BILBAO. EL hasta ahora parlamentario del PP en la Cámara vasca y nuevo delegado del Gobierno español en la CAV tras la decisión que adoptará hoy el Consejo de Ministros, Carlos Urquijo, es un superviviente nato. Un político de largo recorrido que ha sabido adaptarse a los tiempos cambiantes, también en el seno de su partido, y que empezó a curtirse muy joven cuando, en 1987, con tan solo 23 años, accedió como único concejal del PP al ayuntamiento de Laudio, su localidad natal, entonces gobernado por HB.
Titulado en Graduado Social y representante del ala más ortodoxa del PP en la CAV, Urquijo se ha impuesto a la otra opción en liza, el vizcaino Carlos Olazábal, a la hora de sustituir a Mikel Cabieces en la tarea de servir de enlace entre los gobiernos de Mariano Rajoy y Patxi López. Un cargo que no es nuevo para él, toda vez que ya lo ostentó en el canto del cisne de la estancia de José María Aznar en La Moncloa, en los tres primeros meses de 2004. La precipitada salida del polémico Enrique Villar, que adujo "razones personales" para abandonar la delegación, provocó un mandato de Urquijo inesperadamente corto tras la victoria de José Luis Rodríguez Zapatero en unas elecciones generales marcadas por el 11-M. Esta fugaz experiencia -Paulino Luesma fue su sustituto- provocó que se bautizara a Urquijo como El Breve, apelativo por el que aún se le identifica.
Escudero fiel de Jaime Mayor Oreja primero y de María San Gil después durante sus respectivos periodos al frente de los populares vascos, Carlos Urquijo consiguió no descolgarse del nuevo rumbo imprimido al partido por Antonio Basagoiti. Así, ha seguido destacando en su labor en el Parlamento Vasco -al que accedió en 1991- como portavoz del PP en la Comisión de Instituciones, Interior y Justicia, donde ejerció de auténtico azote del anterior consejero de Interior, Javier Balza, perfil que ha suavizado en gran medida tras la llegada de Rodolfo Ares al cargo. Al margen de su breve paréntesis como senador, en 1996, siempre ha desarrollado su labor política en Euskadi.
Varias contradicciones acompañan, no obstante, a este nombramiento. En primer lugar, el hecho de que se designe como delegado del Gobierno español a un especialista en Interior precisamente cuando el terrorismo ha pasado a un segundo plano, tras el abandono definitivo de la actividad armada de ETA. Fuentes del PP citadas por Europa Press avanzaban ayer que Urquijo imprimirá a la delegación un cariz más económico, esforzándose en dar a conocer la labor del Ejecutivo de Rajoy en esta materia y centrándose en cuestiones como las inversiones o la gestión de la Seguridad Social.
Por otro lado, el repentino protagonismo adquirido por este alavés, adalid de las tesis más conservadoras de los populares, podría chocar con el aperturismo al que Antonio Basagoiti está llevando al PP en la CAV. Los tibios resultados cosechados en las últimas citas electorales han provocado un acercamiento al PNV -con el que ha pactado los presupuestos de las Juntas de Bizkaia- y la superación de algunas líneas rojas tras sus encuentros con Aralar y EA -este último, previsto para el día 12-.
Algunas fuentes especulaban ayer con la posibilidad de que en esta decisión haya pesado el papel de Urquijo como vocal en la Comisión de Derechos Humanos y Solicitudes Ciudadanas del Parlamento Vasco, presidida por Mari Mar Blanco. De ser así, Rajoy habría realizado un guiño a las víctimas, un colectivo de gran importancia en el proceso abierto tras el fin de ETA. Como curiosidad, el nuevo delegado del Gobierno español es primo carnal de Txema Urquijo, asesor de la Dirección de Atención a las Víctimas del Gobierno vasco que comanda Maixabel Lasa.
Una consecuencia directa de esta designación es que el otro aspirante al cargo, Carlos Olazábal -portavoz del PP en las Juntas vizcainas desde 1995-, esté llamado a adquirir un papel más relevante en el Parlamento Vasco -donde ha recalado en sustitución de Leopoldo Barreda tras el salto de éste al Congreso-, concretamente en el ámbito económico, donde podría erigirse como portavoz.
Controversia Sin embargo, si por algo ha destacado la trayectoria de Carlos Urquijo es por las sonadas polémicas que ha protagonizado. La controversia ha estado presente incluso en los escasos tres meses de 2004 en los que ejerció como delegado del Ejecutivo español, cuando reafirmó su "desconfianza" hacia la Ertzaintza en la lucha contra ETA. El entonces consejero de Interior, Javier Balza, tachó estas palabras de "desleales".
Poco después, Urquijo remitió una carta al lehendakari Juan José Ibarretxe en la que exigía la retirada de todos los libros de texto que incluyeran en sus páginas la denominación Euskal Herria, ya que, según él, "distorsiona los límites políticos y geográficos de nuestra comunidad autónoma". Ya como parlamentario, reveló en un pleno en diciembre de 2008 el domicilio en el que residían varios ertzainas destinados en Bruselas, lo que, en opinión de Balza, puso en riesgo la seguridad de los agentes.