LA reunión institucional convocada el miércoles por el lehendakari Urkullu en Ajuria Enea acabó, quizá contra pronóstico, con acuerdo. Lo que días antes había sido calificado por la oposición como poco menos que una ocurrencia sin visos de cumplirse -el plan de inversión de 245 millones adicionales en políticas de reactivación económica y empleo- se transformó en un proyecto interinstitucional del conjunto de las estructuras de gestión del país. Pero alguien cazó al vuelo las implicaciones de este hecho y debió hiperventilar porque las intervenciones públicas de representantes de la izquierda abertzale el jueves no se explican en coherencia con sus anteriores reproches al lehendakari por no contar como ingreso el margen adicional del déficit.
De buena mañana, la parlamentaria de EH Bildu Belén Arrondo acusó al Gobierno vasco de "vender un acuerdo que no existe sobre un dinero que a día de hoy tampoco existe". Curiosamente compartió argumento el PSE a través de José Antonio Pastor, que vino a calificar de "reparto de fondos virtuales" el acuerdo en el que no pudo participar su partido porque los ciudadanos le han descabalgado de la gestión institucional.
Ambos padecen alguna forma de mal de altura y la falta de oxígeno parece afectar a su memoria porque en virtud de lo que el jueves eran "fondos virtuales y otros igual de intangibles" sostuvieron PSE y EH Bildu sendas enmiendas a la totalidad de los ingresos del presupuesto. La portavoz de la Diputación de Gipuzkoa, Larraitz Ugarte, enmendaba a su diputado general en el mismo sentido, pese a que éste había sido la víspera un útil colaborador, proactivo además, del procedimiento de gestión.
A Martín Garitano sí hay que reconocerle que advirtió que le parecía corto el contenido del encuentro en Ajuria Enea, pero también recordarle que dejó comprometida a la institución que preside en el proceso técnico para la gestión de esos recursos que empieza el próximo lunes. Que fuera el responsable de lucha institucional de Sortu, Joseba Permach en su Twitter, quien empezara a calentar las orejas de Garitano tiene su aquel toda vez que, que se sepa, ninguno de los partidos o "independientes" que participan de Bildu y EH Bildu tomaron la palabra. Sortu no parece dispuesto a esperar a estar dentro de la coalición para pilotar su rumbo.
En plena hipoxia institucional, a los responsables de la Diputación de Gipuzkoa les ha cogido el toro de la iniciativa económica. Detrás del discurso del cambio de modelo no hay planes en materia de empleo, ni proyectos tractores para el territorio ni una estrategia en política industrial ni una respuesta a las necesidades de las pymes. Bildu no necesita dinero para la reactivación económica de Gipuzkoa porque su modelo es la elefantiasis del sector público. Esa estrategia sí requiere de ingentes recursos que convertir en gasto, no necesariamente social -el presupuesto de 2013 del equipo de Garitano atribuía a gasto social un 48% del total de recursos; con mayores competencias, el que no pudo sacar adelante Urkullu dedicaba el 74%-.
Del pacto institucional quedó fuera la fiscalidad como un guiño al foro de partidos de la próxima semana. Guiño que permite al PSE tener algún papel en esta historia, si quiere asumirlo. No está claro que a la cita de la próxima semana acudan los partidos conscientes de la oportunidad que representa, pero sí es obvio que va a ser la última vez que se puedan poner las pilas en el presente curso parlamentario porque el verano ya está aquí.
Si esta mesa no se aprovecha para sentar las bases de un encuentro entre sensibilidades diversas y vuelve a ser el pimpampum que viene siendo su relación este año, no habrá pacto fiscal que pueda sustanciarse en 2014. Lo que no significa que no pueda haber reformas de IRPF y Sociedades, que son la verdadera madre del cordero fiscal; solo que la desarmonización que eligieron practicar hace un año Bildu y PSE en Gipuzkoa tendrá respuesta en el resto de territorios.
Llegado ese caso, está por ver si los mimbres que no se han tejido en este semestre estarán ahí a vuelta de verano o habrán ardido definitivamente con el calor estival. Esto dejaría al PNV en una minoría permanente en el parlamento y al PSE en la obligación de hacer otra cabriola para reposicionarse por enésima vez. Los socialistas ocultan en un armario el cadáver de su pacto con el PP (su eje constitucional); en el congelador el presupuestario en Gipuzkoa con Bildu (su eje de izquierdas); y ahora pretenden exclusividad en una eventual asociación con el PNV (su eje? ¿transversal?). El caso es que ha llenado de rayas una mesa a la que sigue sin aportar contenidos y le sobran dardos. Ayer mismo quedó claro que Urkullu viene arrastrando 6.500 millones de motivos que le empiezan a agotar esa paciencia bíblica suya.