decepcionado" el partido con Bildu -al que aún le esperan dos años más al mando en Gipuzkoa- por no gestionar una partida de 8 millones para la reactivación económica, tal y como acordaron como base para aprobar los Presupuestos de este año, los compañeros de viaje se le van agotando a la coalición. La "reprobable actitud ante la crisis y las necesidades de nuestro tejido socioeconómico y empresarial" ha sido la gota que ha colmado el vaso socialista.

Un año antes fueron los jeltzales, que a comienzos de legislatura abogaron por dejar hacer a la coalición tras su destacada victoria electoral en 2011 en Gipuzkoa, los que trazaron un viaje de ida y vuelta similar: firmaron un acuerdo para las Cuentas y, pocos meses después, "defraudados" por el incumplimiento de las condiciones pactadas, según señaló el presidente del GBB del PNV Joseba Egibar, certificaron la ruptura. La Diputación también ha tenido sonoros desencuentros al margen del ámbito político en los últimos meses. Es el caso de la asociación empresarial, Adegi.

Con los puentes al entendimiento cortados en la actualidad, el desgaste propio de la gestión tampoco está siendo ajeno a una Bildu que irrumpiera con fuerza en 2011. Tras quedarse a apenas 500 votos de vencer en el herrialde en las autonómicas de 2012, las encuestas siguen siendo además favorables al PNV en el herrialde vecino.

Garitano, no obstante, sigue manteniendo que la travesía en el desierto que se avecina para Bildu durante los dos próximos años llegará a buen puerto. Es más, considera posible poder volver a alcanzar acuerdos que no paralicen la actividad gestora de la Diputación Foral de Gipuzkoa tanto con el flanco nacionalista, el PNV, como con su compañero en la izquierda, el PSE. Buscaría seguir con el mismo esquema que tan buen resultado le ha dado hasta la fecha.

Claro es que el PP, que fijó el verano como una época propicia para tejer -siempre con la colaboración del PNV y PSE para resultar satisfactoria- una moción de censura contra Garitano en septiembre, no resultará un socio del que conseguir apoyo presupuestario para una Bildu cuyo horizonte podría oscurecerse a partir de septiembre, un arranque del nuevo curso que podría fotografiar la soledad de la coalición.

Bildu llega al ecuador de la legislatura tras 'quemar' a PNV y PSE y con un PP que prevé una moción de censura