Vitoria. Cuando se acaban de cumplir seis meses de la declaración que hizo ETA de cese definitivo de la violencia, los desafíos que entonces se imaginaban están abiertos, desde el desarme de la organización armada hasta la memoria, pasando por aspectos tan sensibles como la reconciliación. En esta dirección, la red ciudadana Lokarri trabaja ya en los diez retos para la reconciliación social que presentó en febrero. El documento, resultado del "encuentro ciudadano" que sobre la materia mantuvo en el BEC en diciembre con 200 personas "muy plurales en cuanto a ideología", está disponible en la web de la red y marca los cuatro criterios para abordar un proceso de reconciliación que salieron de esas reuniones: unilateralidad, paciencia, inclusión y consenso.
Tampoco deja pasar la ocasión para alertar de las "líneas rojas" que, a su entender, no se deben cruzar en caso de buscar una reconciliación exitosa: el olvido, la desigualdad, la imposición, la humillación, la justificación y la dejación.
"El modelo de la Transición española es el ejemplo a no seguir para un proceso de reconciliación", señala la red ciudadana. Avisa de que "construir un futuro mejor no puede implicar la obligación de olvidar lo sucedido" ni tampoco "hacer distinciones con base en el autor o al momento histórico" en el que se ha "dañado la dignidad humana".
imposiciones En el camino de la reconciliación tampoco vale imponer: "Una parte de la sociedad no puede imponer a la otra su memoria, su relato, su concepción de las víctimas o las condiciones para convivir", ni obligar a "renunciar a lo que cada uno es o piensa".
Tras revelar que "la humillación y el ánimo de venganza solo conducen a generar nuevos sufrimientos", Lokarri se detiene en cualquier intento de justificación de "graves vulneraciones de derechos humanos cometidas en el pasado. La existencia de un conflicto político o lucha contra la violencia no pueden ser presentados como marcos para diluir las responsabilidades por el daño causado".
La red que coordina Paul Rios señala asímismo que la "reconciliación social no puede basarse en una exigencia continua al otro, al diferente, renunciando a la autocrítica por las actitudes y acciones que uno mismo ha mantenido y haciendo dejación de las responsabilidades a las que cada uno tiene que contribuir". Esa línea roja de la dejación entronca con el primero de los cuatro criterios que, junto a la paciencia, la inclusión y el consenso, marcan desde Lokarri: la unilateralidad.
La red advierte de que "la reconciliación social requiere de una autocrítica sobre las actitudes y comportamientos mantenidos en el pasado", algo que considera fundamental para que cada sector "defina su aportación a la reconciliación".