Nos encaminamos hacia un reagrupamiento político en Euskadi. Hay cuatro opciones que van a tener una representación muy notable y, precisamente en este momento tan delicado, Ezker Anitza está recuperándose de una escisión. Es un momento muy complicado para ustedes.

Sí, sin duda, pero durante los treinta años de Parlamento nunca ha habido solo cuatro fuerzas políticas. Siempre ha habido otras sensibilidades minoritarias con presencia. Por otro lado, en una situación de crisis económica se hace más necesaria que nunca una fuerza de izquierdas alternativa que haga un discurso distinto, que no aspire simplemente a gestionar la crisis, sino que incite a la ciudadanía a rebelarse y a decir que no podemos seguir bajo el dominio de la troika. Las cuatro grandes formaciones políticas que tienen responsabilidad de gobierno están demostrando que no son capaces de ejecutar más allá de sus discursos. En cuanto al encaje en el Estado, tenemos una propuesta federal.

¿Y una reforma del entramado institucional vasco?

Sí. Proponemos que desaparezcan las Juntas Generales, que existan las diputaciones como un órgano de coordinación para los municipios, ampliar las competencias que corresponden a los ayuntamientos, y ampliar las que corresponden al Gobierno, particularmente al Parlamento, y particularmente en materia fiscal.

Gemma Zabaleta ha anunciado su abandono de la primera línea política. ¿Qué balance hace de su gestión?

Ha sido particularmente negativa al frente del departamento de Empleo. Pienso en la reforma de la Renta de Garantía de Ingresos, que supone, en primer lugar, una rebaja del 7% de la RGI, una alteración en los perceptores... Y pienso en la gestión de Lanbide, con ese caos en las ventanillas y ese pretender responsabilizar a las diputaciones de la falta de transmisión de información y poco menos que de fraude. Le ha venido grande el departamento de Empleo.

También lo ha dejado Ares.

Su balance es tan negativo como el de Zabaleta. Yo creo que Ares tiene una deuda pendiente con la familia de Iñigo Cabacas. Tenía que haber sido más transparente en el Parlamento, y esperar a que se aclarara esa cuestión antes de abandonar el cargo para ver a quién responsabilizamos una vez que finalice definitivamente el sumario judicial y se depuren las responsabilidades. Le ha faltado honestidad política y le ha faltado categoría.