Vitoria. Fue la única pregunta que le cambió el semblante. Durante diez minutos, el lehendakari, Iñigo Urkullu, respondió ayer a las críticas por no estar presente la semana pasada en la inauguración de la planta de coque de Petronor en Muskiz, un acto al que acudieron, entre otros, los príncipes de Asturias. Críticas que asestaron un duro golpe al líder jeltzale en su punto más vulnerable: "El terreno privado de mi familia".
Quizá por ello no dudó a la hora de asegurar que tras este episodio se siente "muy dolido" por diversos "comentarios" que han llegado a poner en duda desde algunos rotativos la dedicación del lehendakari.
Urkullu aclaró que no estuvo presente en Muskiz por motivos de "conciliación familiar" al asistir a una efemérides que "solo se puede dar una vez en la vida", aunque rehusó concretar de que celebración se trataba. Lo definió como "un ejercicio sano para que la sociedad sepa que somos personas" y dejó patente que mantuvo en todo momento su "dedicación plena" a la labor de lehendakari, incluso "trabajando durante los festivos de Semana Santa" en las dependencias de Lehendakaritza y Ajuria Enea.
Además, puntualizó que durante los días en los que no se encontraba en Euskadi mantuvo una "comunicación permanente" con representantes del Gobierno Vasco y representantes del Estado.
Algunos de ellos se reunieron la semana pasada en el citado acto celebrado en Muskiz, un evento al que la inasistencia del máximo responsable del Ejecutivo autonómico "no perjudicó a nadie", según Urkullu. El líder jeltzale puntualizó que tampoco se sintió "especialmente concernido" por la invitación que recibió para el acto, a pesar de que viendo que no iba a asistir al mismo tramitó las pertinentes excusas por su inasistencia a los principales invitados a la cita como fueron los directivos de Petronor; encabezados por el expresidente del EBB, Josu Jon Imaz, de Repsol, Kutxabank y la Casa Real.