Vitoria. Cuando la victoria del PP todavía pendía de los sondeos, en Génova ya atronaba Do you remember, de Earth, Wind and Fire. La canción remontaba a los presentes al holgado triunfo en las elecciones generales del año 2000, pero la alusión se quedó corta. Ayer, Mariano Rajoy rompió el techo histórico de José María Aznar: sumó 186 escaños en el Congreso, tres más que entonces. Sin embargo, el nuevo presidente de España mostró una alegría comedida, incluso ante la enfervorizada masa de simpatizantes y militantes que le animó a botar, so pena de retratarse como socialista. Ante los periodistas primero y en la balconada después, el ganador de los comicios hizo un reiterado llamamiento a la unidad y al "esfuerzo solidario" para salir de la crisis.

Rajoy es plenamente consciente de que se enfrenta a "la más delicada coyuntura económica de los últimos treinta años", por lo que, lejos de lanzar confetis, subrayó la necesidad de "darlo todo y con todos". "Sólo saldremos adelante si trabajamos todos juntos ", apuntilló el líder del PP. Por eso, "no habrá sectarismos que nos distraigan", sino una gestión sustentada "en la responsabilidad y la humildad" para que la "gran nación que es España" sea capaz de afrontar los retos más inmediatos.

El primero de la lista de Rajoy tiene en su punto de mira a las personas que se encuentran en serias dificultades. "Hemos contraído una obligación con quienes han perdido su trabajo, no lo encuentran, han tenido que cerrar sus negocios, viven de pensiones que no cubren sus necesidades o sufren enfermedades", recalcó. El mensaje olió a autodefensa. En los últimos meses se han trasladado desde las filas del PSOE mensajes alarmistas sobre la forma en que el PP pretende abordar la crisis.

Por eso, Rajoy aseguró que "nadie debe sentir inquietud alguna, no habrá más enemigos que el paro y la crisis", aunque también reconoció que "no va a haber milagros". El trabajo en equipo, insistió, será vital para dar un vuelco al panorama actual. Así pues, convocará cuanto antes a todas las comunidades autonómas a "una reflexión compartida" sobre cómo afrontar la crisis y, con ese mismo espíritu solidario, tratará de devolver a España su protagonismo dentro de la Unión Europea para que deje de ser un problema y vuelva a formar parte de la solución. "Estoy decidido a ser el presidente de todos y a anteponer los intereses generales a cualquier interés particular. Gobernaré procurando que nadie se sienta excluido", recalcó el líder del PP.

Ocho minutos duró la intervención de Rajoy en la sede del partido ante los medios de comunicación. Ocho minutos de silencio en Génova, hasta que el nuevo presidente salió al balcón acompañado por su esposa. Los miles de simpatizantes y afiliados ovacionaron su beso en la boca -en 2008 fue un triste abrazo de derrota- y empezaron a corear "tú sí que vales". Enseguida aparecieron las mujeres, sobre todo, y los hombres de confianza de Rajoy: Ana Mato, María Dolores de Cospedal, Esteban González Pons, Soraya Saénz de Santa María, Alberto Ruiz Gallardón y Esperanza Aguirre.

El nuevo presidente tuvo que implorar "un minutillo" porque la masa le interrumpía constantemente. "Estamos en momentos difíciles", les recordó, pero sus seguidores no querían ser tan comedidos. Habían ganado y querían hacerse oír. "Yo soy español, español, español", cantaron, banderas en alto.