no creo que sus señorías españolas sean tan curiosas como para consultar la normativa europea sobre residuos. Bueno, tras el espectáculo de esta semana creo que la mayoría de las personas que ocupan esos escaños apenas leen algo más que los mensajes de su Iphone. No lo tomen como una falta de respeto; es una constatación tras seguir en directo el llamado "debate sobre el estado de la nación". Y eso que el realizador de la señal oficial de televisión hacía lo posible para evitar que los espectadores se enfadaran.

Traía a colación la normativa sobre residuos porque la incineración de la fracción resto, se ponga como se ponga Garitano, es además de recomendada por las instituciones de la UE un método muy sugerente si se trata del aprovechamiento de residuos. Se lo contará su diputado Errazkin cuando vuelva de las jornadas que han organizado los verdes en el Parlamento Europeo. A lo nuestro, que tras el debate queda la sensación de que a estas alturas, en el Estado español, no hay alternativa a la eliminación definitiva de algunas prácticas políticas para que sean sustituidas por otras menos contaminantes.

Rajoy: chantaje o connivencia. Al presidente del Gobierno español le encantaría un almacenaje y estabilización biológica de los residuos no reciclables, que no deja de ser un eufemismo para definir al clásico vertedero. Sería la mejor solución para él: enviar toda la porquería que le rodea a un lugar apartado y olvidarse del asunto. Si acaso, Rajoy enviaría el resto de problemas de corruptelas a una planta de compostaje cuyo funcionamiento es también sencillo, aunque se embosque en palabras técnicas que tratan de suavizar un proceso natural que todos entendemos: dejar pudrir.

En esto de dejar que las cosas sigan su curso natural hasta que maduren hay que reconocer que el presidente del PP ha sido siempre un experto consumado. Mareo la perdiz hasta que el Prestige se hundió; paseó bajo la higuera a la espera de que cayera Zapatero por su propio peso; la gestión de la crisis institucional en Valencia con el relevo de Camps tampoco le salió mal dando largas, pero Gurtel es otra cosa. Esperar a que Bárcenas decida no sacar un recibí entre viaje y viaje de esquí es una temeridad.

Las últimas revelaciones sobre la maniobra de autodefensa de Bárcenas depositando ante notario lo complican todo un poco más. Para terminar de redondear la sensación de chantaje (o connivencia, que sería aún peor) también hemos conocido que Bárcenas fue "recontratado" al salir del Senado y mantuivo su nómina hasta el pasado 31 de enero, cuando fueron publicados los famosos papeles.

Llegados a ese punto peligroso, Rajoy ha visto que es necesario un pacto que selle el vertedero, que haga olvidar el pasado y por eso se plantó en el Congreso con supuestas medidas anticorrupción que podrán convencer a Pérez Rubalcaba pero que difícilmente devolverá la confianza a una ciudadanía cada vez más escéptica.

¿Y el PSOE? El papel del líder (puede venirle grande lo de "líder") del PSOE en la tarde del jueves para interpelar a Rajoy fue desconcertante. Uno puede tener un mal día, claro, pero lo que no le pueden faltar son las ideas. Pérez Rubalcaba fue a cuestionar la capacidad de Rajoy de gobernar con el rosario de escándalos que le rodea y salió escaldado. No es que se quedara sin munición, es que ni siquiera desenfundó y dio la sensación de que se cerraba una etapa en el PSOE que pasa por incinerar un pasado para revalorizarlo y dar paso a otra generación no contaminante.

Si no fuera porque me resulta demasiado complicado en una trama que ya de por sí tiene muchos recovecos, diría que Pérez Rubalcaba también ha recibido una oferta imposible de rechazar, que diría Corleone. No para él, claro; pero sí para el PSOE. Si el partido llamado a ser el relevo del PP no es capaz de presentarse en estos momentos como alternativa, el campo está abierto para populismos de diverso pelaje.

Mientras tanto. En el debate se habló de muchas más cosa, claro. Pero tengo serias dudas de que cualquiera de esos otros asuntos, muy importante por cierto, puedan abordarse con seriedad mientras persista este descrédito permanente del Gobierno español. Por ejemplo, suena muy bien que en la respuesta al diputado del PNV, Aitor Esteban, Rajoy anunciara su intención de reunir a la Comisión Mixta del Concierto para abordar la liquidación pendiente y renovar la Ley de Cupo. Suena bien, pero?

Otra cuestión clave para nuestro futuro: ¿Es este ambiente enrarecido el mejor para abordar algo tan delicado como el cierre de la violencia y la reparación de sus consecuencias? Pues no lo parece, porque con las aguas tranquilas y sin ruido es más fácil que con el gallinero en el que se ha convertido la política española.

Ni siquiera las medidas económicas que tanto tiempo ocuparon en el discurso de Rajoy son creíbles en estas condiciones. Sus anuncios requieren respaldos europeos que, ahora mismo y pese al balón de oxigeno de Oli Rehn sugiriendo una prórroga en el cumplimiento del déficit, no serán sencillos de obtener. Y no porque los planes en sí sean malos; el problema es que a los ojos de Europa, esos planes los va a ejecutar un Gobierno bajo sospecha.