Washington. Nadie se acuerda ya del partido Whig. Su corta existencia fue fruto de sus constantes divisiones y de su incapacidad de transformación. El partido nació como oposición a las políticas autoritarias del presidente demócrata Andrew Jackson en 1833, pero nunca logró consolidar su visión proteccionista en tiempos de expansión económica. Además, la fractura entre sus miembros sobre la cuestión de la esclavitud acabó con el partido tan sólo 21 años después su fundación.

Algunos de sus líderes abolicionistas, entre ellos Abraham Lincoln, crearon meses más tarde el partido Republicano y, desde entonces, es uno de los dos partidos políticos más importantes de los Estados Unidos, junto al Demócrata. Durante su larga historia, los republicanos han sabido transitar por varios períodos de cambios y hoy, tras la derrota en las presidenciales del 6 de noviembre contra el presidente Barack Obama, se encuentran en otra encrucijada clave para su futuro.

"La transformación demográfica del país juega en contra de los republicanos. Si no se renuevan, pueden acabar como el partido Whig", asegura Lewis Gould, profesor de historia de la Universidad de Texas y autor del libro Grand Old Party: A history of the republicans. Según Gould, el partido puede vivir otra larga travesía por el desierto como la de los años treinta y cuarenta, cuando sus candidatos perdieron cinco elecciones consecutivas contra los presidentes Franklin Delano Roosevelt y Harry Truman.

Las discusiones internas del partido sobre las causas de la derrota de su candidato Mitt Romney empezaron la misma noche electoral. Una parte de los líderes republicanos, entre ellos el ex gobernador de Florida Jeb Bush, considera que el partido necesita moderar sus posiciones para acercarse a los jóvenes, las mujeres y las minorías, especialmente los latinos. Por otra parte, los nuevos dirigentes republicanos como Paul Ryan -candidato a la vicepresidencia de Romney- o el senador Rand Paul, creen que la ideología más conservadora del partido no es el problema y que hay que mejorar la transmisión del mensaje.

Atraer el voto latino El debate ideológico de los republicanos será muy importante para su futuro pero sea cuál sea su resultado debe incluir una estrategia para atraer el apoyo de los latinos. Las encuestas a pie de urna arrojaron un dato preocupante para el partido: sólo un 23% de los latinos votaron por Romney. "Cada mes, 50.000 latinos cumplen 18 años", subraya Gould para explicar la importancia del voto latino en las próximas elecciones. "Por ejemplo, el estado de Texas, tradicionalmente republicano, podría convertirse en un nuevo campo de batalla en las próximas elecciones por el aumento de votantes latinos y complicar una victoria conservadora", añade.

A pesar de los datos, los republicanos sólo deben moderar un poco su posición en política de inmigración para recuperar el apoyo latino que ya tuvieron durante la presidencia de George W Bush. "Muchos latinos están de acuerdo con los republicanos en religión, en temas sociales y económicos, o en el papel del gobierno", afirma el analista político de la Universidad George Mason, Bill Schneider. Sin embargo, prosigue, "se sienten insultados y maltratados por los republicanos ya que muchos los consideran criminales". Para el profesor Lewis Gould, el problema del partido es que es "más conservador y menos tolerante".

Una de las estrellas ascendentes del partido, el joven senador latino de Florida, Marco Rubio, ha dicho en varias ocasiones debe cambiar su tono en inmigración e impulsar una reforma para solucionar la situación de los más de 11 millones de personas que viven ilegalmente en el país.

Para los analistas políticos, el voto latino no es el único problema del partido Republicano sino también el de las mujeres y los jóvenes, ya que el electorado blanco y hombre -su gran base- es cada vez menos mayoritario. Además, los republicanos deberán mejorar sus estrategias electorales ya que campaña de Obama usó mucho mejor la nuevas tecnologías para captar el voto. Ante las dificultades de conectar con los nuevos electores, algunos líderes republicanos como el gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, apuestan por la moderación y la negociación con los demócratas. Sin embargo, el movimiento ultraconservador Tea Party sigue siendo fuerte en el Congreso y dificultará esta transición. Una mayoría de los legisladores republicanos se opone a cualquier pacto económico que implique el incremento de los impuestos para las rentas más altas, que pide el presidente Obama, y muchos temen la oposición del Tea Party si al final deciden aceptar un compromiso bipartidista.