bruselas. Felipe de Sajonia-Coburgo juró ayer la Constitución de Bélgica, tras la abdicación de su padre, Alberto II, y se convirtió así en el nuevo jefe de Estado y rey de los belgas, durante una ceremonia austera que tuvo lugar en el Parlamento del país. "Juro observar la Constitución y las leyes del pueblo belga, mantener la independencia nacional y la integridad del territorio", dijo el ya rey Felipe en francés, neerlandés y alemán, los tres idiomas oficiales del país.
A la jura del rey Felipe, de 53 años, asistieron, además de su esposa Matilde y los reyes Alberto y Paola, la reina Fabiola (viuda del rey Balduino), toda la familia real, el Gobierno federal y los altos representantes de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial federales y regionales, entre más de 500 personalidades. Los ausentes de las ceremonias fueron los representantes del partido independentista flamenco Vlaams Belang, y el presidente de los nacionalistas flamencos del N-VA y alcalde de Amberes, Bart De Wever.
"Acabo de prestar el juramento constitucional y soy consciente de la responsabilidad que me impone. Es una promesa solemne", dijo el nuevo rey, que recordó que "pronto se cumplirán 200 años de que se estableciera la confianza entre el rey y el pueblo belga, y hoy esa confianza se renueva". Bélgica obtuvo la independencia de los Países Bajos tras la Revolución de 1830 y su primer rey fue Leopoldo I, al año siguiente.
El rey Felipe se dirigió también a su padre, acosado por los escándalos, para señalarle que durante sus 20 años de reinado: "Esa confianza se ha mantenido, has sido cercano a todos, cálido y profundamente humano, atento y comprometido como jefe del Estado". Asimismo agradeció a su madre, la reina Paola, su dedicación al mundo de la enseñanza y de la cultura belgas.
contacto humano "Me doy cuenta de la suerte que tengo al contar con el apoyo permanente de mi esposa. Querida Matilde, desde hace años estás comprometida de todo corazón con numerosas actividades. Tienes un sentido innato para el contacto humano", dijo el séptimo rey de los belgas a su esposa, que sentada entre el rey Alberto y la reina Fabiola, se emocionó y estuvo al borde de las lágrimas.
El nuevo monarca agregó que con sus cuatro hijos, Isabel ya princesa heredera y duquesa de Brabante, de 12 años, y los príncipes Gabriel, Emmanuel y Leonor, comienzan "un nuevo capítulo" en su vida y en su país. Los cuatro hijos de Felipe y Matilde estuvieron sentados en la primera fila del hemiciclo, convertido en sala del trono, mientras que en la segunda fila se sentaron los reyes Paola, Alberto, Matilde y Fabiola, y en la tercera, los hermanos del nuevo monarca, Astrid y Lorenzo, junto a sus esposos.
El rey Felipe dijo iniciar su reinado "con la voluntad" de ponerse al servicio de sus compatriotas, y añadió: "Trabajaré para ello en perfecto entendimiento con el gobierno y en el respeto a la Constitución", al tiempo que subrayó que intensificará el diálogo con las instituciones y los ciudadanos.
Al igual que hizo el rey Alberto durante el discurso de abdicación el viernes y el sábado en el de despedida, Felipe insistió en que la riqueza del país "reside" en que hacen de su "diversidad, una fuerza. La fuerza de Bélgica reside justamente en dar un sentido" a su diversidad. También subrayó el carácter federal del Estado y en que las reformas que ha realizado le han dado fuerza.
En el mismo sentido se expresaron con anterioridad los presidentes de la Cámara de Diputados, André Flahaut, y del Senado, Sabine de Bethune. "Bélgica siempre ha sabido encontrar la vía del consenso y el equilibrio, y a pesar o gracias a nuestra diversidad, hemos encontrado el camino del sentido común, aunque a veces nos hayamos deslizado por el surrealismo", señaló Flahaut.
El presidente de la Cámara de Diputados se dirigió al nuevo rey para señalarle que su tarea "no es solo salvaguardar el linaje, sino que también es estar en la modernidad del tiempo presente". Los principales partidos del país preparan una reforma institucional que reducirá el papel del jefe de Estado hasta un mero rol de representación. En un país donde la monarquía ha sido uno de los pocos nexos de unión entre Flandes y Valonia, esta reforma apunta hacia donde avanza el país.
Al término del acto y tras recibir aplausos de los representantes del país, salvo de algunos nacionalistas flamencos presentes en la cámara, los reyes se trasladaron al Palacio Real para saludar al pueblo.