vitoria. Se acelera la cuenta atrás para la más que probable investidura de Iñigo Urkullu como nuevo lehendakari, y su partido, el PNV, intensifica paulatinamente sus llamadas al pacto dirigiéndolas hacia un entorno político -partidos e instituciones- con el que espera poder contar para resolver con éxito los tres desafíos que piensa afrontar en esta legislatura: superación de la crisis, consolidación de la paz y la convivencia, y búsqueda de "una estructura política" que permita a los vascos "ser dueños de su destino y responsables de sus decisiones".
Su portavoz parlamentario, Joseba Egibar, fue el encargado de explicar ayer la situación de partida jeltzale: "Somos conscientes de que solos no podemos. Y no es un ejercicio de humildad. El PNV va a necesitar apoyos", y "los acuerdos interinstitucionales se van a tener que imponer", dijo rotundo, antes obviamente de reiterar que su disposición a forjarlos "es plena".
Egibar es consciente de la diabólica aritmética parlamentaria salida de las urnas -que no solo obliga al PNV a buscar acuerdos con los diferentes partidos de la oposición, sino que además posibilita que estos creen mayorías alternativas si se unen contra lo que los jeltzales propongan-, así como de la compleja arquitectura institucional que actualmente descubre el poder de Álava en manos del PP, y el de Gipuzkoa en las de Bildu. Y no quiere que sus rivales le dejen colgado de la brocha ante retos de tanto calado.
Por eso, insistió, la vocación del PNV será seguir buscando los "imprescindibles" acuerdos que hasta ahora han quedado aplastados por las estrategias partidistas hasta lograr, llegó a decir, "liderazgos compartidos" que ayuden a sacar el país adelante.
cruce de proyectos El portavoz jeltzale hacía estas declaraciones en una mañana de frenética actividad en la Cámara -cosas del puente-, en la que tanto su partido como EH Bildu registraron oficialmente a sus candidatos de cara al Pleno de investidura, Iñigo Urkullu y Laura Mintegi, que mantendrán entonces su primer cara a cara programático.
Será entonces, en ese primer round que el Parlamento acogerá el miércoles que viene, cuando se dará la primera medida real del margen que existe a día de hoy para alcanzar esos grandes "acuerdos de país", y también de qué partidos están más cerca de formar parte de ellos.
Allí se cruzarán los proyectos de la fuerza que liderará el próximo Gobierno Vasco y la que estará al frente de la oposición. Y el representante de la coalición soberanista Julen Arzuaga, ansioso por que en ese debate se constate la existencia de "dos proyectos y dos estilos" diferentes, recogía el guante jeltzale respondiendo así a su llamada al pacto: "Ejerceremos una oposición responsable en lo que podamos, en lo que estemos de acuerdo" -previsiblemente en lo relativo a paz, y quizá el nuevo marco si la apuesta es soberanista-, "pero vehemente" en lo demás, dijo, antes de afinar el tiro al criticar de antemano los "recortes de la derecha" y las recetas económicas "neoliberales" que intuyó que tratará de aplicar el Gobierno jeltzale y a las que adelantó que se opondrán.
Por de pronto, Egibar y Arzuaga protagonizaron un primer enganchón que entronca los debates del pasado pendientes de embridar con este nuevo presente. El jeltzale, que dejó claro que lejos de temer el cruce de proyectos con su máximo rival en el campo abertzale lo espera con ganas y convencido de que resultará "pedagógico" para los vascos, abordó la evolución estratégica que dista entre la HB de los 80 y la actual EH Bildu resumiéndola como la constatación del "fracaso estratégico" de la izquierda abertzale y la apuesta del conjunto del MLNV por la doble vía político-militar. Hablar de fracaso en estos términos supone entrar en "un terreno resbaladizo" teniendo en cuenta la "corta distancia" con la que los ciudadanos decidieron separar a PNV y EH Bildu en las urnas, respondió un Arzuaga que se mostró respetuoso, pero igual de ávido por entrar al cuerpo a cuerpo parlamentario con los jeltzales.
esperando a urkullu Por su parte, PP y PSE decidieron dar un paso atrás ante lo que el socialista José Antonio Pastor definió como una guerra entre nacionalistas, y optaron por guardar sus cartas a la espera de conocer los envites de Urkullu.
Ante la oferta jeltzale de lograr "liderazgos compartidos", Pastor respondió fríamente recordando que el PNV "ha tomado la decisión de gobernar en solitario" y tendrá que ser consecuente con ella. El desencuentro que presidió sus relación en la era López aún está fresco y, según adelantó el portavoz del PSE, es el PNV quien tendrá que llamar a su puerta para trabajarse su apoyo. "La pelota está en su tejado". "Nosotros hablaremos con todos los partidos sobre los asuntos de país", advirtió, antes de dejar caer que el pacto con los jeltzales será posible, siempre eso sí que empapen sus propuestas de "responsabilidad social".
Y para terminar de dibujar las posturas desde las que parten los diferentes partidos llamados a protagonizar esta nueva legislatura, desde Madrid, el popular Alfonso Alonso confiaba en "poder colaborar" con el PNV. Eso sí, si no vuelve a sufrir "el sarampión de Ibarretxe" y prioriza "la moderación" y el debate económico a las "broncas" soberanistas.