BILBAO. El acto de distinción como Ilustres de Bizkaia a "todas las víctimas", otorgado por la Diputación Foral de Bizkaia, escenificó la dificultad de alcanzar un consenso en materia de paz y convivencia entre las grandes sensibilidades políticas vascas. A las críticas vertidas por el PP, que no acudió a la entrega por ser "un paripé para contentar al mundo de Bildu", y del PSE, que, aunque asistió, criticó que se abriera el reconocimiento a las víctimas del GAL, el Batallón Vasco Español, los grupos de extrema derecha o la triple A, en lugar de hacerlo únicamente con las víctimas de ETA; se sumó la coalición soberanista, a quien precisamente desde las filas populares acusaron de enviar una carta al diputado general de Bizkaia, José Luis Bilbao, para que se cambiara la decisión adoptada en el pleno de finales de abril. Bildu se unió después al reproche por entender que el acto se convirtió en "propaganda" de Urkullu por recoger él la medalla que acredita el título en nombre de todas las víctimas, aspecto que Bilbao fundamentó en la intención de exponerla en el futuro Instituto de la Memoria.

El lehendakari, que abogó por un acuerdo entre "las cuatro grandes tradiciones políticas" de Euskadi, se topó con la espantada de los junteros de Bildu y de la parlamentaria Maribi Ugarteburu, que se habían colocado en el fondo del salón del Palacio Foral para abandonar luego el recinto cuando el diputado entregaba la medalla a Urkullu, y dejando a Laura Mintegi como única representación, sentada entre los asistentes. El dirigente jeltzale insistió en la entente "ética y democrática" con la participación de PNV, PSE, PP y EH Bildu, razonándola en que "ningún proyecto político, ni amor patrio, ni razón de Estado" puede anteponerse a los derechos humanos, guion para la paz que compartió con los familiares de las víctimas presentes, entre ellos, Iñigo Lidón, Borja Ybarra, Edurne Brouard, Rosa Rodero, Asier González, miembros de la familias Arana y Fika-Ariño, Ramos-Torrado y los familiares de los trabajadores de la Diputación fusilados durante el franquismo. Las reticencias que planearon el acto impidieron una fotografía conjunta de las víctimas presentes en el mismo.

En este escenario, Urkullu ensalzó el Instituto de la Memoria como "plaza pública y encuentro social de valores, primera piedra sobre la que edificar la convivencia futura" del país, y que propone "un recorrido ético de implicación ciudadana". Tras indicar que "el primer paso es clarificar el pasado", advirtió de que "el fin de ETA no puede acompañarse de una historia justificadora de su violencia, ni tampoco de la minimización de ninguna vulneración de derechos humanos". Por ello, entiende que "las personas que han visto vulnerados sus derechos merecen reconocimiento y reparación", así como "una política pública de memoria crítica y democrática". Y aportó dos elementos para allanar el camino: "Paciencia y esperanza".

Por su parte, Bilbao, que manifestó también su "respeto y consideración hacia aquellas personas que, por una u otra razón, no han estimado oportuno acompañarnos", instó a "dejarnos de intereses partidistas, de política con minúsculas, de sacar réditos donde no los hay, y pensemos en el futuro, en las personas". "Desterremos el debate de los vencedores y los vencidos, de los míos y los tuyos, porque hasta ahora nadie ha ganado, hemos perdido todos", valoró. Tras señalar el informe de vulneraciones de derechos humanos del Gobierno vasco, "que recoge más de 1.000 muertos y 4.000 heridos", destacó que "no existe Dios, ni patria, ni ideología, ni proyecto político, ni revolución social, ni interés personal o colectivo que justifique matar a otro", recordó que el trayecto hacia la paz "está trazado pero no terminado, porque ETA aún no ha desaparecido, y ya es hora de que lo haga".

Críticas de la oposición Por contra, Mintegi consideró que "era necesaria nuestra participación aquí desde un punto de vista constructivo", pero "cuando hemos visto que esa medalla simbólica que está destinada, supuestamente, a todas las víctimas la recogía el lehendakari nos hemos quedado totalmente sorprendidos". "No es de respeto ni serio que Urkullu haya derivado un tema tan delicado para colgarse una medalla en torno a un proyecto al que todos deberemos de dar forma", añadió. Mediante un comunicado, el PSE lamentó que las víctimas quedaran "eclipsadas, sin voz ni visibilidad, por el absoluto protagonismo de la representación institucional". "No podemos dejar de expresar el mal sabor de boca que nos ha dejado un premio mal planteado en su origen y peor resuelto", concretan.

Para la portavoz del PP en Juntas Generales de Bizkaia, Esther Martínez, "es un ejercicio de cobardía mezclar" a las víctimas de ETA con el resto, y reprochó que le "consta que varias familias de víctimas del terrorismo" no fueron "invitadas". En respuesta a ello, la presidenta del BBB del PNV, Itxaso Atutxa, afirmó que la decisión de englobar a las víctimas resultó "acertada", confiando en que el PP "poquito a poquito vaya demostrando que, de verdad, tiene un compromiso por la paz y la convivencia".