Donostia. Se cumplen 20 años de la Conferencia de Viena sobre Derechos Humanos (DDHH). ¿Se están cumpliendo todas las cuestiones que se abordaron entonces?

El reflejo de Viena fue el desarrollo de las instituciones de derechos humanos de cada país, algo en lo que quizá no se ha avanzado todo lo que se desearía. Sí se ha avanzado en los órganos de Tratados de las Naciones Unidas. Cuando un país los ratifica, adquiere obligaciones importantes.

Está especializado en la prevención de la tortura. ¿Cree que se ha avanzado desde 1993?

Debo referirme a las luces y sombras. El número de países que ratifican tratados y protocolos es muy importante, 67. Hasta ahora, tanto en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) como en el propio Comité contra la Tortura, tenían un enfoque más reactivo. Eso nos lleva a las tres condenas que hay en el TEDH contra España, casos de hace años. Eso no satisface. Cuando un tribunal tarda cinco o seis años, no es reparación. Debe ser inmediata o, en su lugar, debemos buscar una fórmula de prevención.

¿En qué se centra el Subcomité para la Prevención de la Tortura del que forma parte?

Es el más amplio de las Naciones Unidas, con 25 miembros. Pretende adelantarse a los hechos. Incluso los tribunales nacionales tardan mucho en condenar, y en reparar y rehabilitar a la víctima. Busca crear un diálogo constructivo y visitar los países. Las visitas también sirven como denuncia, porque preparamos un informe confidencial y secreto con recomendaciones que cada Estado decide si publica. De 17 o 18 visitas, se han publicado más de la mitad. Por ejemplo, en México había 120 puntos para evitar la tortura.

Como abogado y presidente de la Federación española de Asociaciones de Defensa y Promoción de los DDHH, ¿ve mejoría en España?

Sinceramente creo que sí, no lo suficiente, porque falta mucho. La tortura ha ido vinculada a la actividad de los grupos armados, del que llaman fenómeno terrorista. Una vez declina, desaparece gran parte de la tortura y, sobre todo, casos puntuales de malos tratos. Por ejemplo, en Catalunya, donde no existe el mismo problema que en Euskadi, observamos excesos de Mossos enfocados en temas de delincuencia común o inmigrantes. Por mi mandato no puedo hablar de mi propio país, pero esto se observa a través de la prensa.

Es decir, que la casuística de la tortura es diversa.

Son casos sangrantes que no tienen lugar en un Estado democrático. Por eso las alertas deben ser permanentes. Cuando los países se comprometen a seguir a nuestro comité, se crea el Mecanismo Nacional de Prevención. Es la novedad de este tratado. Al año de ratificarlo, el país debe crear este mecanismo.

¿Cómo se articula?

Es una especie de triángulo entre la sociedad civil, el Estado y nuestro Subcomité. Nosotros le traspasamos nuestras funciones de prevención, vigilancia y observación. Podemos visitar el país, de día o de noche, cualquier instalación donde pueda haber un detenido: inmigrante, menor, un psiquiátrico? Esas funciones se delegan, porque no podemos abarcarlo todo.

¿Por qué hay países que se demoran al ratificar el tratado?

Hay países que lo han ratificado hace poco como Portugal o Austria. España, por ejemplo, lo ha ratificado, porque es un país de los que ratifican aunque luego no cumplan todo. Hasta ahora, el 99% de los tratados sobre Derechos Humanos están ratificados por España. Hay países clave como Italia y Grecia que no han ratificado este protocolo, opcional pero importantísimo. ¿Por qué? Algunos tienen problemas bárbaros con la inmigración y las prisiones. Hay países que no quieren adquirir compromisos tan graves, porque asumir la visita de nuestro comité imparcial conlleva hacer un chequeo del sistema judicial, las garantías individuales, las prisiones, las libertades, las comisarías, los psiquiátricos?

¿Se está consiguiendo poner en marcha el Mecanismo del que habla?

En Argentina lo han hecho de forma perfecta, pero ha costado muchísimo. En España se acaba de publicar la convocatoria para el consejo asesor del Mecanismo. En muchísimos casos es el Defensor del Pueblo el que va a contar con un comité de la sociedad civil multidisciplinar para intentar frenar o que desaparezca la tortura, porque desgraciadamente la tortura está más extendida de lo que la gente piensa.

¿Europa está mejor?

No, nunca es suficiente. Cuando estaba en el Comité Europeo, tuvimos el informe de Dick Marty sobre los vuelos de la CIA donde hay 64 países implicados en la cooperación con la CIA en las torturas, por omisión o colaboración. Hace poco vi la terrible película sobre la tortura de Bin Laden (La noche más oscura), que nuestro comité ha denunciado. En el fondo, es la legitimación de que el fin justifica los medios.

¿Por qué?

Hay una corriente, la de que el fin justifica los medios, que hay que evitar. Esta película es extraordinariamente terrible. Veinte minutos torturando y hay una frase demoledora, cuando le dicen a la protagonista que se quite la capucha porque el torturado no iba a salir de allí vivo. Eso es horrible. Es el tic-tac de la bomba, que "si torturando conseguimos parar la bomba, torturamos". La tortura existe porque la sociedad quiere que exista. Es lo demoledor, como ha ocurrido en nuestro país. Si la gente piensa que contra la delincuencia no vale la tortura, los gobiernos saben que no pueden utilizarla porque se les echaría encima la sociedad.

Como abogado que ha ganado dos casos en el TEDH, ¿cómo valora el 'caso Del Río' y la 'doctrina Parot'?

Como jurista la comparto, como todas las sentencias de Estrasburgo. Es compartida por un sinfín de penalistas de este país, como compartimos que la irretroactividad de la ley penal es un principio básico que nos enseñaron cuando entramos en la facultad, y por mucho que un gobierno se empeñe, es básico. Los principios fundamentales del Derecho Penal están ahí y el TEDH aplica una doctrina común y de manera pacífica reconocida en todo el mundo. A la larga, perjudicaría al sentido común de este país. Hay que aceptar la doctrina del TEDH porque es pacífica en Derecho Penal. Hay que independizar la justicia de la política y mantener esa independencia.

¿Cree que es difícil que la Gran Sala le dé la vuelta a una sentencia cuando ha sido dictada por la Sala Tercera del TEDH por unanimidad?

Pienso que la sentencia está bien fundamentada, aunque no la he estudiado a fondo. Desde los principios generales del Derecho no supone una gran revolución, porque dice lo que ya sabíamos, algo que los tribunales españoles venían aplicando desde la época del franquismo y el Código Penal de 1973. Podrá gustar más o menos, no significa que me guste o no la sentencia, pero es lo que hay y lo que en justicia está. Es muy difícil que el Tribunal Europeo se equivoque en un tema como éste.