Bilbao. El estallido de júbilo se hizo esperar en Sabin Etxea. Tanto el equipo de Iñigo Urkullu como los simpatizantes congregados en la sede del PNV para seguir de cerca la jornada electoral preferían recibir con prudencia los primeros datos arrojados por el escrutinio de votos. El ambiente comenzó a caldearse a medida que comenzaban a aflorar cifras próximas a las definitivas, pero no fue hasta las 21.40 horas, momento en que trascendieron los datos sobre la victoria del partido en las principales localidades, cuando los jeltzales y sus simpatizantes tomaron conciencia de la magnitud del triunfo. Entonces llegaron los abrazos y se produjo el atronador estallido de júbilo al grito de ari, ari, ari, Urkullu lehendakari.
El PNV logró superar ayer las previsiones más optimistas de las encuestas ante una gran expectación mediática y en una sede repleta de simpatizantes. Tanto los militantes como los medios de comunicación acudieron en un número muy superior al de las elecciones generales, e incluso podían contarse periodistas de la cadena catarí Al-Jazeera y de Catalunya, muy presentes también a lo largo de la campaña. Los jeltzales consiguieron una clara victoria tanto en escaños como en votos, superando en seis parlamentarios, cien mil sufragios y casi diez puntos a EH Bildu; e imponiéndose en las tres capitales y en grandes municipios otrora feudos del PSE -ganó en Barakaldo y a punto estuvo de hacerlo en Portugalete- o de la izquierda abertzale -además de su holgado triunfo en Donostia, se sobrepuso en Gernika, Tolosa, Zarautz o Beasain-.
El partido de Iñigo Urkullu consiguió minimizar el impacto que hubiera podido tener la irrupción izquierda abertzale en sus resultados, y tan solo perdió 15.000 votos con respecto a 2009, convocatoria a la que no pudo concurrir ese sector político. Además, y aunque sus 27 escaños hayan quedado lejos de la mayoría absoluta, el camino de su candidato hasta Ajuria Enea parece más despejado que hace tres años y medio: EH Bildu y PSE se han quedado a un escaño de la mayoría absoluta que les hubiera posibilitado articular un frente de izquierdas y complicar a Urkullu la gobernabilidad de la CAV; y el frente constitucionalista de PP y PSE se ha desinflado hasta los 26 escaños, una cantidad que prácticamente ha sumado por sí solo el socialismo en la última legislatura -con 25 actas-. En el hipotético caso de que PSE y EH Bildu llegaran a un acuerdo para investir a Laura Mintegi, resulta poco probable que el PP adoptara una actitud pasiva y posibilitara la proclamación de la candidata por omisión y por evitar ofrecer su apoyo explícito a Urkullu.
A pesar de ello, el PNV tendrá que saber gestionar un fragmentario Parlamento Vasco. En este sentido, Urkullu subió al atril nada más conocer los resultados para apostar por los acuerdos estables, plurales y amplios en materia de crisis, paz y autogobierno, como ya hiciera a lo largo de la campaña. Visiblemente emocionado, el jeltzale atribuyó la victoria al trabajo de todo el partido, y pidió a sus compañeros del EBB que subieran al estrado para recibir el aplauso de los presentes.
batir la marca El PNV mejoró en los tres territorios los resultados obtenidos en las elecciones municipales y forales, y en los comicios generales; afianzó su feudo vizcaino -11 parlamentarios-, logró escalar hasta el primer puesto en Araba -7 escaños-, desde la cuarta posición que logró en las elecciones al Congreso, y llevó a término una espectacular remontada en Gipuzkoa, territorio de la izquierda abertzale donde ha conseguido situarse a tan solo 500 votos de EH Bildu, y donde ha empatado a 9 escaños con la candidatura de Laura Mintegi. La gestión de Bildu en la Diputación de Gipuzkoa podría haber pasado factura a la coalición abertzale, que no ha dejado de recibir las críticas de la oposición por sus reticencias a la hora de presentar un plan contra la crisis, o por su política de residuos, con un sistema puerta a puerta que no cuenta, además, con el consenso de los partidos.
El desgaste de Bildu y el halo gestor del PNV -reivindicado por Urkullu en una campaña basada en las propuestas concretas contra la crisis- podrían contribuir a explicar por qué en un escenario de cese definitivo de la violencia la izquierda abertzale no ha logrado achicar mayores espacios con el partido de Sabin Etxea. Tomando como referencia las elecciones de 1998, cuando la izquierda abertzale obtuvo su mejor resultado hasta ayer, se observa que los jeltzales han recibido 33.243 votos más que en esa convocatoria, mientras EH Bildu ha perdido 38.377 papeletas con respecto a las que obtuvieron la izquierda abertzale y Eusko Alkartasuna.
Con el resultado de ayer, Urkullu sale reforzado después de que el PNV se la jugara a una sola carta nombrando como candidato a su presidente. Perder las elecciones hubiera colocado al jeltzale en una comprometida situación, y hubiera puesto en solfa su continuidad al frente del EBB. Si en las próximas semanas abandona la presidencia de la formación, no será por un fracaso, sino por una buena noticia para el PNV: si es investido como lehendakari, deberá dejar su puesto para no incurrir en ninguna incompatibilidad en un partido que rechaza que una misma persona lidere al mismo tiempo el país y la formación.
Los jeltzales, asimismo, encadenaron ayer su quinta victoria consecutiva tras el triunfo en las europeas y en las autonómicas de 2009, las municipales y forales de 2011, y las últimas elecciones generales. La contención presidió buena parte de la jornada, pero la celebración se fue imponiendo en una sede a la que se aproximaron en lehendakari ohia José Antonio Ardanza -Juan José Ibarretxe no pudo hacerlo por encontrarse en Estados Unidos-, el alcalde de Bilbao Iñaki Azkuna, el diputado general de Bizkaia José Luis Bilbao, la europarlamentaria Izaskun Bilbao, y diputados y senadores jeltzales.
El PNV está más cerca de la investidura que en 2009: ni PP-PSE, ni EH Bildu y los socialistas tienen mayoría absoluta
El partido de Sabin Etxea ha ganado en las tres capitales de la CAV, y ha superado sus resultados de 2011
PNV