parís. Un mes después de haber llegado a la presidencia francesa, François Hollande pasará su primer examen en las urnas. Será en la primera vuelta de las elecciones legislativas, y todo parece indicar que las fuerzas de izquierdas se harán con el dominio de la Asamblea Nacional. Según los últimos sondeos, el Partido Socialista (PS) conseguiría entre 249 y 291 escaños, previsiblemente por debajo de la mayoría absoluta, estipulada en 289 diputados. Las encuestas muestran que el PS y sus aliados (los verdes y los radicales) obtendrán una mayoría suficiente para gobernar, aunque es posible que necesiten el apoyo del Frente de Izquierda de Jean-Luc Melénchon. Todas las formaciones de izquierda sumarían el 44,5% de los votos, frente al 34,5% que lograría la derecha parlamentaria.

Por su parte, el ultraderechista Frente Nacional, que en las elecciones legislativas de hace cinco años se quedó fuera del Parlamento, obtendría entre el 14% y 16% de los votos, un resultado que consolida a la formación como la tercera fuerza política del país pero que, sin embargo, solo le asegura tres diputados como máximo debido al sistema electoral, que favorece claramente a los dos partidos mayoritarios. Según las reglas electorales, para ser elegido directamente, un candidato debe conseguir la mayoría de los votos emitidos en su circunscripción (la mitad más un voto) y el 25% de los sufragios respecto al número de personas que figuran como votantes inscritos. Si no se da ese caso, se celebra una segunda vuelta con los candidatos que hayan obtenido más del 12,5% de los votos en la primera vuelta. François Hollande se enfrenta a esta cita electoral con un 62% de popularidad, un porcentaje similar al del expresidente Nicolas Sarkozy un mes después de asumir la jefatura del Estado. Según una encuesta de Vivavoice para el diario Libération, el 23% de los franceses tiene una opinión "muy positiva" del mandatario y un 39%, una "opinión positiva en cierta medida". Las primeras cuatro semanas de Hollande en el Palacio del Elíseo han estado marcadas por una intensa agenda internacional que le ha llevado a Berlín, Bruselas, Washington, Camp David, Chicago y Kabul. Horas después de tomar las riendas del país, el presidente viajaba a Berlín para reunirse con la canciller Angela Merkel, impulsora de las medidas de austeridad en la Unión Europea respaldadas por su antecesor, Nicolas Sarkozy.

Aquel primer contacto evidenció un distanciamiento entre ambos países: un frío apretón de manos sustituyó a los abrazos de la pareja denominada Merkozy. Días después, en Bruselas, la canciller alemana y el flamante presidente francés dejaron claras sus diferencias sobre los eurobonos, que defiende Hollande y rechaza Merkel. Fuera de Europa, el mandatario galo ha anunciado el adelanto de la retirada de las tropas de combate francesas de Afganistán para finales de este año.

Primeras medidas En política doméstica, la primera medida de Hollande fue bajarse su sueldo y el de su gabinete un 30% y esta semana misma semana ha adoptado por decreto el adelanto en dos años de la edad de jubilación -60 años- para quienes comenzaron a cotizar con 18 o 19 años de edad. La medida no entrará en vigor hasta el 1 de noviembre, pero el anuncio se hizo tras la última reunión del Ejecutivo antes de las elecciones legislativas, por lo que ha sido considerado como un gesto electoralista por parte de la oposición de derecha.

La Unión por un Movimiento Popular (UMP) sigue sin un líder claro desde la derrota de Nicolas Sarkozy en las urnas. Entre quienes aspiran a ser el candidato conservador en las elecciones presidenciales de Francia figuran el exprimer ministro François Fillon, que actualmente se presenta a las legislativas por la circunscripción de París; el exministro de Exteriores Alain Juppé, y el secretario general del partido, Françóis Copé. "Es una evidencia que Nicolas Sarkozy falta en la UMP, fue él quien construyó en gran medida el éxito de esta formación política y hay un vacío desde su partida", señaló al respecto Fillon tras las elecciones.

Control de la izquierda Si las elecciones legislativas dibujan un Parlamento afín al mandatario francés, como auguran todos los sondeos, las fuerzas de izquierda controlarán casi todas las instancias del poder político, empezando por la presidencia, las dos cámaras legislativas -el Partido Socialista francés se hizo con el control del Senado hace un año- y terminando por la mayoría de los gobiernos regionales y las alcaldías de las principales ciudades. Esto se da a pesar de que los franceses votan mayoritariamente conservador. Y la razón es las diferencias irreconciliables entre la derecha parlamentaria, la UMP, y la extrema derecha del Frente Nacional, dirigido por Jean Marine Le Pen.