DONOSTIA. La noticia se dio a conocer a media tarde, y pronto saltó a todos los digitales: antes de la Conferencia de Paz de Aiete, Madrid y París acordaron con ETA negociar las consecuencias del conflicto. El pacto lo revelaba el líder del Grupo Internacional de Contacto (GIC), el abogado sudafricano Brian Currin, en una entrevista publicada el miércoles pasado en la revista Alliance. Pocas horas después, el propio facilitador desmentía la noticia.
Todo se había debido a un error de interpretación. Currin, por medio de una nota firmada por el GIC, remitía al original de la entrevista, que estaba en inglés, y más concretamente al término understanding, la que había dado pie a la confusión. El vocablo había sido traducido como "entendimiento", interpretado como acuerdo, cuando en realidad se refería "a la convicción generalizada sobre la situación en el sentido de que pensábamos que si ETA cumplía con lo reclamado los Gobiernos iniciarían contactos con ETA sobre las consecuencias de la violencia".
En la entrevista, Currin explica que esta creencia, sumada a la cobertura internacional dada al proceso -escenificada con la presencia de figuras internacionales de renombre en Aiete-, dieron a ETA la "confianza" necesaria para decretar, el 20 de octubre de 2011, el cese definitivo de su actividad armada.
El facilitador desvela que, antes de la cita de Aiete, se trabajó "entre bastidores", lo que reforzaba la "convicción" de que Madrid y París negociarían con ETA cuando esta anunciara que ponía fin a su campaña armada. Sin embargo, según relata Currin, todo se truncó con el cambio de gobierno en el Estado español, puesto que el nuevo inquilino de Moncloa, el PP, manejaba una estrategia en materia de pacificación distinta a la de sus predecesores.